Por Xavier Grau
02/03/2016
Sílvia Pérez Cruz presenta en Madrid y Barcelona las canciones de la película Cerca de tu Casa (Bausan Films) en un disco que es, de largo, su confirmación como letrista, compositora, arreglista y productora. La artista catalana, ganadora ya de un Goya en 2013 por Blancanieves de Pablo Berger, asume un reto inmenso con Domus (Universal Music) y alza su voz de coral -dura, profunda, salada, bella y mediterránea- para denunciar el drama colectivo de los desahucios.
CDTC TRAILER MUSICAL PROVISIONAL from BAUSAN FILMS on Vimeo.
Más allá de lo coralino de sus labios y lo rosado de sus mejillas que glosara el poeta Verdaguer a su heroína mayor dos siglos atrás, Sílvia Pérez Cruz protagoniza una película y firma un relato sonoro que apunta –para sus más de seiscientos micromecenas entre los que se encuentra quien esto firma- a material digno de más Goyas y algún que otro Oscar si cabe.
¿Cómo denuncia este trabajo el desgarro de los desahucios y convierte la música en altavoz de crítica y anhelo de esperanza también? Para el director del film, Eduard Cortés (¡Atraco!, The Pelayos, Ingrid), convertir en un musical la dramática historia de miles de familias hipotecadas es “un modo de darle una mirada nueva, más emocional, más imprevisible”.
Sílvia Pérez Cruz ha confesado el vértigo y el riesgo que asume con este disco. Afirma haber dejado en ello todo su ser, el mismo ser que ha declarado que a “uno le arrancan cuando le arrebatan su casa”.
Domus contiene canciones que funcionan como obras independientes a la vez que aúnan la crónica actual y desgarradora que se inicia en 2007 con cinco millones de familias españolas hipotecadas. Pero el disco deja también el legado de la esperanza y la ilusión de los que combaten cuando no les queda nada, tan sólo la dignidad. La película, como la banda sonora, huye del maniqueísmo y de lo panfletario. El productor Loris Omedes –tres premios Goya y candidatura a los Oscar por Balseros en 2003- destaca el compromiso social del proyecto para “dar voz a los que no la tienen y ofrecer una mirada particular de la realidad sin olvidar, por supuesto, la razón fundamental de ser del cine: entretener”.
Grabado en Barcelona y Sant Joan Despí y masterizado en Boston (Estados Unidos), el álbum incluye vocación, talento y ambición suficiente para convertirse en una bomba artística que se concentra en once cortes:
No hay tanto pan
Cinco minutos y ocho segundos de reivindicación, declaración de intenciones y proclama crítica con el contrabajo de Miguel Ángel Cordero y las guitarras –acústica y eléctrica- de Sílvia Pérez Cruz. La voz sola de la artista, suave en la forma, contundente en la denuncia, abre este tema central. Letra lapidaria y popular, eslóganes de la lucha antidesahucios convertidos en trama artística al modo del folk contestatario de los 60 en los Estados Unidos.
Homenaje a Chico Sánchez Ferlosio: “Hay un gallo que llora y que grita”; canto a la solidaridad. “Esta culpa no es tuya ni mía”; denuncia del cinismo de un sistema fallido: “discursos, periódicos, banqueros y trileros, canciones, manos y pistolas, bolsos, confeti, cruceros y puteros”; para culminar con el bofetón dramático a coro abierto, afilado y vergonzante: “Es indecente, gente sin casa; casa sin gente”
Smile and run
Primera de las tres piezas en inglés del álbum. Se abre con una frase oscura, lúgubre, que apunta a lo peor la tragedia cuando la protagonista pierde toda esperanza: “Mi alma ya no está en tus oraciones”. El arpa de Tiziana Tagliani traduce el ambiente de abandono, pesadilla y lamentación. El estribillo “smile and smile, run a run” suave con los violines de Carlos Monfort y Elena Rey resuelve un tema que en la película contiene una coreografía onírica de la bailarina Sol Picó.
Todo hombre
Los actores Lluís Homar, Pepo Blasco, Oriol Vila, Iván Benet, Iván Messegué y Manuel Morón cantan juntos este tema del elenco masculino de la película. Destaca la trompeta de Félix Rossy insinuando un ambiente nocturno y lluvioso. El tema muestra el sentimiento colectivo de decepción vital que amaga la tragedia de los desahucios. Cada cual intenta sobrevivir como puede a pesar de sus contradicciones. “Todo hombre que echa a otro hombre es un hijo que echa a otro hijo”. La canción tiene su contraparte en el relato femenino de “Verde”.
My dog
Sílvia Pérez Cruz toca la guitarra española. Añade la voz brillante y entonada a un texto en inglés para una canción aparentemente sencilla, inocente y pegadiza. Música romanticona y lírica pero que sugiere una lágrima en la mejilla. Resume el anhelo con el que se tejió la estafa de la especulación inmobiliaria para destrozar la confianza social. Aquel sueño en el que a todos nos contaron que era fácil acceder al paraíso burgués con una familia, un perro y una casa. Pero al final, la decepción mayúscula: “I’m my dog with no home”.
