La ballena Fluker perdió la mitad de su cola al ser golpeado por un barco en el mar Mediterráneo. Luego perdió la otra mitad, esta vez, al parecer, al quedar atrapado en una red de pesca abandonada. Hace pocos días, un equipo del Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF) lo vio delgado y debilitado. Al no poder nadar, no puede alimentarse. Está viviendo de sus reservas. Agoniza.
Fluker es un “embajador” de la situación que enfrentan las ballenas en el Mediterráneo y del trato que el hombre les da, refirió el fotógrafo marino Alexis Rosenfeld tras fotografiar hace poco al rorcual común.
La ballena Fluker ha surcado las aguas del Mediterráneo desde hace más de 20 años, especialmente en el santuario marino de Pelagos, una zona protegida entre Italia, Francia y Mónaco. Todos lo reconocen por su cola amputada.
“Privado de su medio de propulsión, Fluker no puede nadar y no puede alimentarse. Su estado se deteriora día a día”, dijo Denis Ody, responsable del programa de cetáceos del WWF en Francia.
“Nosotros lo conocimos en 2006 y lo vimos dos veces ese año. Tiene una historia muy singular. Muchos animales tienen cicatrices de su encuentro con humanos. Pero un rorcual amputado de esa manera es muy poco frecuente”, señaló.
Fluker perdió el resto de su aleta en agosto de 2019, apuntó Ody. «Los veterinarios creen que se enredó en un cable o en una malla abandonada que le cortó la circulación. En ese momento pensamos que iba a morir en pocas semanas. Pero por sorpresa lo volvimos en ver en 2020. Desafortunamente, sobrevive con sus reservas propias, no puede alimentarse», lamentó.
En un viaje realizado recientemente en el Blue Panda, el barco del WWF, sus equipos constataron el estado en que se encuentra la ballena Fluker.
El santuario de Pelagos
El santuario de Pélagos, cuyo gobierno comparten Francia, Italia y Mónaco, es la primera área transfronteriza del Mediterráneo creada para proteger a los mamíferos marinos. Su territorio de 87.500 km2 se extiende más allá de la zona costera de los tres países. Es uno de los mayores retos de conservación del Mediterráneo.
Se estima que en el santuario de Pelagos hay 1.300 ballenas de aleta. Entre 8 y 40 de ellas mueren cada año como consecuencia de colisiones con buques, reporta la WWF. El rorcual común es el segundo animal más grande del mundo después de la ballena azul. Usa su cola para propulsarse y, al nadar, se va alimentando de pequeños camarones llamados krill. Su esperanza de vida sobrepasa los 80 años.
El santuario de Pelagos alberga también cachalotes, delfines, ballenas piloto y ballenas, como las ballenas de aleta. Veinte especies de cetáceos están presentes en el Mediterráneo, ocho de las cuales son comunes.
La sobrepesca y la pesca ilegal, los aparejos de pesca perdidos o abandonados, la captura incidental, el aumento del tráfico marítimo y sus impactos (colisiones, contaminación acústica subacuática), la contaminación plástica y química, amenazan continuamente a estos señores del océano. Todas las especies de mamíferos marinos presentes en el Mediterráneo ahora están sujetas a estas múltiples presiones.
Cetáceos en peligro en el Mediterráneo
Con una tasa de crecimiento del 3-4% anual, el tráfico marítimo en el Mediterráneo casi se ha duplicado desde 2002 y, según las previsiones, seguirá creciendo. En el santuario de Pelagos el riesgo de colisiones es aún mayor, más del triple, debido a la gran concentración de cetáceos y al intenso tráfico turístico alrededor de Córcega y Cerdeña.
WWF sostiene que es posible tomar medidas que permitan la convivencia entre los cetáceos y el transporte marítimo. Una sería decretar el santuario de Pelagos como zona marítima vulnerable. Esta solicitud la pueden hacer los Estados involucrados –Francia, Italia, Mónaco y posiblemente España– ante la Organización Marítima Internacional. Esto permitirá, entre otras cosas, implementar regulaciones para reducir la velocidad de los barcos en áreas de riesgo a 20 km por hora. A esa velocidad el riesgo de colisión letal se reduce considerablemente.
Otra medida es que las autoridades apoyen el desarrollo y despliegue de sistemas anticolisión de alto rendimiento. El desarrollo de un sistema operativo y funcional en el Mediterráneo podría permitir la duplicación y la adaptación a otros mares y océanos.
En Francia ya está en vigor una ley que obliga a instalar sistemas anticolisión en buques de más de 24 metros que naveguen por este santuario, incluidos los turísticos. No obstante, esa ley solo se aplica a los buques con bandera francesa.
Corsica Ferries es una empresa francesa con bandera italiana, por lo que no está obligada a ajustarse a la ley francesa. Sin embargo, decidió equipar sus embarcaciones con un sistema anticolisión. De hecho, cada avistamiento de una ballena realizado desde uno de sus barcos se transfiere por satélite a un servidor que hace circular alertas a los otros barcos con el fin de evitar una colisión.
Lea también: