Por Juan Emilio Ballesteros
11/12/2016
No se trata sólo de conectar cosas, sino también a personas que interactúan a través de sus dispositivos móviles, creando una comunidad global de información. El Cloud y el Big Data ofrecen un gran potencial para conocer al ciudadano.
La mitad de la humanidad habita en ciudades y zonas urbanas. En las últimas seis décadas la población se ha multiplicado por cinco en estos núcleos y se prevé que este incremento progrese en proporciones aún mayores en los próximos años. En el 2050 esta cifra aumentará hasta el 70%. En este escenario la tecnología debe ayudar a simplificar las actividades cotidianas y a mejorar la calidad de vida de los ciudadanos, posibilitando una gestión eficiente de los servicios públicos, la movilidad y el transporte, la energía y el agua. Se trata de generar espacios de convivencia más sostenible en el ámbito social, económico y de respeto medioambiental.
El número de dispositivos conectados superará en el año 2018 al de teléfonos móviles y alcanzará la cifra de 26.000 millones en 2020, según el informe Mobility Report de Ericsson. Para entonces, el ser humano no tendrá que intervenir en los procesos que mantendrán viva la ciudad inteligente. El Internet de las Cosas, el Big Data y el Cloud protagonizan un cambio disruptivo que supondrá el fin de la ciudad postmodernista y mitigará la explosión de la huella urbana. El gran reto será la lucha contra el cambio climático y el calentamiento global.
Los desafíos urbanos se centran en la movilidad, la sostenibilidad, la seguridad, la privacidad, la transparencia y la eficiencia. El concepto de ciudad inteligente abarca una amplia gama de diferentes actores, contribuciones e intereses que implican a actividades relacionadas con el gobierno, la educación, la seguridad, la salud, la economía, la energía y los residuos.
Según Pierre Cuneo, director de estrategia, investigación y tecnología de Thales, una smart city es aquella que utiliza tecnologías de la información de una manera más intensiva y aplicada, no sólo para conectar diferentes componentes de la gestión urbana, sino también para involucrar más a los ciudadanos con sus ciudades y los servicios que ofrecen, renovando la forma en que los individuos interactúan en sus comunidades.
Hoy prácticamente cualquier objeto tiene la capacidad de ser “inteligente”: relojes inteligentes, prendas inteligentes, TVs inteligentes, hogares inteligentes, coches inteligentes, etc. Sin embargo, como apunta Miguel Álava, director de Amazon Web Services, en la mayoría de los casos esta “inteligencia” no está de forma nativa en el propio dispositivo. “Como la inteligencia de todos estos productos reside en la nube, es la propia nube la que está haciendo posible la aparición de toda una nueva generación de dispositivos”.
Un buen ejemplo es el proyecto CityTouch de Philips, un sistema inteligente de gestión de la iluminación pensado para alumbrar ciudades enteras. Plantea soluciones de iluminación conectadas a la red, que permiten a las ciudades controlar activamente sus sistemas de alumbrado, incluido el entorno nocturno. De este modo, los ayuntamientos pueden mantener bien iluminadas las calles más transitadas, reducir la intensidad en las zonas en las que a partir de ciertas horas no hay nadie o potenciar la iluminación ante determinadas situaciones climáticas. CityTouch utiliza la nube como infraestructura tecnológica sobre la que ejecutar el sistema y ofrece valor a partir de los enormes volúmenes de datos que colecta en los sensores instalados en las farolas.
El líder global en servicios digitales Atos, responsable de las tecnologías de la información en los recientes Juegos Olímpicos de Río, ha creado una plataforma para desplegar y ofrecer servicios que utilicen los datos abiertos de la ciudades inteligentes. El objetivo principal del proyecto SMART-FI es activar una metodología para homogeneizar datos abiertos heterogéneos y servicios de datos, ofrecer análisis, y la agregación de servicio de análisis de datos para predecir comportamientos y ofrecer recomendaciones que faciliten el despliegue de servicios.
