Antoni Cuspinera /bonaona@bonaona.org
El año 2020 no ha sido un buen año en muchos aspectos y, desde luego, no lo ha sido para la más absoluta mayoría de la población.
Recuerdo con cariño la selva de Borneo, en su parte de Malasia, cuando el guía me comentó que cierta planta era un remedio excelente para la mordedura de la víbora de Russell, aunque no la llamaba así. Seguidamente comentó que si encontrábamos esa planta sería porque nos hallábamos en el territorio de una de las serpientes más venenosas del mundo.
Lo cierto es que la fauna salvaje nunca me ha preocupado. Todo lo contrario, y eso que literalmente me he cruzado con la mamba negra bajando del Ol doinyo longai, con un jaguar subiendo el Auyantepuy, con un escorpión al despertar en Namibia, con los wild dogs cruzando el Okavango, con una manada de huanganas mientras preparaba la cena en un remoto río peruano, con los hipopótamos al acostarme en Selous, con los Whitetip Reef Shark pescando en Fiyi, con las morenas buceando en Los Roques, y así con un largo sinfín de maravillas de nuestro mundo.
La verdad es que sólo me produce respeto aquel animal que, realmente, se cree el rey del mundo, como diría René Guenon, porque ciertamente puedes prever cualquier cosa de él. Cualquier cosa.
Podemos esperar que un sencillo empleado de banca le venda a una pareja de jubilados unas preferentes, convenciéndoles de que todos sus ahorros les van a reportar pingües beneficios, para ganarse unas comisiones por haber alcanzado los objetivos que le marca su superior.
También encontramos a un humilde hombre de Dios que introduce al monaguillo en el mundo de la sexualidad, por su bien, claro.
Incluso reconocemos a aquel incansable y culto ciudadano que ha velado varias elecciones por el bien de nuestro país y que ha encontrado en la ciudadanía de otro estado la vía para poder gozar tranquilamente de las rentas que obtuvo en sus años de desinteresada labor, en favor de las, muy necesitadas de su ayuda, grandes compañías.
Qué podemos decir incluso de aquel juez de instancia que ayuda a una familia vulnerable a encontrar la paz en la calle, tras desahuciarlos a petición de un fondo buitre que adquirió su crédito hipotecario por un importe mucho menor al nominal de la deuda, para poder así respetar la opinión de su superior jerárquico.
Si nos lo miramos de lejos y con una cierta espiritualidad, el año 2020 nos ha traído a la palestra algunos conceptos que son de interés para poder afrontarlo.
Hace pocos años nos adentramos en una crisis que generó una enorme esclavitud económica a buena parte de la población. Hoy en día nos adentramos en otra crisis que va a generar otra enorme y más profunda esclavitud, también económica para tumbar a quienes se mantuvieron en la anterior, pero también de otro tipo. Esa nueva y moderna esclavitud precisa de algunos elementos básicos, tales como los comerciantes, el miedo, los conniventes, pero sobre todo necesita de herramientas, y una de ellas es la tecnología.
En el mundo animal podemos encontrar simbiosis y competitividad, incluso parasitismo, pero es muy difícil encontrar tratantes de esclavos.
Es cierto que el hombre es un ser evolucionado, aunque podamos dudarlo a menudo, y la tecnología es una creación del hombre que, podemos apostar, a que lo hará evolucionar aún más.
Cuando hace años cayó en mis manos La ciencia sagrada del Swami Sri Yukteswar, me sorprendió leer en este texto de 1894 que, según los Upanishads, dentro de la rueda de cada 24.000 años, la cumbre del futuro del hombre pasaba por el dominio de la energía electromagnética, pero debo decir que no es lo mismo leer este texto en el año 2000, que leerlo en aquella época.
La tecnología 5G, las altas frecuencias y el uso que el hombre les está dando nos permiten reconocer que este da mucho más miedo que ningún otro animal, aunque la esperanza de la humanidad no se encontrará en criterios materiales sino espirituales.
Ya el proyecto HAARP dio pie al libro Los ángeles no tocan este arpa, escrito por el científico Nick Begich y la periodista Jeanne Manning, que se refería inquietantes hipótesis sobre el uso de esta tecnología en el ámbito militar.
