Muchas veces la caza se defiende como un método para el control de la población de determinadas especies que se han convertido en «plagas» y en defensa de los cultivos a los que los animales acuden a alimentarse. Por esta razón los gobiernos aprueban leyes y medidas extraordinarias para permitir esta práctica, llamada cinegética. En consecuencia, es defendida por algunas autoridades, pero al mismo tiempo es fuertemente criticada por organizaciones defensoras de la vida silvestre.
En Zamora, por ejemplo, se autoriza la caza de ciervas y corzas sin cupo. La razón que se alude es que hay demasiadas hembras que destrozan los cultivos y que invaden las carreteras causando accidentes. Los cazadores han podido en 2018 y 2019 año matar a tantas hembras como han querido entre enero y febrero. Han contado con aprobación legal e, incluso, agradecimiento de algunos colectivos. Este año, ha habido restricciones derivadas de las medidas de confinamiento.
Lo mismo ocurre con los jabalíes. Estos animales son presas de la caza año tras año. Se alega, de nuevo, la superpoblación y la invasión de carreteras y núcleos urbanos para alimentarse de la basura que los humanos dejan. Pero la efectividad de estas prácticas para controlar la población ha sido muchas veces puesta en duda.
La vida encuentra una manera
Si bien la inanición y la enfermedad son desafortunadas, también son la forma natural de garantizar que los fuertes sobrevivan, asienta la organización People for the Ethical Treatment of Animals. Los depredadores naturales ayudan a mantener fuertes a las especies de presas al matar a los únicos que pueden atrapar: los enfermos y los débiles.
Sin embargo, los cazadores matan a cualquier animal, a menudo los grandes y saludables necesarios para mantener fuerte a la población. De esta manera, la caza, en lugar de servir para el control de la población, crea las condiciones ideales para que crezca desproporcionadamente.
La naturaleza se autorregula y se adapta. «La vida encuentra una manera», como diría Ian Malcom, el personaje de la saga de Jurassic Park, interpretado por Jeff Goldblum. Lo cierto es que, cuantos más animales se cazan, más se reproducen para contrarrestar el peligro de la extinción.
Después de la temporada de caza, la caída abrupta de la población conduce a una menor competencia entre los sobrevivientes, lo que resulta en una mayor tasa de natalidad. De esta forma, la práctica de matar animales crea existencias muy elevadas.
En Alemania, por ejemplo, a pesar de haberse producido un incremento de los jabalíes cazados en pocos años (de 5.000 a 60.000), los datos apuntan a un aumento de la población. En ese caso, la cinegética como método de regular el crecimiento poblacional no sólo sería ineficaz, sino además contraproducente.
Otro estudio en Francia daba resultados similares. La investigación comparó, en un periodo de 22 años, una zona francesa de caza con otra de los Pirineos dónde apenas hay cazadores. El análisis mostró que, ante la presión de la caza, las hembras de jabalí eran mucho más fértiles. Además, maduraban sexualmente mucho antes, para empezar a reproducirse.
El caso de los raposos en Galicia
Un caso emblemático es el de los zorros o raposos que, cada año, son perseguidos, tiroteados y matados en los montes gallegos. La cacería tiene autorización de la Xunta. La razón: control de las poblaciones.
Sin embargo, esta práctica cuenta con retractores. El Partido Animalista PACMA asegura que las poblaciones de raposos se equilibran naturalmente. Los voceros de la organización afirman que la eliminación de individuos por esta vía ha demostrado no ser efectiva, ya que siempre se recupera el número original de individuos.
PACMA denuncia que «los montes están secuestrados por quienes disfrutan pegando tiros». Mientras, «la inmensa mayoría de la población no puede contemplar con tranquilidad la naturaleza. Siempre se escuchan disparos que nos hacen temer». De acuerdo a sus datos, solo un 2% de la población de Galicia posee licencia de caza y muchas de esas personas ni siquiera se dedican a matar zorros, sino que «disfrutan disparando a otros animales».
Afirman que cada vez más estudios demuestran la ineficacia de la caza como método de control. Estas investigaciones evidencian la capacidad de la naturaleza de mantener un equilibrio sano y controlado.
La otra opinión
En la acera de enfrente, están las organizaciones que reclaman la necesidad de mantener la caza como medio para controlar la población de las especies y amortiguar los daños al sector agrícola, ganadero y a las personas.
Luego de que en Castilla y León, el Ministerio del Interior obligara a la Junta a desautorizar el control de las especies mediante las actividades cinegéticas, algunas voces se alzaron para reclamar.
La razón del Gobierno central evitar que las prácticas de caza atentaran contra el cumplimiento del decreto de declaración de alarma sanitaria para frenar la pandemia ocasionada por el coronavirus. Pero algunas organizaciones dicen que la medida solo ha traído problemas.
Caza en Abierto, con unas 22.000 hectáreas arrendadas en la provincia de Zamora, y el partido de Acción Natural Ibérica (Anatur) reclaman que si no se adoptan determinadas medidas el descontrol poblacional de animales silvestres causarán «graves problemas al sector ganadero, al sector agrícola, al sector cinegético, al sector hotelero, hostelero, al propio ser humano y, en especial, a los núcleos de población rural».
Destacan que «la actividad cinegética no es un deporte ni una actividad lúdica, como muchos grupos políticos afines a lobbies animalistas se empeña en ‘vender’, y, sólo cuando es necesario y así lo aconsejan los censos poblacionales y los planes técnicos de caza, utiliza la caza para realizar las extracciones necesarias para mantener un correcto control y equilibrio poblacional». Sostienen que la prohibición de la caza «está causando un grave daño ecológico».
Ciñéndose, entre otras especies al lobo, señalan que sus poblaciones están descontroladas, siendo sus números reales muy superiores a los oficiales».
Aseguran que «el problema es que desde las propias administraciones territoriales se están falseando los censos para estar a buenas con los grupos animalistas».
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