Un trío de millonarios, cuyas fortunas están sostenidas en el mundo de las criptomonedas, ideó una ciudad flotante. Vivir entre mares y océanos, sin regulaciones ni restricciones por el mundo. Propuesta a la que se unirían otros innovadores deseosos de integrar una comunidad libertaria entre los lujos y comodidades del Satoshi, un crucero bitcoiner.
Ese sueño lo han tenido y compartido otros, pero sin éxito. A sabiendas de los obstáculos que imponía la aventura, el canadiense Grant Romundt, el estadounidense Chad Elwartowski y el alemán Rüdiger Koch decidieron emprender su proyecto y hacerse a la mar.
El primer intento fue construir una playa residencial en forma de caja octogonal blanca flotante, a 12 millas náuticas de la costa de Tailandia. Elwartowski y su novia, Nadia Summergirl, vivieron allí 2 meses a principios de 2018. Sin embargo, el gobierno tailandés los descubrió y los amenazó con encarcelarlos si no desmantelaban la caja flotante y abandonaban el país.
Un año más tarde, los tres empresarios mudaron sus sueños a Panamá. El gobierno se mostró dispuesto a apoyarlos en proyecto llamado “SeaPod“. La idea era construir casas flotantes a tres metros sobre agua sostenidas por una sola columna.
El grupo contrató a 30 ingenieros para diseñar las viviendas futuristas de la comunidad libertaria. No obstante, enseguida tropezaron con algunas trabas, entre ellas el factor tiempo. Tardaban mucho en construirse, dos cada mes. La solución que se les ocurrió fue comprar un crucero para atraer a más gente y acelerar los tiempos.
Tres millonarios y el Satoshi, un crucero bitcoiner
Romundt, Elwartowski y Koch insistieron en hacer realidad el proyecto de una ciudad flotante con el Satoshi, un crucero bitcoiner. Aprovechando que el mundo estaba detenido y en recesión por la pandemia, hicieron el gran negocio. Compraron el crucero Pacific Dawn, que tenía 20 años de antigüedad y valorado en 100 millones de dólares. Pero como el mercado estaba paralizado y los vientos soplaban a favor de estos millonarios, lo adquirieron por 9,8 millones de dólares, menos del 10% de su valor. No necesitaron préstamos ni la firma de hipotecas.
El crucero sería una especie de corazón de la comunidad flotante, que se conectaría a los SeaPods por túneles. En honor a Nakamoto Satoshi, el pseudónimo del creador (o los creadores) del Bitcoin, se renombró al barco como MS Satoshi. Satoshi también es el nombre de la unidad mínima de medida que se puede utilizar en el sistema Bitcoin.
Todo estaba preparado, reseña Bitfinanzas. Solo restaba llevar el crucero a Panamá y convencer a la gente de mudarse al mar Caribe o al océano Pacífico.
El primero que avaló la idea fue justamente el gobierno de Panamá, que pensó en el proyecto como una atracción turística. Tampoco pondría trabas para que en sus costas estuviera un barco lleno de criptoinversores.
Los tres hombres fundaron la empresa Viva Vivas para administrar el Satoshi. Elwartowski se encargó de dar información a los interesados. En principio habría generadores alimentados por energía solar. Este sería un barco criptográfico ecológico. El Internet inalámbrico de alta velocidad vendría de tierra. Los servicios públicos se incluirían en las expensas al principio, pero se medirían cuando se actualizaran los sistemas. Y, en cuanto a los impuestos, no se pagaría nada.
Al mejor cazador se le escapa la liebre
Conforme avanzaba el proyecto de la ciudad flotante sostenible, iniciado con el Satoshi, el crucero bitcoiner o criptográfico aparecieron varias limitaciones que no agradaron. Por ejemplo, las únicas instalaciones para cocinar estarían en el restaurante. Por razones de seguridad, a nadie se le permitiría tener un microondas en su habitación. Elwartowski ofreció un 20% de descuento en el restaurante. Esto era una pequeña señal de que sería complicado conseguir gente para mudarse al medio del océano. Había que llenar 777 camarotes y el trío solo consiguió 200 clientes potenciales.
Entretanto, el sitio web de Viva Vivas ofrecía respuestas a las muchas inquietudes. Una de las ideas más innovadoras era aceptar criptomonedas como método de pago en el crucero. Además de alquilar los camarotes.
La compañía Ocean Builders de los tres millonarios había contratado una tripulación de 40 personas, en su mayoría ucranianas. Incluido un cocinero, ingenieros y personal de limpieza. Y al capitán británico, Peter Harris.
Pero los tres cometieron un grave error. Al no tener mucho conocimiento del mundo marítimo, pasaron por alto los certificados de navegabilidad que necesita cualquier barco para moverse en aguas internacionales. Así, que antes de poder arribar a Panamá, el equipo debió conducir el crucero a Gibraltar y sacarlo del agua. Un proceso conocido como dique seco, para realizar reparaciones y renovar los certificados. Sorteado el problema regulatorio, el 3 de diciembre de 2020 el Satoshi navegaba rumbo a las costas panameñas.
Un mundo sin regulaciones para comunidad de criptomonedas
A pesar de que el gobierno panameño estaba de acuerdo con la llegada del crucero bitcoiner, los políticos dijeron que el Satoshi debía permanecer oficialmente designado como barco. Por tanto el crucero no podía descargar aguas residuales en territorio marítimo de Panamá. Otro obstáculo para al proyecto de constituir una ciudad flotante.
Como consecuencia, ninguna empresa quiso asegurar el barco. “La industria de cruceros está plagada de una regulación excesiva”, dijo Romundt a The Guardian. “Junto con las aerolíneas y la energía nuclear está entre los tres primeros (en regulación)”, señaló el capitán Harris.
El sueño de Ocean Builders, cuya finalidad era ofrecer un lugar para escaparle a las reglas burocráticas fue frustrado irónicamente por trabas burocráticas. “Un crucero no es el mejor sitio para las personas que quieren ser libres”, sentenció meses más tarde Elwartowski en Reddit.
El equipo no se rindió y se barajó la posibilidad de contratar un equipo de abogados. Pero este esfuerzo llevaría tiempo. Mientras tanto, el Satoshi anclado, costaría como mínimo un millón de dólares al mes.
La historia finalizó el 18 de diciembre de 2020. La compañía anunció su venta a un depósito de chatarra en Alang, la India.
Algunos portales especializados indican que el objetivo de este proyecto era crear una ciudad flotante. No vinculadas a ninguna restricción gubernamental. A este propósito, Ocean Builders tenía planes ambiciosos para lanzar un “cripto crucero” o crucero bitcoiner. Proporcionando a los entusiastas de Blockchain un lugar para vivir y trabajar en un entorno amigable con las criptomonedas.
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