Un nuevo trastorno alimenticio surge, especialmente entre las jóvenes que siguen sin medida alcanzar la extrema delgadez, como canon de belleza. Además de la anorexia, que está determinada por el peso corporal anormalmente bajo y el temor intenso a aumentarlo, se une el alcoholismo. Es lo que se llama alcohorexia: cuando el alcohol reemplaza a la comida, por un desajuste que puede costar la vida.
También se le conoce popularmente como drunkorexia. Proviene de las palabras “drunk” (borracho) y “orexia” (apetito), una desviación peligrosa para la salud física y mental. Esta drástica alteración ha cobrado la vida de algunas modelos famosas o influencer y de otras tantas chicas que buscan la aceptación personal y social de su apariencia física.
Quienes sufren este desorden suprimen las calorías de las comidas mediante el consumo excesivo de alcohol. Incluso, dejan de comer por horas y por días, manteniéndose solo con estas bebidas. Creen que con este cambio no van a subir de peso.
Frecuentemente, las personas con este trastorno son conocedoras del contenido calórico de estas bebidas. Por lo que, tras el consumo, tienden a compensar el exceso de alcohol con mucha actividad física para evitar un incremento en su peso.
Se observan tres factores clave de esta perturbación: la existencia de un desorden alimenticio, el abuso de sustancias alcohólicas y el ejercicio excesivo como estrategia de compensación. Además de la restricción calórica de los alimentos, algunos se provocan vómitos, o utilizan diuréticos o laxantes, que suman mayor peligrosidad y riesgos.
Alcohorexia, más alcohol y menos comida
En la alcohorexia, ese trastorno en que se privilegia la ingesta de alcohol por encima de la comida, no hay una única causa. Tiene un origen multicausal. En ocasiones, estos desarreglos de la conducta alimentaria pueden surgir por la sobrevaloración de los estándares de belleza centrados en la delgadez y perfección.
En muchos otros casos, su aparición se debe a alguna experiencia de rechazo vinculado al aspecto físico. También pueden surgir como mecanismos de defensa ante distintos hechos o acontecimientos que ha vivido una persona. Experiencias traumáticas, abusos sexuales, situaciones estresantes y caóticas, entre otras.
Asimismo está muy relacionado a problemas de gestión emocional, inseguridad y baja autoestima, señala Orbium, un portal dedicado a las adicciones. Otra razón, argumenta, es el afán de ser aceptados en la sociedad joven, al pensar que el consumo de alcohol da estatus y los hace sentirse como adultos.
Algunas figuras del espectáculo lo han admitido públicamente. A otras se lo han atribuido medios de comunicación. Pero los nombres de Victoria Beckham, Lindsay Lohan, Tara Reid y Misha Burton se les ha asociado a la alcohorexia o drunkorencia.
La esposa de David Beckham declaró que intentaba combatir su delgadez bebiendo alcohol porque la comida la engordaba. La enfermedad de la actriz Lindsay Lohan llegó a enfrentarla con la Justicia por varios episodios de exceso de alcohol. En una oportunidad señaló que lo hacía para mantener su talla y ser reconocida en el mundo del cine.
Pero este desorden igualmente alcanza a actores reconocidos. Ashley Hamilton, quien aparece en la película «Iron Man 3», le dijo a la revista People que había sufrido de anorexia desde que era adolescente y que consumía drogas y alcohol para intentar controlar su adicción a la comida.
Graves secuelas físicas y mentales
El listado de consecuencias de la alcohorexia, exceso de alcohol y reducido consumo de comida, es muy amplio. Podría derivar en problemas dentales, gastrointestinales y hepáticos, así como la pérdida de cabello. Sin contar con los efectos mentales. Puede provocar episodios agresivos y depresivos en muchas ocasiones. De igual forma, puede generar alteraciones en la vida personal, académica o laboral de la persona.
El jefe del departamento de Epidemiología y Salud Pública de la Facultad de Ciencias de la Salud del campus Manresa de la Universidad de Vic, Abert Espelt, analizó este trastorno. Dijo a EFE que por el momento no se considera un fenómeno clínico como tal, sí es un comportamiento que se está observando cada vez más en jóvenes. Sobre todo en mujeres de entre 16 y 24 años.
Advirtió que se trata de una patología dual, esto es, propia de personas que tienen diferentes trastornos psicológicos. En la gran mayoría de casos la drunkorexia se da acompañada de síntomas de anorexia que empeoran por un consumo excesivo de bebidas alcohólicas.
Especialistas sostienen que son muchos los tratamientos. En primer lugar, ha de valorarse el estado de salud de la persona. Si se encuentra en una condición critica o de urgencia, lo primero a considerar es el ingreso hospitalario para así estabilizar su salud y evitar cualquier posible riesgo.
Después se debe trabajar la consciencia del problema en la persona, y desmontar las falsas creencias que han desencadenado ese comportamiento disruptivo. Así como tratar problemas de ansiedad, estrés o depresión.
Para todo ello, es imprescindible que exista contemplación del problema y deseo de cambio. Todo trabajo realizado se hace a través de una intervención multidisciplinar, tratando directamente el consumo excesivo de alcohol y la alteración alimenticia.