En la región occidental de África, específicamente en Ghana, los productores de cacao enfrentan una situación compleja. A pesar de los altos precios internacionales que el producto alcanza en el mercado global y de ser uno de los principales productores de la semilla, paradójicamente no logran obtener las ganancias esperadas en una economía en la que la batuta la tiene el gobierno.
Este monopolio estatal establece los precios y las condiciones bajo las cuales los agricultores pueden vender su producto. Lo que los deja con una fracción de las ganancias que podrían obtener en un mercado libre. El gobierno celebra y ve como positivo para el país el aumento de los precios internacionales del cacao, pero la realidad es mucho más sombría. Los productores luchan por sobrevivir, atrapados en un ciclo de pobreza que parece no tener fin.
Venta sui géneris
El precio del cacao se determina principalmente en los mercados de futuros de productos básicos de Nueva York y Londres, que se rigen en gran medida por la oferta y la demanda. Sin embargo, los granos de cacao se comercializan según estándares diferentes en cada país. Y en África los sistemas de comercio varían mucho en sus estructuras. Por ejemplo, en Costa de Marfil, el principal productor del continente, los agricultores pueden vender a las cooperativas a las que pertenecen o comercializar directamente con empresas privadas.
Pero en Ghana, que es el segundo productor, existe un mecanismo establecido desde hace mucho tiempo que limita a los agricultores de varias maneras. No pueden negociar con compradores externos y, por tanto, carecen de control sobre sus propios precios. Solo pueden hacerlo con la agencia estatal, que luego vende el producto en el mercado mundial.
La Junta del Cacao de Ghana (Cocobod), que regula el sector, anunció recientemente que aumentaría significativamente lo que paga a los productores por tonelada. En un comunicado afirmó que «el aumento del precio al productor del cacao se ha vuelto necesario para mejorar los ingresos de los productores». Desde la tasa anterior de 20.928 cedis ghaneses (1.557 dólares) por tonelada, prometió un incremento de 60%. Es decir, 33.120 cedis por tonelada en el futuro. Esto se traduce en 2.070 cedis por saco de cacao con un peso bruto de 64 kilogramos.
Los agricultores se sienten excluidos de la toma de decisiones. «Según el precio mundial, deberíamos recibir más», manifiesta Kingsley Owusu, quien cultiva desde hace 30 años cacao junto con su comunidad. Destaca que el precio en el mercado mundial alcanzó los 10.000 dólares por tonelada.
Sin voz ni voto
Con la política de adelantar los precios de venta del cacao los productores dependen de los precios que el gobierno acuerda, sin tener voz independiente en el asunto. Cocobod dijo que esta política tiene como objetivo permitir que tanto el gobierno como los agricultores tengan cierto control colectivo sobre los mecanismos de oferta y demanda en el mercado de productos básicos. Dijo que esto asegura el suministro futuro de cacao para abordar cualquier riesgo de volatilidad de precios y al mismo tiempo estabilizar el mercado.
El portavoz de Cocobod, Fiifi Boafo, acepta que esta política de venta anticipada del cacao puede no ofrecer a los agricultores oportunidades de obtener todas las ganancias de su producción, especialmente ahora que los precios han subido en el mercado mundial. Sin embargo, cree que la política también tiene sus beneficios, ya que ha protegido a los agricultores en el pasado estableciendo tasas confiables para sus cultivos.
Un nuevo estudio de la organización humanitaria Oxfam, publicado en la Conferencia Mundial del Cacao, muestra que este enfoque ha fracasado, en parte debido al aumento de los precios de las materias primas. Aseguran que la política también fracasó porque los comerciantes pagan una prima negociada por el cacao que se basa en cualidades como el sabor, el contenido de grasa o el tamaño del grano, lo que se llama el «diferencial país».
