Por Carlos Martínez*
28/4/2017
*Presidente de IMF Business School
La tendencia positiva que ha tenido el mercado de trabajo en los tres primeros meses de 2017 de acuerdo con los datos de personas inscritas en el Servicio Público de Empleo Estatal (donde conviene recordar que es la primera vez desde 1999 que se creaba empleo en este trimestre, aunque fuesen únicamente 657 empleos), coinciden, aunque con algunas sombras, con los publicados en la Encuesta de Población Activa del primer trimestre del año.
En general y teniendo en cuenta que el efecto de la Semana Santa al recaer íntegramente en el mes de abril ha tenido muy poca repercusión en esta encuesta, son datos razonablemente positivos. Observamos como el número de parados ha subido en 17.200 personas, si bien, se destruyeron casi 70.000 puestos de trabajo, quedando el número total de desempleados en 4.255.000 y el número de ocupados se sitúa prácticamente en 18.5 millones lo que supone una tasa de desempleo del 18,75%.
Por sectores, el paro ha aumentado en todos los sectores de actividad, excepto en construcción y en agricultura, siendo como suele ser habitual, el sector servicios el que más empleo ha destruido.
Como suele ocurrir cada vez que se presenta la encuesta hay que destacar datos positivos y datos negativos. Por un lado, y significando los datos positivos, la contratación indefinida ha aumento en 78.000 contratos con respecto al mismo periodo del año pasado. A pesar de no contar con el efecto Semana Santa el desempleo “solo” ha aumentado en 5.300 personas, el desempleo juvenil se ha reducido en un 3,6%, con respecto al trimestre anterior, y lo mismo pasa con los parados de larga duración (más de 1 año en desempleo): la cifra se ha reducido en un 3,9%, lo que es especialmente relevante porque no debemos olvidar que estos dos colectivos, son los que más nos deben preocupar, ya que por un lado el paro juvenil alcanza al 41,6% del colectivo, y los parados de larga duración, suponen un 44% del total de desempleados.
Por otro lado, y centrándonos en aspectos negativos, es especialmente relevante y quizá el dato más importante de los publicados, la caída de la población activa (compuesta por todos los habitantes en edad laboral que o bien trabaja en un empleo remunerado o bien se halla en plena búsqueda de empleo), que desde finales de 2016, se redujo en 52.000 personas y si lo comparamos con el mismo trimestre del año anterior, observamos que la brecha asciende a -127.000 efectivos (esto es lo que explica que habiendo perdido casi 70.000 puestos de trabajo, el empleo sólo ascienda en 17.500 personas), es un tema que si se mantiene en el tiempo deberemos analizar por el impacto que puede tener sobre nuestra economía, en términos de crecimiento económico, envejecimiento de la población, etc.
Dentro de los aspectos negativos, hay que destacar igualmente, que el empleo que se destruyó a tiempo completo superó los 111.000 empleos duplicando la cifra del mismo periodo del año pasado; además el número de contratos a tiempo parcial, subió en 41.300 personas, frente a la caída que se registró el año pasado.
Además, otro dato importante que tiene una incidencia directa negativa en el emprendimiento y en la creación de empresas, es la reducción en más de 23.000 personas del número de trabajadores por cuenta propia.
En cualquier caso, y a pesar de todo lo anterior, a partir del mes de abril, con la Semana Santa de por medio y la temporada turística en ciernes, los números empezarán a mejorar ostensiblemente. Además, como sabemos, dentro de los presupuestos generales que se presentaron recientemente, destacaba, una inversión de 5.500 millones de euros que se destinarán a fomento del empleo, lo que supone un 5,5% más que el presupuesto anterior.
Debemos ser conscientes que para reducir esos 4,2 millones de desempleados, es vital contar con unas políticas activas de empleo que ayuden a esos jóvenes y parados de larga duración a revertir su situación, dándoles competencias laborales que el mercado demanda y posibilitando así que puedan encontrar un trabajo. Además, debemos apostar e invertir en otros sectores como el tecnológico, que cree puestos de trabajo de mayor valor añadido, con menos estacionalidad y con ello conseguir más estabilidad en el empleo.