Por Ramon Vilaró
19/02/2017
Donald Trump inició la batalla del Pacífico con la firma del decreto por el que EEUU se retira del Acuerdo Comercial Transpacífico (TPP), negociado por el expresidente Barack Obama con otros 11 países de ambas riberas del océano, generadores en su conjunto del 40% del comercio mundial.
“Lo que acabamos de hacer es una gran cosa para los trabajadores estadounidenses” dijo Trump, mostrando su firma de cancelación en el TPP. Una afirmación que, cuanto menos, abre serios interrogantes en las futuras relaciones de Estados Unidos con el área Asia-Pacífico. Anuncia, igualmente, que la batalla del Pacífico será dura e imprevisible, sobre todo en relación con la República Popular de China, que no forma parte del TPP, pero que está en el núcleo del conflicto entre una superpotencia en declive –Estados Unidos–, y otra pujante como es China.
En el centro del conflicto con China está Taiwán, cuya política pasa por un mayor reconocimiento de EEUU. En Pekín sentó como un tiro la felicitación de la presidenta taiwanesa, Tsai Yingwen, al nuevo inquilino de la Casa Blanca. Un gesto inédito en 40 años, desde que China y EUU restablecieron relaciones diplomáticas.
Otro punto de fricción está en la disputa por la soberanía de los arrecifes de las Spratley, en el mar de China, donde Pekín ha ido ocupando territorio –creando un islote artificial en Subi, a base de millones de toneladas de hormigón, una pista de aterrizaje y base militar– a pesar de la disputa histórica entre Filipinas, Malasia, Vietnam y Brunei. ¿Qué actitud adoptará el Pentágono cuando su histórico aliado en la zona, Filipinas, le ha dado la espalda y se aproxima a China? El presidente de Filipinas, el también polémico y populista Rodrigo Duterte, ya anunció su interés en ingresar en el Acuerdo Regional Económico de Cooperación (RCEP), impulsado por China.
A todo ello hay que sumar la batalla comercial, en la que la renuncia al TPP es sólo un exponente, en relación al comercio bilateral China-EEUU. Sin que ello afecte a los propios intereses de multinacionales americanas en la pujante superpotencia mundial, China, que continúa creciendo a un ritmo anual que ronda el 7% del PIB, aunque algo más débil de aquel 10% que sostuvo durante casi dos décadas. ¿Qué pasará, también, con otros dos colosos económicos como Japón y Corea del Sur, tradicionales aliados de EEUU, con bases militares incluidas?
El océano Pacifico, así bautizado por los navegantes españoles del siglo XVI, era incluso considerado como el “lago español” al controlar, durante casi tres siglos, las dos riberas del mismo con los famosos Galeones de Manila, que pronto tendrán réplicas en un museo exclusivo en la capital Filipina. Aquella colonización hispánica fue sustituida por la estadounidense, al final del siglo XIX. Ahora, el Pacifico, además de su cíclica generación de tifones, puede ser escenario de tormentas políticas y comerciales con las decisiones de presidente Donald Trump que, de “pacífico” parece tener poco.