Hoy en día, presumir que es público y notorio que las tecnologías 5G y 6G tienen carácter militar resulta osado, posiblemente porque uno de los programas de televisión más vistos en nuestro país sea First Dates, lo cual ya acredita por qué España es caldo de cultivo para los experimentos sociológicos del Massachussets Institute of Technology y las demás zancadas de, entre otros, el Club Bildelberg.
Valga este breve artículo para ir más allá del contenido usual de la programación mental. Perdón. Quería decir de la programación televisiva, e introducir algunas cuestiones que este año 2020 se han recuperado del olvido de los tiempos.
Ya hace muchos, muchos años, los grandes oradores sistematizaron las manipulaciones de la comunicación en diferentes clases de lo que llamaron “falacias”, y que servían para ocultar la verdad a través de un manto o apariencia de realidad, pero hoy en día, muchos siglos más tarde, es flagrante.
En concreto son extremadamente comunes las falacias ad hominem y las falacias ad verecundiam.
La falacia ad hominemsupone desvirtuar un argumento atacando a quien lo dice, sin que exista ningún tipo de razonamiento, o hecho, que ponga en duda el expuesto por el sujeto atacado.
Por su parte, la falacia ad verecundiam es la que un argumento se defiende porque lo manifiesta un experto, la autoridad o es la opinión de la mayoría, pero no porque lo expuesto se sostenga por sí mismo.
De ambos casos, en nuestro incansable trabajo para aflorar la verdad de los peligros y riesgos de la tecnología 5G, la Asociación Bona Ona (1) ha tenido un buen ejemplo, que reúne ambas falacias.
Recientemente Alberto Nájera y Juan Carlos López, ambos profesores de la Universidad de Albacete, publicaron un artículo en The Conversation, del que ya hemos hablado anteriormente en esta sección, y que fue replicado en varias publicaciones como Nathional Geographic, Huffpost y Cambio16.
Alberto Nájera lleva años perteneciendo al Círculo Escéptico (2), que se presenta como defensor de la verdad científica, pero en la práctica, actúa como un lobby defendiendo los intereses de industrias de telefonía (Nájera es el encargado de telefonía), transgénicos, farmacéuticas, bancos, etc.., ya que siempre ha existido una estrecha endogamia entre el Círculo Escéptico y el CCARS, pero ahora ha culminado al incorporarse Nájera al CCARS.
Adjuntamos un enlace a un artículo de Jara, periodista de investigación, sobre «Ciencia en el Parlamento», que integra el Congreso de los Diputados, pero también a las grandes empresas a través de dos fundaciones, donde también aparecen el CCARS y el Círculo Escéptico (3).
En el año 2005 se fundó el Círculo Escéptico (se desgajó de la ARP, Sociedad para el Avance del Pensamiento Crítico), definiéndose como “asociación cultural que tiene como finalidad principal fomentar la práctica del escepticismo, entendiendo por este al pensamiento crítico y racional, como herramienta indispensable para la comprensión del mundo y la toma de decisiones en la vida diaria, ante la creciente multiplicidad de discursos con pretensión de verdad absoluta que los medios de comunicación difunden…”, cuyo fundador y presidente es un abogado, Fernando Frías.
Aunque afirma combatir lo “misterioso y paranormal”, algunas de sus principales campañas han sido contra la homeopatía, las personas electro hipersensibles, la escuela Waldorf, Vadana Shiva (por cierto, premio nobel alternativo que arremete contra las multinacionales) o Triodos Bank.
Defienden, sin embargo, la inocuidad de todas las tecnologías de telecomunicaciones, de los transgénicos o de los aditivos alimentarios.
Aunque no se declaren como tal, al realizar una búsqueda en internet, se puede encontrar que los principales periodistas o médicos que arremeten con agresivos artículos y declaraciones contra las sentencias judiciales que reconocen la electro hipersensibilidad o que dan publicidad a los informes del CCARS pertenecen al “Círculo Escéptico”, como por ejemplo, Manuel Ansede (El País), Luis Alfonso Gámez (El Correo, blog Magonia), Vicente Baos (programa sobre electro hipersensibilidad Cuarto Milenio).
Los artículos y programas realizados por miembros del Círculo Escéptico citan habitualmente como fuentes y argumentos de autoridad a Francisco Vargas (CCARS, SATI) a Teodoro Samaras (SCENIR, denunciado ante la Defensora Europea por conflicto de intereses por su relación con Vodafone), a Fernando Frías (presidente del Círculo Escéptico), a Alberto Nájera (profesor de radiología, U. Albacete, miembro Círculo Escéptico, autor de varias campañas sobre la inocuidad de las antenas de telefonía) o a J. M. Mulet (biotecnólogo U. Valencia, autor de un libro sobre la inocuidad de transgénicos y aditivos alimentarios).
