La aviación se ha comprometido a alcanzar el cero neto de emisiones para el 2050. Uno de los pilares fundamentales para emprender vuelos más verdes y descarbonizados es a través de los combustibles sostenibles (SAF). El hidrógeno, el e-queroseno sintético y el biocombustible, son algunas opciones ya emprendidas por la industria aeronáutica. Pero, en 2023, se produjo un revés con un actor corporativo importante, como ExxonMobil, que se retiró de la carrera para hacer de las algas un biocombustible a gran escala para la aviación sostenible.
Aerolíneas como Iberia, Vueling, Ryanair o Wizz Air han protagonizado acuerdos con empresas como Cepsa o Repsol para el suministro de SAF.
Sin embargo, sus altos costos de producción siguen siendo una barrera para alcanzar las actuales cifras de vuelos diarios. En este sentido, la Asociación de Transporte Aéreo Internacional (IATA) cree que el SAF podría representar alrededor del 65% de la reducción de emisiones que actualmente necesita la aviación para alcanzar el objetivo de cero emisiones netas en 2050. Aun así, señalan que se necesitaría “un aumento masivo de la producción para satisfacer la demanda”.
En línea con ese objetivo, la industria de biocombustibles de algas está deseosa de posicionarse como alternativa viable en el sector. Incluso, varios programas del Departamento de Energía de EE UU y empresas privadas apuntalan esa iniciativa. Con inversiones e investigación.
Algunos expertos observan importantes avances para lanzar pronto proyectos piloto de biocombustibles de algas escalables. Esto ofrece una posible ayuda para los mercados energéticos que ahora están llenos de incertidumbres. Incluida la guerra en Ucrania.
Biocombustibles a partir de algas
A medida que se intensifica el cambio climático, aumenta la demanda de combustibles eficientes y sostenibles, especialmente para impulsar el sector del transporte. Las algas han sido aclamadas durante mucho tiempo como una posible materia prima en la elaboración de biocombustibles líquidos. Aunque muchos actores fundamentales en ese potencial mercado han eludido la fabricación de un producto escalable y rentable.
Pero eso no ha impedido que las naciones y las empresas inyecten dinero e investigación en ese nicho de producción. EE UU, Canadá y los Países Bajos lideran la investigación de biocombustibles de algas.
En febrero, Viridos, una empresa privada de biocombustibles de algas con sede en California, parecía estar en una situación precaria. Justo cuando se supo que ExxonMobil, uno de los mayores inversores en el desarrollo de tecnología de algas de Viridos, se retiró de su asociación de mucho tiempo, reseñó la web ambientalista Mongabay.
“Hemos invertido cientos de millones de dólares durante una década. Y hemos visto resultados notables en la ciencia, que ha sido revisado por pares”, dijo Todd Spitler, asesor principal de relaciones con los medios corporativos de ExxonMobil. “Las algas son una verdadera promesa como fuente renovable de combustible. Pero aún no han alcanzado un nivel que creemos que es necesario para lograr la escala comercial y global para reemplazar económicamente las fuentes de energía existentes”.
Sin inmutarse, Viridos anunció un mes después de la retirada de ExxonMobil que había recaudado 25 millones de dólares a través de un acuerdo con Breakthrough Energy Ventures y United Airlines Ventures. Así como con el competidor de ExxonMobil, Chevron, con el objetivo de desarrollar un combustible de aviación sostenible y un combustible diésel renovable (RD). Utilizando los métodos de procesamiento innovadores de Viridos y sus algas ricas en aceite modificadas genéticamente.
Se sale ExonMobil y entran nuevos capitales
«Se espera que SAF y RD hechos con aceite de algas Viridos tengan una huella de carbono reducida en un 70 %», según un comunicado de prensa publicado en Businesswire.
“Siento que tenemos exactamente lo que queremos”, señaló el CEO de Viridos, Oliver Fetzer, sobre los tres nuevos inversionistas. Destacó especialmente el fuerte compromiso de United para descarbonizar su flota aérea y el compromiso de Chevron como cliente de energía renovable.
Gracias a la financiación de 25 millones de dólares, la comercialización del biocombustible de algas de Viridos está «en el punto de mira», agregó.
