La Casa Blanca lanzó un amplio plan para fortalecer el trabajo de los científicos y protegerlos de la intromisión política. Fueron convocados decenas de científicos del gobierno, agencias enfocadas en la ciencia y otras oficinas que desarrollan, producen y manejan evidencia científica e investigación.
“Este informe es una evaluación federal integral de lo que se necesita para proteger la ciencia, y a los científicos y tecnólogos, dentro del gobierno de Estados Unidos. Una clara declaración de la Casa Blanca que pide que la toma de decisiones en todos los niveles esté informada por la ciencia sin interferencias”, dijo Eric Lander, director de la Oficina de Política Científica y Tecnológica (OSTP).
Además, tiene como objetivo crear una amplia cultura de integridad científica más allá de los científicos, como las personas que toman decisiones políticas de alto nivel y comunican la investigación al público. Con el plan se impondrán consecuencias a los altos funcionarios que infrinjan las reglas.
En los últimos meses, el grupo de trabajo revisó las políticas existentes, recibió comentarios del público y convocó sesiones con cientos de científicos. Concluyeron que las políticas actuales “deben fortalecerse para disuadir mejor la influencia inapropiada en la conducta, gestión, comunicación y uso de la ciencia”.
Los críticos han dicho durante mucho tiempo que las políticas federales de integridad científica son débiles. El gobierno de Obama creó algunas políticas y prácticas en 2010, pero la Unión de Científicos dijo que la gestión de Trump las desacató en más de 200 ocasiones.
La Casa Blanca quiere proteger a los científicos
La Casa Blanca emitió un informe sobre la relación, muchas veces perniciosa de la política en la actividad de la ciencia y los científicos.
“Las violaciones de la integridad científica dañan la confianza tanto en la ciencia como en el gobierno. Estos lapsos son contrarios a los ideales centrales de la empresa científica de EE UU. Incluida la apertura, la transparencia, la honestidad, la equidad y la objetividad. También erosionan la moral y la innovación de los científicos y tecnólogos federales”, advierte el texto.
El informe fue escrito por el grupo de trabajo interinstitucional de integridad científica. Encontró que los casos de influencia política son relativamente poco frecuentes en la formulación de políticas federales. Pero, cuando ocurren, tienden a causar el mayor daño al erosionar la confianza del público en el gobierno.
El grupo de trabajo usó el informe para señalar ejemplos de cuándo se socavaron las políticas de integridad científica durante la gestión de Trump. Incluso en la respuesta del gobierno al escándalo del mapa del huracán Dorian. En septiembre de 2019 el mandatario advirtió a través de su cuenta de Twitter que no solamente Florida, Carolina del Sur, Carolina del Norte y Georgia resultarían afectados por el huracán. También Alabama (que está situado en el Golfo de México) estaría en la lista.
Horas después, el Servicio Meteorológico Nacional de Birmingham aclaró que Alabama no sentiría ningún impacto de Dorian. Esto significó una desautorización a las declaraciones de Trump. Sin embargo, y no conforme con ello, el presidente publicó un mapa que data del 29 de agosto y que mostraba la trayectoria del huracán. Lo que llamó la atención es que en la gráfica aparece una línea hecha a mano y que abarca a Alabama. ¿La hizo Trump?, ¿uno de sus asesores?.
Alcances de la integridad científica
Señala el informe reciente de la Casa Blanca que «las violaciones a la integridad de los científicos son pequeñas en comparación con la magnitud de la empresa científica del gobierno federal. Pero pueden tener un impacto perjudicial enorme en la toma de decisiones y la confianza pública en la ciencia».
Si bien el informe advierte contra las violaciones de la integridad científica, la revisión del grupo de trabajo no estaba destinada a investigar acciones específicas, explicó a CNN la directora adjunta de Ciencia y Sociedad de la OSTP, Alondra Nelson.
“El trabajo del grupo no fue hacer una investigación de administraciones anteriores”, dijo. Y al mismo tiempo enfatizó el sentido “progresista” de su trabajo para mitigar posibles violaciones en el futuro.
Por otra parte, la directora adjunta de Clima y Medio Ambiente de la OSTP, Jane Lubchenco, subrayó la naturaleza histórica del informe del grupo interinstitucional. “Es la primera evaluación integral que hemos tenido en todo el gobierno federal sobre lo que se debe hacer para garantizar la integridad científica en nuestro gobierno”.
Asimismo agregó que «hemos visto que cuando no contamos con buenas políticas y cuando no se hacen cumplir, esa mala información puede salir a la luz y socava la confianza pública en el gobierno. Entonces, necesitamos volver a un lugar donde el público pueda confiar en que el gobierno usó buena ciencia y evidencia y que pueden creer lo que el gobierno federal les dice», agregó Lubchenco, quien anteriormente dirigió el National Oceanic and Atmospheric. Administración bajo la administración de Obama.
El informe fue escrito en colaboración con representantes de 29 agencias federales. Muchos de los cuales «aportaron conocimiento de primera mano de casos en los que no se siguieron o aplicaron las políticas de integridad científica existentes. Y las implicaciones que arrojaron».
Ciencia y totalitarismo
Jesús González Requena es un intelectual español, que ha dedicado su dilatada trayectoria al estudio de una amplia gama de pensadores. Afirma queestá muy preocupado por la deriva “de eso que se autodenomina progresismo y que cada vez es más totalitario”.
“Los grandes autores de pensamiento universal, los más originales, los más geniales, hoy serían censurados. Porque sus artículos caerían en manos de ‘lectores ciegos’ mediocres que considerarían sus trabajos demasiado extraños. ¿Cómo se ha desarrollado el pensamiento? Pues en gran medida por la existencia de determinadas cátedras, revistas o instituciones que apostaban por ciertas ideas. Ahora eso está desapareciendo. Ya no hay revistas que tengan un proyecto teórico intelectual, dice a Vozpopuli.
“Lo que vemos es la creciente hegemonía de una ideología, conformada en torno al feminismo, el ecologismo, el nacionalismo. El colectivismo (el borrado del individuo en el colectivo que le es asignado). El sanitarismo (la invocación de la salud pública como forma de control del individuo), etcétera. Impuesta en el mundo intelectual occidental, y cada vez con un perfil más netamente totalitario. Es curioso pero el mundo intelectual occidental está fascinado por el totalitarismo. Sobran los indicios”, afirma.
Además añade que “hay también señales de otro totalitarismo más lábil e institucional que participa de esta lógica. Esta especie de fantasía de la Ciencia como una maquinaria con un único discurso. Totalmente cohesionada y sin contradicciones, es una idea anticientífica y básicamente totalitaria. Y esto se desliza cada día más en el discurso de los políticos cuando hablan de ‘la Ciencia’”.
Y sostiene que “nuestros políticos han empezado a invocar ‘la Ciencia’ de la misma manera que la convocaba Stalin, como una Ciencia inapelable, indiscutible y progresista. Cuando las feministas defienden una epistemología feminista, una ciencia con punto de vista feminista, es algo completamente anticientífico”.
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