Cerca de tu casa
El único tema instrumental de la obra con Sílvia Pérez Cruz al piano y haciendo coros sobre una armonía circular y obstinada en los acordes que siguen una modulación y unos enlaces sonoros suaves.
Ai, ai, ai
Carla Motis al banjo y al ukelele junto a la percusión de Aleix Tobías acompañan esta pieza alegre. Palmas y fiesta infantil con las voces de un coro de niños y niñas a los que la película muestra también como víctimas de la crisis sobrevenida que rompe la estabilidad familiar. Al final de la pieza, entre las risas infantiles, el saxo de Sílvia Pérez Cruz como fondo algo más amargo.
De frente
“Hoy estás pensando que tal vez ya no exista la manera de sobrevivir tranquila” le canta Sílvia Pérez Cruz a la luna soñando con volar lejos para escapar de las penas. El tema más lacerante y redondo remarcado por la viola de Anna Aldomà y los violines de Carlos Monfort y Elena Rey. Con esta pieza se abre el tráiler del film. Es el escaparate de las desdichas de la protagonista tocada y hundida en su dignidad buscando salir del túnel según canta “no por ya saber dónde dormir sino por aprender a aguantar y aguantarme”.
Cuota da lua
Letra en portugués, querencia de la artista. En sus conciertos, incluso con acompañamiento de cuerda, la cantante se atreve con divertimentos bailables al estilo brasileño. Sílvia Pérez Cruz, “Eu ja cantei en inglés, ja amei a um portugueis ate a lua e a Lula tambein”, aporta toda su faceta como instrumentista tocando de nuevo el saxo, las guitarras y el bajo. La canción rompe el ambiente opresivo del álbum y remite al máximo momento de alegría de una narración que a pesar de todo aboga por el optimismo colectivo.
Verde
Fantástica, positiva, poética, surrealista en imágenes y desbordante radiografía de los sentimientos del elenco femenino de la película con una inspirada Sílvia Pérez Cruz acompañada por Lola Cruz y Gloria Cruz -su madre en la vida real y compositora también-. Es un tema optimista en su melancolía, muy de relato femenino a lo Lorca y con una ambientación de cuerdas que evocan el paraíso perdido de su juventud. Cantan las mujeres que son el sustento coral de la narración, las que no renuncian a sus aspiraciones a pesar de los palos: “cambio cromo, culpa y pena sin pecado concebida, reina de la morería”. Por si faltara algo, Sílvia Pérez Cruz abre la pieza haciendo sonar una cajita de música muy evocadora..
Sí se puede
De nuevo violines, viola y el contrabajo de Joan Antoni Pich para una ambientación musical cruda que atempera el tono panfletario que requiere la pieza en el film y del que han huido hábilmente sus autores. Alterada con un megáfono, una voz masculina en lucha clama: “vecinos, acerquémonos todos ayudar a la Raquel”; “hoy le toca a ella y mañana le toca a otro vecino”. El ambiente de movilización que sugiere el drama, recordando los inicio del combate ciudadano en 2007, aparece desnudo en este corte. Proclamas, eslóganes, acusaciones de las plataformas anti- desahucios recogidos con sensibilidad y oportunidad: “Este desahucio lo vamos a parar” clama un coro de manifestantes. El espectador intuye el embrión de una lucha que pasó de individual a colectiva con expresiones ya fetiche: “sí se puede”.
Duérmete
Cierra el álbum esta falsa nana con guitarras acústicas rasgadas, acordeón y flautas. Podría ser el canto de una madre que induce a su hija al sueño y a soñar para que se evada del drama. Y puede ser la voz más inquietante de Pepo Blasco apelando a no resignarse ante tanta trampa. Imágenes de nuevo lorquianas con mundos de dos soles, piedras que esconden sus pies y peces que hablan en francés. Expresividad y plasticidad en el texto y en la música. Aviso y anestesia que culmina a modo de epílogo con el texto de Domus, a lo gregoriano: “sine domu populus, sine populo domus, turspis est” (“gente sin casa, casa sin gente, es un error”).
O lo que es lo mismo por obra y gracia de la compositora ampurdanesa, el escupitajo más contundente y a la vez artísticamente elegante en todo el rostro de un sistema fallido que queda retratado en el disco y en la película: ambos, como el coral de Palafrugell, valioso y escaso, cautivador y rojo como el atuendo de la artista en la portada del álbum y -como queda ahora sí de nuevo acreditado- como la voz misma de Sílvia Pérez Cruz. Y si todo esto les parece exagerado esperen a verla. O mejor a escucharla en la gran pantalla en unos meses.