Se proyecta que en los próximos 200 años se podrían perder otras 1.305 especies. En total 7,7 millones de especies están en peligro
Las listas de especies amenazadas no dejan de crecer. Tampoco la de las extintas. Un nuevo estudio certifica la extinción de 610 especies de aves. Peor aún, prevé que otras 1.000 desaparecerán en los próximos 200 años con dañinas consecuencias para el ecosistema.
La biodiversidad se encuentra en un punto crítico. A un ritmo alarmante, especies animales desaparecen para siempre. Desencadenando una crisis ecológica de proporciones sin precedentes.
A nivel global, se estima que más de 844 especies han sido declaradas extintas, de las cuales 748 son animales y 96 son plantas. Cifra que incluye especies que han desaparecido en tiempos recientes, como ciertos peces y mamíferos.
La Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza, el organismo de referencia mundial sobre el estado de conservación de las especies, esgtima que alrededor del 20% de todas las especies animales conocidas se encuentran actualmente amenazadas de extinción. Hay más de 45.300 especies en esta categoría. Representa aproximadamente el 28% del total de las especies evaluadas. Equivale a aproximadamente 7,7 millones de especies en peligro, una cifra que indica la gravedad de la situación.
Los datos de la UICN revelan el caso de los peces, con un 34% de las especies en riesgo. Les siguen los mamíferos y anfibios, con un 25% cada uno. Los reptiles presentan un índice ligeramente inferior, alrededor del 20%. Siguen las aves con un 11% de especies amenazadas.
Más de 600 aves extintas
La comunidad científica advierte de una «sexta extinción masiva», un fenómeno que, a diferencia de las cinco anteriores causadas por eventos naturales catastróficos, está siendo impulsado principalmente por la actividad humana.
Un nuevo estudio, publicado en la prestigiosa revista Science y liderado por la Universidad de Birmingham y el CREAF, ha cuantificado el impacto de las extinciones de aves en los últimos 130.000 años. Revela una erosión de 3.000 millones de años de historia evolutiva única.
La investigación, basada en un exhaustivo análisis de colecciones de aves en museos de todo el mundo, estima que al menos 610 especies de aves se han extinguido. La causa: principalmente la actividad humana. Cifra que según los autores probablemente es una subestimación. Muchas especies perdidas podrían no haber dejado rastros óseos o fósiles.
Una estimación científica reciente elevó el número de especies extinguidas a 1.430. Independientemente de la cifra real, Tom Matthews, investigador principal del estudio señala que «la gran mayoría de las extinciones de los últimos 50.000 años son atribuibles a la acción humana».
Los autores advierten que la crisis actual no muestra signos de desaceleración. Se proyecta que en los próximos 2 siglos se podrían perder otras 1.305 especies de aves. Actualmente existen unas 11.000 especies de aves, que ocupan una amplia variedad de nichos ecológicos.
Cada extinción representa la pérdida de una rama única del árbol de la vida, con adaptaciones evolutivas que han tardado millones de años en desarrollarse. Adaptaciones que, a su vez, han sido fundamentales para el funcionamiento de los ecosistemas.
Por ejemplo, algunas aves desempeñaban roles cruciales en la polinización, la dispersión de semillas o el control de plagas. Al perder especies, se compromete la integridad y resiliencia de los ecosistemas.
«La investigación nos muestra que la crisis de extinción no solo implica una disminución en el número de especies, también una pérdida de la diversidad funcional y de linajes evolutivos «, afirma Tom Matthews.
Consecuencias ecológicas
Los investigadores advierten que la pérdida de especies de aves también elimina funciones ecológicas vitales que desempeñan en innumerables ecosistemas.
Matthews, explica que «las aves llevan a cabo una serie de funciones ecosistémicas realmente importantes, de muchas de las cuales dependemos, como la dispersión de semillas, el consumo de insectos, el reciclaje de material muerto y la polinización. Si perdemos especies, entonces perdemos estas funciones».
Señala que las islas Mauricio y Hawai son ejemplos de cómo la pérdida de especies de aves puede tener consecuencias ecológicas graves. En ellas, todos o casi todos los frugívoros autóctonos se han extinguido. Provocando extinciones secundarias en cadena y a la amenaza de muchas especies arbóreas.
El análisis también revela que ya se han erosionado un 5% de linajes, especies que son diferentes pero que comparten en sus genes un antepasado común. Según el investigador Ferran Sayol, «esto equivale a borrar 3.000 millones de años de historia evolutiva en unos pocos años, algo así como cortar toda una rama del árbol de la vida». Toda esa diversidad filogenética asociada también se pierde.
Pérdida de linaje
Si las predicciones se cumplen en el futuro, se podría perder otro 3% de linajes. Uno de ellos son las especies de la subfamilia Drepanidinae o «pájaros de la miel» endémicos de Hawaii. Que ya han perdido la mitad de las especies y son imprescindibles para polinizar las flores.
Matthews advierte que la gran cantidad de especies de aves que se han extinguido es solo una parte de la crisis de extinción. Cada especie tiene un trabajo o función dentro del medio ambiente y desempeña un papel realmente importante en su ecosistema.
La investigación expone que la escala de las extinciones antropogénicas de aves hasta la fecha ha dado como resultado una pérdida del 7% de la diversidad funcional aviar global. Una cantidad significativamente mayor de lo esperado en función del número de extinciones.
Dada la amplia gama de importantes funciones ecológicas desempeñadas por las aves, la pérdida de la diversidad funcional aviar en particular probablemente haya tenido implicaciones de largo alcance.
