“En el principio Dios creó los cielos y la tierra”, señala el Génesis, sin aspavientos y con abrumadora certeza, en su prodigiosa descripción del inicio de todo. El hombre no se ha conformado con esta narrativa y, desde siempre, se ha preguntado quién es Dios, su existencia, dónde está y si realmente es el creador de la vida en el planeta. Un libro, dos autores y mucha documentación, tratan de explicar el origen de la vida en “Dios, la ciencia, las pruebas: el albor de una revolución”.
La Editorial Funambulista editó la obra de Michel-Yves Bolloré y Olivier Bonnassies en España. El libro tiene mucha repercusión mediática en Francia y ha logrado ventas de unos 250.000 ejemplares. El prólogo es de Robert W. Wilson, galardonado con el Premio Nobel de Física en 1978 que junto con Arno Penzias, fue el codescubridor, en 1964, de la radiación cósmica de fondo, eco del Big Bang.
Es un ensayo controvertido que para unos, responde con evidencias a muchas inquietudes sobre la creación del universo y para otros, es una manera de armar un lío sin fundamentos concretos. Es, según sus promotores, el resultado de una investigación sobre las pruebas científicas de la existencia de Dios, luego de tres años de trabajo en colaboración con un equipo de veinte científicos, especialistas de diversas disciplinas y referencias de datos.
Michel-Yves Bolloré es ingeniero informático, máster en Ciencias y doctor en Gestión Empresarial por la Universidad Paris Dauphine. Además de pertenecer a una de las mayores dinastías industriales del país galo, el grupo Bolloré, que llegó a dirigir. Y, Olivier Bonnassies su compañero de aventura literaria, es egresado de la Escuela de Estudios Superiores de Comercio y licenciado en Teología del Instituto Católico de París.
La existencia de Dios en un libro
El lector curioso y cuestionador desea respuestas tangibles, concretas, palpables de la existencia de Dios. Pero, ¿cuál es el propósito real del libro? ¿vender? ¿hacerse publicidad? ¿dar respuestas a las miles de preguntas que se hacen astrofísicos y agencias espaciales sobre el universo? O….?
“El único objetivo de este libro es la búsqueda racional de la verdad sobre una cuestión concreta y única, la existencia o inexistencia de un Dios creador. Que, a raíz de numerosos descubrimientos modernos, parece cada vez más accesible a la razón. Todo lo que explicamos desde el punto de vista científico ya lo sabían los especialistas, pero cada uno en su campo. Queríamos escribir un libro de síntesis para el gran público que demostrara que todo converge”, señaló Bolloré.
A lo que Bonnassies agregó: “Nuestra esperanza es que, al final de esta lectura, cada quien pueda decidir clara y libremente lo que quiere creer”.
Algunos críticos, fundamentalmente religiosos, consideran que pretender una demostración de la existencia de Dios es innecesario para un creyente. “Son críticas que surgen de un malentendido”, comentó Bolloré a El Comercio. “Hay una confusión entre el conocimiento de la existencia de Dios y la fe en Dios, que son dos nociones diferentes. Nuestro libro no se centra en la fe, que es un acto de adhesión libre. Tú puedes conocer la existencia de Dios y no adherirte”.
Los autores advirtieron que en el texto aportan pruebas sobre la existencia de Dios. “Pero no debe confundirse la noción de prueba con la noción de demostración matemática. En matemáticas, y únicamente en matemáticas, existen las demostraciones absolutas, es decir, asuntos que nadie puede poner nunca en discusión. Las demostraciones absolutas sólo existen en matemáticas o en universos intelectuales teóricos limitados, como, por ejemplo, una partida de ajedrez”.
La noción de prueba y la demostración matemática
Bolloré y Olivier Bonnassies señalaron que “en el mundo real, incluida la física, disponemos de pruebas, no de demostraciones, puesto que el mundo real es demasiado complejo. Por tanto”, explicaron a El Debate, que “lo que hace el mundo real es plantear tesis, hipótesis en las que asumimos una teoría y tratamos de averiguar si esta tesis con sus implicaciones se corresponde a lo real. O, por el contrario, carece de correspondencia con la realidad. La prueba nunca es absoluta”.
¿Por qué el ateísmo o el agnosticismo está más extendido entre los científicos?. “Es cierto que existe una correlación, pero también hay que marcar la diferencia para no confundir correlación y causalidad”, asentó Bolloré. “Hay una correlación entre los conocimientos y las creencias de las personas, es decir, las personas con más conocimientos son menos religiosas que las personas con menos conocimientos académicos. Pero insisto en que es una correlación. Podemos plantear otras indagaciones para constatar que las personas más cultas son también las que tienen mayor nivel de vida. Cuanto más aumenta el nivel de vida, menos creemos en Dios, porque menos necesidad tenemos de Él”.
Consideraron que habría que realizar una encuesta entre científicos de un determinado nivel de vida, y contrastar las respuestas con personas que tienen el mismo nivel de vida y que no son científicos. Eso sería revelador.
Sin embargo, adelantaron que han hecho la comparativa entre los ganadores del Premio Nobel de Ciencias y los del Premio Nobel de Literatura. “El resultado es que los premios Nobel de literatura y filosofía son menos creyentes que los premios Nobel de ciencia. Eso significa que hay que tener mucho cuidado a la hora de interpretar las correlaciones”.
Grandes descubrimientos de la ciencia
Los autores ofrecen los conocimientos más actualizados, que en conjunto forman un cuerpo de argumentos para responder a la pregunta sobre la existencia de Dios. En “Dios, la ciencia, las pruebas: el albor de una revolución”, precisaron, se abordan cinco grandes descubrimientos que constituyen una espectacular inversión de la creencia en Dios.
Estos son: 1) la muerte térmica del Universo. Derivada de la teoría de la termodinámica aparecida en 1824, y confirmada en 1998 por el descubrimiento de la expansión acelerada del Universo. 2) La teoría de la Relatividad, desarrollada entre 1905 y 1915 por Einstein y validada por numerosas confirmaciones. 3) El Big Bang fue teorizado en los años veinte por Friedmann y Lemaître y confirmado en 1964. 4) El ajuste fino del Universo y el principio antrópico resultante aceptados desde la década de 1970. Y 5) La biología, que a finales del siglo XX puso de manifiesto la necesidad de otro ajuste fino del Universo: el que permitió pasar de la materia inerte a la materia viva.
Todo ello confluye hacia dos conclusiones, confió Bonnassies. En primer lugar, que el tiempo, el espacio y la materia, que están interconectados, como demostró Einstein, tuvieron un comienzo y tendrán un final. Y en segundo lugar, que este comienzo provino de una causa externa al universo, que no forma parte de él ni se rige por sus leyes. Pues la materia, el tiempo y el espacio solo comenzaron a existir a partir del Big Bang. Esto se acerca a la definición de Dios en todas las filosofías y religiones.
Inteligencia superior
“La ciencia y religión no suelen mezclarse ¡pero combinan perfectamente!”, comentó Bonnassies. Para tratar de explicarlo contó que una vez “una niña le preguntó a Einstein si creía en Dios. Einstein, que por entonces ya era famoso, se quedó sorprendido.
Le dijo: ‘Es una pregunta importante. Dame tu dirección y te responderé por escrito’. Al cabo de diez días le envió una carta en la que le decía: ‘Toda persona involucrada en la ciencia acaba descubriendo que una inteligencia superior, infinitamente más grande que el hombre, se manifiesta en las leyes del universo’. Esta idea es muy potente y resume los últimos cien años que han transformado la ciencia”.