Imágenes satelitales muestran que desde 2016 el enverdecimiento se ha acelerado un 33% por la altas temperaturas
El continente antártico ha sido demasiado frío y seco para sostener la vida de las plantas por millones de años. En su incipiente flora destacan líquenes, musgos, hongos y, algas terrestres que están especialmente adaptadas para sobrevivir en ambientes extremos. El aumento de las temperaturas está produciendo deshielos preocupantes y el surgimiento de vegetación a una velocidad sorprendente en una región de la Antártida que se calienta rápidamente.
La mayor diversidad de especies se encuentra a lo largo del lado occidental de la Península Antártica, donde el clima es generalmente más cálido y húmedo que en otras partes del continente. Sin embargo, imágenes satelitales revelan que el área cubierta por plantas aumentó casi 14 veces en 35 años. Una tendencia que estimulará un rápido cambio en los ecosistemas antárticos.
Hace 40 años cuando iniciaron las primeras observaciones satelitales, los registros indicaban unos diminutos focos de vegetación que cubrían en total menos que un campo de fútbol. Desde entonces, la Península Antártica se ha ido calentando por el cambio climático y un nuevo estudio muestra que los musgos, junto con algunos líquenes, hepáticas y algas asociadas, han colonizado un área casi cuatro veces el tamaño del Central Park de Nueva York.
Los hallazgos, publicados en Nature Geoscience, están basados en un análisis meticuloso de imágenes Landsat de 1986 a 2021. Muestran que la tendencia al enverdecimiento es distinta de la variabilidad natural de esa región y se ha acelerado un 33% desde 2016. Tanto como cubrir casi 75 campos de fútbol por año, sostiene Inside climate News.
La vegetación cambia el paisaje de la Antártida
El aumento vertiginoso de vegetación en la Antártida «es el comienzo de una transformación dramática», señala Olly Bartlett, especialista en teledetección de la Universidad de Hertfordshire en Hatfield, el Reino Unido, y autor del estudio.
Bartlett y sus colegas analizaron imágenes tomadas de la Península Antártica, una parte del continente que se extiende hacia la punta de América del Sur. Las fotografías fueron tomadas cuando finaliza la temporada de crecimiento de la vegetación en el continente.
Los investigadores aprovecharon las propiedades de las plantas en crecimiento para evaluar qué parte del terreno estaba cubierta de vegetación. Las plantas sanas absorben mucha luz roja y reflejan mucha luz infrarroja cercana. Los científicos pueden utilizar mediciones satelitales de luz en estas longitudes de onda para determinar si un terreno está cubierto de plantas prósperas.
“Estas cifras nos sorprendieron”, afirma Thomas Roland, coautor del estudio y científico ambiental de la Universidad de Exeter, en el Reino Unido. “Es simplemente esa tasa de cambio en una zona extremadamente aislada y vulnerable lo que genera alarma”.
Jasmine Lee, científica de conservación del British Antarctic Survey en Cambridge, cree que la investigación es “realmente importante”.
Otros estudios han encontrado evidencia de que la vegetación en la península está cambiando en respuesta al cambio climático. “Pero este es el primer estudio que ha adoptado un enfoque a gran escala para observar toda la región”, afirma.
Los contrastes de las altas temperaturas
En anteriores visitas a la península los investigadores observaron que la mayor parte de la vegetación es musgo. A medida que los musgos se extienden a paisajes que antes estaban cubiertos de hielo, formarán una capa de suelo que ofrecerá un hábitat para otras formas de vida vegetal, comenta Roland. «Aquí existe un enorme potencial para ver un mayor aumento en la cantidad de especies no nativas y potencialmente invasoras», dice.
Esto es preocupante porque la flora nativa de la Antártida está adaptada a condiciones extremas y podría no ser capaz de competir con la afluencia de otras especies, agrega Lee.
Los investigadores señalan al cambio climático como el motor del cambio del paisaje del blanco al verde. Las temperaturas en la península han aumentado casi 3 °C desde 1950, lo que supone un aumento mucho mayor que el observado en la mayor parte del planeta. El ritmo «fenomenal» de expansión de la vegetación, según Roland, pone de relieve los cambios sin precedentes que los seres humanos están imponiendo al clima de la Tierra.
Estas mediciones confirman que las plantas son sensibles al cambio climático. Como siguiente paso, los científicos querían saber “si las plantas están creciendo lateralmente al mismo ritmo espectacular”, advierte. “Una cosa es que las plantas crezcan hacia arriba. Si crecen hacia afuera, entonces sabes que estás empezando a ver cambios y aumentos masivos en la cubierta vegetal en toda la península”.
Especies invasoras amenazan a plantas nativas
El estudio documenta una importante expansión horizontal de la vegetación, por lo que los investigadores están estudiando cómo las áreas recientemente desglaciadas son colonizadas por primera vez por plantas. Alrededor del 90% de los glaciares de la península Antártica se han ido reduciendo durante los últimos 75 años, precisa Roland.
“Eso no hace más que crear más y más terreno para esta respuesta potencialmente rápida de la vegetación”, refiere. “Así que, como dice Olly (Bartlett), una de las cosas que no podemos descartar es que esto realmente aumente de manera bastante drástica en las próximas décadas. Nuestros hallazgos plantean serias preocupaciones sobre el futuro ambiental de la Península Antártica y del continente”.
El cambio climático parece ser el principal catalizador de este crecimiento acelerado de la vegetación en la Antártida. Sin embargo, otro estudio realizado en la isla Signy, ubicada en las Islas Orcadas del Sur, entre 2009 y 2019 ponen al descubierto nuevos detalles.
Los investigadores proponen que la disminución de la población de focas también podría contribuir al aumento del crecimiento de las plantas. El aumento de las temperaturas junto con el cambio de los ecosistemas plantean riesgos considerables para la biodiversidad de la región. Con la introducción de especies invasoras que amenazan la existencia de plantas nativas, alterando el equilibrio ecológico.
El crecimiento y la densificación extensivos de las plantas en la Antártida ponen de relieve los efectos tangibles del calentamiento global en los delicados ecosistemas. Si esta tendencia persiste, las especies invasoras podrían eclipsar a las plantas autóctonas, lo que reconfiguraría la biodiversidad y el paisaje del continente, señala Nicoletta Cannone, autora principal del estudio en Sygni.