“Llevamos años centrándonos en convertir las algas en aceite. Y su productividad de aceite se ha multiplicado por siete” durante un período de desarrollo, confió Fetzer. Y señaló que muchas biorrefinerías han estado fabricando aceites energéticos sostenibles durante más de una década. Elaborados a partir de una variedad de materias primas biológicas, incluidas las verduras. Para las algas, el proceso necesitó un poco más de tiempo. Estimó que Viridos necesitará dos años más para resolver los detalles del procesamiento.
“Sabemos que, en teoría, funcionará bien”, afirmó.
Fetzer le da crédito al apoyo de ExxonMobil por ayudar a Viridos (anteriormente Synthetic Genomics) a sobrevivir y prosperar. La fiebre del oro de los biocombustibles de algas y el frenesí financiero ya estaban en marcha en 2009 y dieron lugar a muchas empresas emergentes impresionantes. La mayoría de las cuales quebraron después de no poder cumplir con sus plazos de producción escalables. Hoy, Viridos es la “única empresa que queda en pie”, asentó Fetzer.
Ambientalistas cautelosos
Daniel Fishman, científico físico de (BETO (la Oficina de Tecnologías de Bioenergía del Departamento de Energía de EE UU), cree que se avecinan perspectivas prometedoras para la producción de biocombustibles de algas, a medida que la tecnología sale de su fase de I+D.
BETO actualmente está ayudando a financiar cuatro programas de prueba destinados a convertirse en proyectos escalables. Incluido el que avanza Viridos. BETO también otorgó $ 2 millones a un proyecto del Laboratorio Nacional de Energía Renovable que está extrayendo lípidos de la biomasa de algas para hacer SAF.
Estas iniciativas intentan mantener los impactos ambientales al mínimo. Por ejemplo, los proyectos bajo BETO y con Viridos usan agua de mar, no agua dulce, como medio para cultivar algas. Del mismo modo, los sistemas Viridos, incluida la Instalación avanzada de algas de California no están desarrolladas ni son cultivables. Para no reducir las tierras de cultivo de alimentos existentes.
Los ambientalistas han expresado su preocupación con respecto a la comercialización a gran escala de biocombustibles de algas. Incluido el cambio de uso de la tierra y el consumo de energía y fertilizantes durante la producción. Pero es demasiado pronto para evaluar tales impactos.
El proceso de fabricación de combustible de Viridos funciona así: comienza con microalgas, organismos unicelulares que flotan en el agua. El agua de mar utilizada es ligeramente alcalina con un pH un poco más de 7, según Fishman. A ese pH, hay un equilibrio de carbono tanto en el aire como en el agua. Luego, las algas extraen carbono del agua para crecer mediante la fotosíntesis. Sin embargo, si la química del agua fuerza más CO2 de la atmósfera al agua de mar, las algas crecen mejor y aumenta la eficiencia del carbono.
Más investigación y eficiencia
Viridos ha creado cepas de algas modificadas genéticamente que se adapta a estas condiciones de crecimiento óptimas. Fishman lo llama un desarrollo «realmente emocionante» que potencia el sistema de cultivo de algas de la compañía para mejorar en gran medida la biomasa de algas. El siguiente paso es determinar cómo “se extraen los valiosos componentes (petróleos) de esa biomasa. Y cómo se convierten en los productos (combustibles) que se necesitan”.
“Se sigue avanzando, ya sea que las empresas vayan y vengan”, refiere Fishman. “Se siguen desarrollando tecnologías emocionantes para (hacer) biomasa de algas y (producir) biocombustibles. Y está ocurriendo una nueva comercialización en el espacio de las algas”.
A pesar de años de progreso lento, ciencia minuciosa y fluctuaciones turbulentas del mercado, el biocombustible comercial de algas está a punto de llegar, coincide Fetzer. Cita la Ley de Amara para defender el volátil período de crecimiento temprano del biocombustible de algas: «Tendemos a sobrestimar el efecto de una (nueva) tecnología a corto plazo y subestimamos el efecto a largo plazo». Ahora, precisa, “15 años de dolor han quedado atrás”. Y hoy, el objetivo alcanzable es diseñar algas que se desempeñen al máximo de sus capacidades.
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