“La mayoría de la gente –explica Malena Donato, coordinadora del proyecto– utiliza los móviles no sólo para hacer llamadas, sino para interactuar con el mundo y para planificar y organizar su día a día. SMART-FI quiere dar un paso más y ofrecerles datos en tiempo real y de manera personalizada sobre el tráfico, incidencias urbanas, cortes de calles en la ciudad o servicios relevantes para su cotidianeidad. Además, pretende ayudar a la autoridades locales, operadores de servicio de transporte y sus organizaciones a optimizar los servicios teniendo en cuenta el concepto de ciudad inteligente”.
Big Bilbao es un proyecto Big Data de largo alcance, articulado en torno a la colaboración público-privada entre el ayuntamiento y reconocidos agentes tecnológicos que desarrollará los conocimientos, capacidades técnicas, experiencias, algoritmos, entornos y servicios que permitirán realizar una gestión integrada y eficiente de los servicios urbanos, y que pondrá más información y de mayor calidad a disposición del equipo de gobierno municipal para ayudar a tomar mejores decisiones, pasando de modelos descriptivos que analizan hitos que ya han sucedido (qué impacto ha tenido…), a modelos predictivos (qué pasa si…) o prescriptivos (cómo consigo que…).
Este programa no es una solución sino una herramienta para resolver los problemas de la ciudad que revoluciona los análisis tradicionales al combinar datos en mayor cantidad, de más fuentes y en tiempo real, haciendo las mismas cosas de una manera diferente.
Para evitar la degradación ecológica y social de áreas urbanas de la ciudad, el Ayuntamiento de Madrid ha puesto en marcha el Plan MAD-RE (Madrid Recupera), que prevé inversiones que se centrarán en actuaciones en 112 Áreas Preferentes de Impulso a la Regeneración Urbana (APIRU), con el objetivo de mejorar la accesibilidad, reducir el consumo energético y realizar obras de conservación en edificios de viviendas.
Crecer de forma racional es el criterio que impulsa el plan estratégico que persigue transformar y modernizar Vitoria-Gasteiz, distinguida como capital verde europea, evitando los desequilibrios que han incrementado la superficie urbanizada un 40% mientras que la población apenas ha aumentado un 10% en los últimos años. La ciudad pierde compacidad y resulta menos sostenible, consume más espacio público del necesario y, además, los servicios municipales se encarecen y son más difíciles de mantener.
Para ello, es preciso activar un modelo urbanístico basado en la rehabilitación de las viviendas para hacerlas más accesibles, confortables y eficientes desde el punto de vista energético; la regeneración de espacios públicos (calles, plazas, etc.) de los que se disfruta en comunidad, con criterios de prioridad en base al nivel de degeneración del entorno, necesidades urbanísticas, seguridad (puntos negros), demandas vecinales, etc., y por último, la reactivación comercial y económica con intervenciones eficaces dirigidas al pequeño comercio y en consenso con el sector.
En la smart city las máquinas hablarán entre sí, pero no tomarán decisiones que no hayan sido previamente programadas. El IoT no sólo debería conectar dispositivos, sino también a las personas para constituir una comunidad en la que poder consultar y emitir información, interactuar en definitiva a través de los móviles. El modelo de desarrollo urbano tiene que tener al ser humano y sus aspiraciones sociales como eje y la lucha contra el cambio climático como objetivo.
No sirve de nada controlar la energía que se consume en el hogar y derrochar combustible en desplazamientos en la ciudad. Es una contradicción que amenaza la pervivencia del propio sistema, que debe tender en cualquier caso al transporte eficiente y sostenible tanto público como privado.
El urbanista José María Ezquiaga, decano del Colegio Oficial de Arquitectos de Madrid (COAM), pone el acento en esta paradoja al señalar que en el futuro controlaremos desde el móvil el consumo energético de los hogares: “El ahorro que eso va a suponer es muy importante. ¿Se imagina a una persona que está manejando el ahorro energético de su vivienda a golpe de un clic mientras está en su automóvil, cautivo, en un atasco diario camino de su trabajo, despilfarrando tiempo y energía? Ésa es la incongruencia a la que me refiero”.
Un crecimiento irresponsable sobre la base de malgastar o derrochar energía nos lleva al desastre ambiental. Una ciudad desparramada en un territorio sobre el cual sólo es posible desplazarse en transporte individual es insostenible. “Cuando el urbanismo se plantea como una herramienta política o comercial, perdemos al ciudadano como eje”, concluye Ezquiaga.