El clima tampoco ayudan
La situación se agrava aún más por los desafíos que enfrenta la producción de cacao en Ghana. La sequía y las enfermedades han reducido las cosechas, y el cambio climático amenaza con disminuir aún más la superficie cultivable en las próximas décadas. Mientras tanto, los costos de producción continúan aumentando, erosionando cualquier ganancia marginal que los agricultores puedan experimentar.
«Ahora tenemos precipitaciones y horas de sol inusuales y, a veces, esto no se puede predecir. También tenemos muchos otros problemas, como enfermedades, que los agricultores tendrían que controlar», explica Moses Djan Asiedu, secretario de la junta directiva de la Organización de Productores de Cacao de África Occidental. «Y a veces el acceso a productos químicos para combatir [las enfermedades] también se convierte en un problema», asegura. Especialistas indican que para proteger el sector y luchar contra el calentamiento global es necesario adoptar métodos agrícolas inteligentes.
Owusu asevera que sus niveles de producción han disminuido debido al cambio climático y las enfermedades. Y también por la minería ilegal. De producir cerca de 10 sacos de cacao por temporada, ahora le cuesta llenar incluso tres. Añade que apenas gana lo suficiente para sobrevivir. Entre 2021 y 2022, Ghana produjo aproximadamente 750.000 toneladas métricas de granos de cacao. Desde esa fecha, la producción de cacao ha disminuido drásticamente. Se espera que para la temporada 2023-2024 baje casi 40%.
El desaliento no tiene edad
Los agricultores ghaneses no son ajenos a la lucha. Han pedido repetidamente un cambio en la forma en que se gestiona el mercado del cacao. Sin embargo, sus voces a menudo quedan ahogadas por la burocracia y los intereses económicos que dominan la industria. La promesa de un salario digno y una vida mejor para ellos y sus familias sigue siendo eso, una promesa. A pesar de la importancia del cacao para la economía de Ghana, la falta de beneficios justos para los productores locales plantea interrogantes sobre la viabilidad futura de la industria. La necesidad de abordar esta situación se vuelve cada vez más urgente a medida que los productores de cacao continúan envejeciendo y los más jóvenes se alejan de esta actividad.
«La mayoría de los agricultores, alrededor del 70%, tienen sobreedad y carecen de fuerza para mantener sus granjas, especialmente si no reciben suficiente dinero […] por su trabajo. Por eso abandonan sus granjas», explicó Asiedu. Para detener esta tendencia, tanto Costa de Marfil como Ghana dieron un paso inusual en 2019 para mejorar las condiciones de vida de los agricultores. Declararon que los compradores de cacao tendrían que pagar una prima adicional de 400 dólares por tonelada métrica de granos de cacao comprada para compensar el cambio y el envejecimiento del mercado laboral del cacao: el llamado diferencial de ingresos dignos.
Política fracasada
Sin embargo, un nuevo estudio de la organización humanitaria Oxfam, publicado en la Conferencia Mundial del Cacao, muestra que este enfoque ha fracasado, debido al aumento de los precios de las materias primas. «Al menos si [el precio en el mercado mundial] llegara a un cierto nivel en el que el agricultor siempre se sintiera lo suficientemente cómodo como para seguir produciendo y el comprador también pudiera permitirse el lujo de [el cacao], podríamos sostener esto», expresa Boafo. «Pero en esta situación, en la que el mercado no trabaja en interés del productor de cacao, resulta difícil para la sostenibilidad de la industria», acota.
La falta de beneficios equitativos ha desalentado a los jóvenes agricultores a seguir los pasos de sus antecesores en el cultivo de cacao. La perspectiva de un retorno financiero incierto, a pesar de los altos precios internacionales, ha llevado a una falta de generación de relevo en la industria. Para garantizar la sostenibilidad a largo plazo de la producción de cacao en Ghana, es crucial abordar las desigualdades en la cadena de suministro y garantizar que los productores locales reciban una compensación justa por su arduo trabajo. Esto podría implicar reformas en los acuerdos comerciales, la implementación de prácticas de comercio justo y el apoyo a programas que fomenten la participación de los jóvenes en la agricultura del cacao.