¿Son realmente una asociación que defiende la verdad científica o un lobby disfrazado con piel de cordero que defiende los intereses de las multinacionales farmacéuticas, bancarias, de telecomunicaciones y químicas?
Como entiendo que nuestros lectores ya conocerán, el CCARS se autodenomina como un comité independiente con gente científica de alto nivel, lo cual ya da pie a que podamos vislumbrar la aparición en escena de la falacia ad verecundiam en sus manifestaciones. No obstante, hablar así de este comité incurriría irremediablemente en una falacia ad hominem, lo cual válganos Dios de llevar a cabo. Bona Ona sí intenta desacreditar los estudios que el comité, o sus miembros, publica cuando no se ajustan a la verdad o son parciales y tendenciosos, lo cual desgraciadamente es bastante común.
A este respecto, si bien un sencillo empleado de banca, que engaña a los jubilados al venderles unas preferentes como un gran producto financiero, que les arreglara el resto de sus vidas, sí es público y notorio que antepone sus intereses económicos a ser una persona ecuánime, honrada y decir la verdad a los jubilados, precisamente porque es un empleado de la banca, podría pensarse que no cabe decir lo mismo de Nájera y el CCARS.
En el caso de que un comité científico se irrogue una posición independiente, supuestamente ecuánime, alejada de la financiación del lobby industrial, podemos entender que no estará en la misma situación que el citado empleado de banca, pero si resulta que los miembros del CCARS y el propio CCARS se financian a través del lobby industrial, podríamos acreditar que no se trata de una entidad independiente.
Y si el CCARS y sus miembros no fueran independientes, podríamos entender que ni la administración pública ni el poder judicial deberían considerar sus manifestaciones e informes como una verdad que ampare ni las normas, ni las resoluciones judiciales, sino únicamente una visión de parte e interesada.
Al igual que cuando tu abogado te dice que puedes estar tranquilo lo primero que hay que hacer es preocuparse, sucede lo mismo cuando Nájera, el CCARS y el ICNIRP manifiestan que no debemos preocuparnos por los efectos de la tecnología 5G en la salud. Nos hallamos ante la misma situación en la que las tabacaleras negaban, a través de sus adláteres, todo efecto nocivo del tabaco.
El CCARS fue acogido por la Fundación General de la Universidad Complutense de Madrid. El jueves 13 de octubre de 2005 fue presentado en un acto público, sin que conste o se conozca la relación jurídica ni los documentos públicos para saber su financiación y declaración de conflicto de intereses.
La Fundación General de la Universidad Complutense de Madrid tiene de patronos a algunos de los Bancos y cajas de España (que son accionista de las empresas de telefonía y también es patrono entre otros una fundación de Vodafone).
En marzo de 2016, el CCARS volvió a su origen. El Colegio Oficial de Ingenieros de Telecomunicación (COIT) (4) asumió la gestión del comité y renovó su estructura y composición.
Es importante recordar que entre los fines y objetivos estatutarios del COIT, NO está la defensa de la salud, sino “los derechos e intereses de la profesión en todos sus ámbitos”, en colisión con su propio código deontológico al asesorar a organismos oficiales en materias ajenas a su competencia.
¿El zorro cuidando las cabras? Pues sí, basta mencionar su leivmotiv: “el análisis crítico de las evidencias respalda que no existen razones técnicas ni sanitarias que justifiquen la imposición arbitraria y discrecional de límites de exposición más exigentes que los recomendados por la OMS-ICNIRP y la Unión Europea”. Pero no sólo el CCARS, sino también su hermano mayor el ICNIRP.
El Tribunal de Apelaciones de Turín (5), que en una resolución judicial que confirmó la conexión entre el uso del teléfono celular y los tumores cerebrales, reconoció que los científicos o los miembros del ICNIRP, financiados por la industria telefónica son menos confiables que los científicos independientes, manifestaba: «Gran parte de la literatura científica que excluye la carcinogenicidad de la exposición a RF o al menos argumenta que la investigación en contrario no puede considerarse concluyente (…) está en un conflicto de intereses que no siempre se indica: ver en particular en la página 94 del informe Defensa del solicitante (no impugnada por la otra parte) de que los autores nombrados de los estudios especificados por INAIL son miembros de ICNIRP o SCENIHR, que fueron financiados directa o indirectamente por la industria (p.33) «.
