El cuarto lago más grande del mundo es ahora un desierto. Estéril e inhóspito. No fue obra de la naturaleza, de alguna catástrofe meteorológica, sino del hombre, de su ambición y de su ineptitud. Se redujeron sus briosos afluentes a una extensión árida, postrada en soledades y colmada de ineptitudes. Al Mar de Aral, en Asia Central, ubicado entre Kazajistán y Uzbekistán, lo convirtieron en un desastre ambiental.
Esta historia triste se planificó y ejecutó en la década de los sesenta. Antes, este lago interior, era el cuarto en el mundo después del Mar Caspio, el lago Superior y el lago Victoria. La superficie del Mar de Aral era de 68.000 km2, una masa única, continua, esplendorosa. Las actividades de su población giraban en torno al lago, un motor de desarrollo. Practicaban la pesca y realizaban operaciones comerciales vinculadas con el mar o la agricultura de subsistencia. También utilizaban el agua para el autoabastecimiento.
Durante cuarenta años el Mar de Aral empezó a retroceder día a día y con su achicamiento, murieron especies y ecosistemas que no encontraban condiciones para subsistir. A la vista de todos quedaron en la arena, las carcasas de buques oxidados de pequeño y gran calado. Los vestigios de lo que fue.
En su apogeo, el Aral era tan grande que llegó a suministrar la sexta parte de todo el pescado que se consumía en la ex Unión Soviética. Hoy solo conserva el 10% de su volumen. Por tanto, ha perdido una superficie hídrica tan grande como Irlanda.
El Mar de Aral, un desastre ambiental
¿Qué pasó con el Mar de Aral? El colapso del sistema se originó de la mano de la antigua URSS en los sesenta. Sucedió cuando Stalin ordenó efectuar obras de canalización para irrigar las llanuras adyacentes al río Sir Daria, y el delta del río Amu Daria, en los cultivos de algodón. Los trabajos resultaron ineficientes y una gran cantidad de agua se perdió por el camino, más del 70%. Lo que hizo insostenible la explotación del algodón.
La desaparición del agua fue un desastre ecológico. Vino acompañado de descalabros en la salud de sus pobladores. Cáncer esofágico, tuberculosis y diversas enfermedades respiratorias. Estas últimas, consecuencia de las tormentas de sal y polvo que además contienen residuos de los pesticidas que se emplean en los cultivos río arriba.
Estas enfermedades se han podido agravar por la existencia de un campo de pruebas de guerra microbiológica en la antigua Isla de Vozrozhdeniya, que hoy en día es una península. Además, se determinó que las tormentas de polvo contaminado registradas por el observatorio Earth de la NASA tuvieron un fuerte impacto en los cultivos cercanos.
La desecación del mar provocó también que la salinidad del agua pase de 10 g/l a 110 g/l, una barbaridad si tenemos en cuenta que la densidad media del mar en la Tierra es de 35 g/l.
Otra de las consecuencias de la desaparición del Mar de Aral es el aumento de la amplitud térmica. En un área que conformaba un oasis en mitad del desierto, ahora es paradójicamente más extremo para la vida que el propio desierto, debido a la toxicidad del suelo.
Opciones para reanimarlo
Lo ocurrido en el Mar de Aral engrosa las calamidades ambientales del siglo XX y no deben olvidarse. La responsabilidad de los hechos es repartida entre los dirigentes de la antigua URSS y los de las ex repúblicas soviéticas de Uzbekistán, Kazajistán, Turkmenistán, Kirguizistán y Tayikistán, que comparten los ríos Amu Daria y Sir Daria en alguno de sus tramos.
Señala la publicación especializada Geografía Infinita, que estos 5 países han tenido intereses enfrentados por la gestión del agua y cada uno reclama su propiedad. Con el fin de solucionar este bloqueo diplomático, los 5 “Stan” crearon en 1992 la Comisión Interestatal de Coordinación Hidrológica.
Hasta la fecha, la única actuación ha sido la de Kazajistán, que construyó una represa en la parte sur, con buenos resultados, pues se ha recuperado el nivel del agua. Sin embargo impide que circule hacia Uzbekistán y pueda seguir recuperando el sector norte.
Afortunadamente, la gravedad de la situación ha generado multitud de propuestas para evitar la extinción absoluta del Mar de Aral Sur. Las más aceptadas son la mejora de la calidad de los canales de irrigación o la imposición de tasas a los campesinos por el uso del agua de los ríos.
También la introducción de especies de algodón alternativas, cuyo cultivo requiera menor cantidad de agua. Incluso un canal de trasvase Caspio-Aral, ya que el nivel del Mar Caspio ha estado aumentando constantemente durante los últimos 20 años y posee cierto excedente.
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