Las secuelas posteriores a la extinción incluyen una menor polinización de las flores, una menor dispersión de semillas, la ruptura del control de arriba hacia abajo de las poblaciones de insectos, incluidas muchas plagas y vectores de enfermedades. Así como un aumento de los brotes de enfermedades debido a la reducción del consumo de carroña.
Además, la reducción del tamaño de la avifauna global documentada en la investigación probablemente afectará la capacidad de muchas especies de plantas para rastrear el cambio climático presente y futuro.
Peor en las islas
Las extinciones de aves han tenido un gran impacto, especialmente en las islas. Ante la desaparición de una especie, es poco probable que otra cumpla su función en el ecosistema.
La pérdida de hábitats y la introducción de animales como ratas, gatos y ratones han tenido consecuencias sustanciales en las aves endémicas de las islas. Muchas de las cuales evolucionarron para no poder volar. Por lo tanto, no pueden escapar de los nuevos depredadores.
De todas las especies que se han extinguido, 80% eran insulares. Como consecuencia, ya se ha perdido un 31% de diversidad funcional en estos ecosistemas. Si no se toman medidas, se prevé que otras 1.000 especies insulares podrían extinguirse para el año 2224.
La caza humana y la captura de aves para el comercio también han sido factores importantes de extinción en el pasado y en la actualidad. La malaria aviar, introducida por el hombre, ha provocado un gran número de extinciones en Hawái, especialmente entre los meleros hawaianos endémicos, que no tenían inmunidad natural.
«La pérdida de aves en islas ha tenido un impacto desproporcionado en la biodiversidad global», afirma Matthews. «Estas especies desempeñaban roles ecológicos únicos, y su extinción ha dejado vacíos funcionales que son difíciles de llenar».
En España también
En Cataluña, el quebrantahuesos (Gypaetus barbatus) es una especie clave y vulnerable. A nivel mundial, no está amenazada, pero en esta región sí lo está. En Baleares, la pardela balear (Puffinus mauretanicus) es una especie endémica en peligro de extinción que desempeña un papel importante en los ciclos de nutrientes en las aguas costeras a través de sus desechos.
En las islas Canarias, la paloma rabiche (Columba junoniae) y la paloma turqué (Columba bollii) contribuyen a regenerar los bosques de laurisilva al alimentarse de sus frutos y dispersar sus semillas. Ambas especies empiezan a estar amenazadas en España. Su desaparición podría tener graves consecuencias para el ecosistema.
Nicolás López-Jiménez, miembro de la Unidad Sociedad y Territorio y delegado de SEO/BirdLife en Asturias, explica que el fenómeno de la extinción de aves insulares provoca que los ecosistemas donde habitan, o elementos de estos, se resientan mucho más. Ya que cuesta que se den sustituciones a corto plazo de especies generalistas por aquellas que han desaparecido recientemente.
Según Anna Traveset, ecóloga y profesora de investigación en el IMEDEA (CSIC-UIB), el estudio refuerza una advertencia clara de la ciencia: la actividad humana descontrolada está provocando una devastación masiva de la biodiversidad.
Especies perdidas
La historia del dodo, el ave no voladora de Mauricio, es un trágico recordatorio de las consecuencias devastadoras de la interacción humana con la naturaleza. Cazado hasta la extinción en menos de un siglo, se convirtió en el símbolo de la pérdida de biodiversidad causada por la actividad humana. Pero es solo una pieza de un rompecabezas mucho más grande.
Una historia similar es la de los grandes elefantes no voladores endémicos de Madagascar. Como el Aepyornis maximus, que se cree que es el ave más grande que jamás haya existido con una altura de aproximadamente 3 metros. Se extinguieron después de la llegada de los humanos a la isla.
También desaparecieron tras la colonización humana los moa no voladores endémicos de Nueva Zelanda, como el moa gigante de la Isla Sur, que rivalizaba en tamaño con los elefantes.
Otra especie extinta es la paloma mensajera migratoria de Norteamérica, se contaban con miles de millones de ejemplares, pero fue cazada hasta su desaparición. Tristes ejemplos del devastador impacto que la actividad humana puede tener en la vida silvestre y la biodiversidad del planeta.
Comprender impacto futuro
La desaparición de especies de aves puede tener consecuencias en cadena y afectar la supervivencia de otras especies en el ecosistema. Matthews advierte que la actual crisis de extinción no solo se trata de la cantidad de especies que desaparecen, sino también de la pérdida de diversidad funcional y filogenética.
La reducción del tamaño de la avifauna global documentada en la investigación probablemente afectará la capacidad de muchas especies de plantas para adaptarse al cambio climático presente y futuro.
Nicolás López-Jiménez, delegado de SEO/BirdLife en Asturias, subraya la importancia de considerar el papel funcional de las especies a la hora de diseñar estrategias de conservación. «Estas pérdidas de funcionalidad derivadas de la extinción de especies de aves podrían acarrear graves repercusiones socioeconómicas para los humanos», advierte.
El estudio resalta la urgencia de tomar medidas para detener la pérdida de biodiversidad. Para Tom Matthews, investigador de la Universidad de Birmingham y autor principal del estudio, es vital identificar disminuciones en la diversidad funcional y filogenética de las aves impulsadas por acciones humanas.
Información que es vital para establecer objetivos efectivos para las estrategias de conservación global. Así como para la restauración de los ecosistemas y los esfuerzos de reintroducción de la vida silvestre.
«Nuestros hallazgos resaltan la necesidad urgente de comprender y predecir los impactos de las extinciones antropogénicas pasadas en la función del ecosistema -apunta- Para prepararse para la magnitud de la pérdida futura prevista de las 1.000 especies de aves que se extinguirán por completo en los próximos dos siglos”.