El tribunal explicó: «En este caso, pueden surgir conflictos de intereses al evaluar los efectos de las radiofrecuencias en la salud: 1. Casos en los que el autor del estudio asesoró a la industria telefónica o recibió fondos para estudios de la industria telefónica 2. Si el autor mismo es miembro del ICNIRP «.
En marzo de 2019, en un informe exhaustivo de Investigate Europe (6), un colectivo de periodistas de investigación de toda Europa, el ICNIRP se describe de la siguiente manera:
“ICNIRP es un grupo particularmente influyente, ya que no solo evalúa la investigación sobre radiación y riesgos para la salud, sino que también proporciona pautas para los límites de seguridad radiológica que utilizan la mayoría de los países. Es una organización privada, registrada en Alemania, ubicada en las afueras de Munich, detrás de una puerta amarilla en las instalaciones de la oficina federal alemana para la protección contra la radiación. Las decisiones sobre a quién invitar son tomadas por el propio ICNIRP”.
El informe destaca los estrechos vínculos que existen entre ICNIRP y otras organizaciones importantes en el campo de la protección de la salud.
La mayoría de los gobiernos europeos y las autoridades de protección radiológica confían principalmente en estos cuatro organismos científicos para recibir asesoramiento sobre protección radiológica no ionizante:
- La comisión internacional sobre protección radiológica no ionizante, ICNIRP. (7)
- El Comité Científico de la UE sobre Salud, Medio Ambiente y Riesgos Emergentes, SCENIHR / SCHEER. (8)
- El Proyecto EMF Internacional de la Organización Mundial de la Salud de la OMS. (9)
- La Unidad de Cáncer de la OMS IARC, Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer. (10)
“Investigar Europa” mostró los estrechos vínculos entre, especialmente, los primeros tres cuerpos. «Los grupos, sin embargo, están en un grado notable, atendidos por los mismos expertos», afirmó.
“De 13 científicos de ICNIRP, seis son miembros de al menos otro comité. En el grupo de la OMS, esto se aplica a seis de siete (miembros) «.
El Grupo de trabajo de SCENIHR sobre EMF también cuenta con dos miembros ICNIRP.
La compañera Naomi Oreskes explica en su libro Mercaderes de la Duda cómo desde el tabaco, las industrias han utilizado la “ciencia” para atacar a la “otra ciencia” que ponía en riesgo sus productos, y la estrategia ha sido proclamar que ellos se apoyaban en la «mejor ciencia» (eso dice el CCARS en su nuevo informe), mientras descalifican como «ciencia basura» la que pone en cuestión los daños de sus productos.
Eso ha pasado con el tabaco, el cambio climático, el agujero de la capa de ozono, la lluvia ácida, etc. El problema es que, hasta ahora, las industrias creaban sus propios comités científicos, pero los Estados contaban con comités científicos independientes.
El lobbysmo ha llegado a su máxima expresión con las telecomunicaciones, pues ni los gobiernos ni la OMS han creado sus propios comités, sino que se apoyan en comités con apariencia de independencia, pero con vínculos con la industria.
En vista de la rápida expansión de los EMF, en particular en el contexto del despliegue planificado de redes 5G en el que los operadores de telecomunicaciones y medios tienen enormes intereses financieros y económicos, y dada la evidencia de círculos cerrados de expertos involucrados en la determinación de pautas de salud en este campo, el escrutinio crítico sobre el funcionamiento de ICNIRP es importante y necesario. Pero creo que más importante que ese escrutinio es sencillamente definirlo como lo que es, un comité de la industria, es decir, no independiente.
La Asociación Bona Ona solicitó a la revista National Geographic Digital, que publicó el artículo de los profesores de la Universidad de Albacete, que le concediera el derecho de réplica, al igual que está concediendo la práctica totalidad de los medios a los que se le ha solicitado, pero en este caso, no se aceptó la réplica. El responsable, Javier Flores Murillo, director digital National Geographic España, contestó que Nájera y su compañero eran reputados científicos … ¿Les suena a falacia ad verecundiam?
Nájera ha escrito en redes sociales que la gente se pregunte quién está detrás de Bona Ona ¿les suena a falacia ad hominem?
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