Por Andrés Tovar
31/10/2017
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Donald Trump conoce aquel adagio que reza que al mal tiempo, buena cara.
La Casa Blanca ha publicado nuevos retratos oficiales del primer mandatario estadounidense y del vicepresidente Mike Pence, y las fotos son inusualmente alegres. Tanto, que parecen perfectamente sincronizadas para contrarrestar las malas noticias recientes, como la acusación a sus ex asesores Paul Manafort y Rick Gates, y lo que vendrá en la cada vez más candente «trama rusa».
Eso sí, las imágenes de Trump y Pence no podrían ser más diferentes estéticamente. El retrato de Trump, fotografiado por la fotógrafa de la Casa Blanca Shealah Craighead, casi parece que fue recortado de una imagen ya existente. Hay un marco al azar en el fondo y la luz es desigual, como si Craighead lo atrapó en el medio de un pasillo.
Extrañamente, el presidente también está radiante en la imagen, una mirada que despliega durante su infame agarre y sonrisas fotográficas, pero no en retratos formales, como otros fotógrafos han notado. El único retrato oficial de Trump tiene una expresión claramente adusta.
El retrato de Pence, por otro lado, incorpora el control y la compostura que caracterizan tradicionalmente a los retratos formales. Filmada por el fotógrafo del vicepresidente Myles Cullen, la luz es uniforme y emana de una configuración de luz colocada específicamente. El trasfondo es más claro y en conjunto le da a Pence una presencia imponente.
Aunque los semiólogos y otros expertos de la imagen les encanta escudriñar en estos detalles, una foto oficial realmente es una cosa menor. Pero, mientras Trump habla en Twitter, pidiendo al Congreso que reexamine a Hillary Clinton o que se centre en las propuestas de reforma tributaria, el retrato recién publicado ofrece una visión tranquilizadora de un presidente en paz con el mundo.