Más de 54.000 multas en un universo de 70.000 usuarios registrados ha generado la aplicación Social Monitoring en Moscú a pacientes afectados por la COVID-19, por no demostrar que mantienen la cuarentena.
Al igual que se ha hecho en países como China, Israel o Corea del Sur, las autoridades de Rusia han implantado un software de seguimiento para rastrear el coronavirus. En Moscú, donde se registra el 50% de unos 414.000 casos que se han presentado en Rusia, la molestia de las personas ha ido in crescendo desde que la aplicación entró en funcionamiento en el mes de abril.
A través de GPS, la app rastrea a los usuarios y les envía notificaciones aleatorias. Para demostrar que están en casa cumpliendo la cuarentena deben proporcionar una foto (selfi). De no hacerlo enfrentan una multa de 56 dólares cada vez.
María Alexeyeva es una de las multadas. Apenas dio positivo para el coronavirus se aisló en casa y siguió el protocolo establecido: contacto regular con los médicos, no abandonar su residencia y descargar en su teléfono inteligente la aplicación requerida.
Cuenta a la agencia AP que la app se convirtió rápidamente en una pesadilla. El software poco amigable no le permitía tomarse la foto y las horas de espera en las frecuentes llamadas a soporte técnico se hacían interminables. Al culminar la cuarentena acumulaba 11 multas por 620 dólares.
«Eso es más que mi salario mensual. Esta cuarentena ha sido dura para mí. Y ahora tengo que lidiar con esto además de eso”.
¿Cómo puede la app que no instalé rastrear mis movimientos?
El caso de Alexeyeva es uno de muchos. Con síntomas similares a los de la gripe, Svetlana Bystrova fue puesta en cuarentena en su hogar y no sabía que debía instalar la aplicación. Los médicos no le informaron y en la orden de cuarentena que firmó no observó ninguna cláusula que obligaba a su uso.
A pesar de que estuvo dos semanas de estricto autoaislamiento descubrió que fue multada en cuatro ocasiones: por no instalar la aplicación, por dejar en dos ocasiones el confinamiento y por no dar detalles de su infracción.
Le parecía justo la multa por no instalar la app, pero se preguntaba “¿cómo puede la aplicación que nunca instalé rastrear mis movimientos?».
Algo similar le ocurrió a Grigory Sakharov, quien estuvo hospitalizado con neumonía inducida por coronavirus y luego entró en cuarentena. Instaló la aplicación después de su alta, pero recibió seis multas, incluyendo dos cuando estaba en el centro asistencial.
«No me importa pagar una multa por algo que hice mal, pero no entiendo lo que estoy pagando aquí».
Las multas han permitido a las autoridades recabar tres millones de dólares. Y otro de los que ayudó a sumar a ese total fue Vladimir Perevalov, quien confiesa que instaló la aplicación, se tomó selfis diligentemente, pero fue multado tres veces por 168 dólares aunque la aplicación nunca le envió notificación alguna.
Uno de los casos más emblemáticos en este desaguisado moscovita ha sido lo ocurrido a la profesora Irina Karabulatova, quien está postrada en una cama y no ha salido en un año de su departamento. Recibió dos multas por no instalar la aplicación, pero luego de que su caso llegó a los medios de comunicación el gobierno las anuló.
HRW: “La situación es absurda”
Las historias de multas arbitrarias ha sido tal que las autoridades recibieron hasta finales de mayo, 2.500 impugnaciones y más de 200 demandas. Tres peticiones en línea para abolir la aplicación recabaron más de 94.000 firmas.
La directora asociada de la división de Europa y Asia Central de Human Rights Watch, Tanya Lokshina, dijo que nunca había conocido de una aplicación con tantas quejas, a pesar del uso que se le está dando al rastreo móvil.
“La situación es absurda. Es una locura. En lugar de servir para contener la epidemia, la app sirve para castigar a los ciudadanos respetuosos de la ley que realmente intentan cumplir con las reglas«.
HRW instó el 21 de mayo a las autoridades de Moscú a abandonar la aplicación. Y lo hizo tomando como base no solo las multas arbitrarias sino la violación que Social Monitoring hizo al violar la privacidad de los usuarios cuando accedió a su ubicación, llamadas, cámara, información de red y otros datos.
El Consejo Presidencial de Derechos Humanos de Rusia también se hizo eco de la solicitud de HRW e instó a los funcionarios a cancelar todas las multas, pero Alexei Nemeryuk, subdirector de personal del alcalde, dijo que no hay vuelta atrás y si hay quejas se debe acudir “al sistema para impugnar las multas».
Ya antes de estos casos, las organizaciones de Derechos Humanos en Moscú levantaron la voz cuando el alcalde Sergei Sobyanin autorizó en febrero un software de reconocimiento facial para rastrear a los ciudadanos chinos en la capital y cuando la policía revisaba los celulares en abril, después de que se introdujeron pases digitales en el Metro para los viajeros.
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