La noche del domingo, el mundo del deporte y el entretenimiento, recibió una noticia sobrecogedora: Kobe Bryant, de 41 años, murió después de que su helicóptero se estrellara en Calabasas, una ciudad del condado de Los Ángeles. Con él estaba su hija Gianna, de 13 años, y otras siete personas, entre las que se encontraban una compañera de Gianna y sus padres, y una entrenadora.
Según el New York Times, el helicóptero obtuvo un permiso especial para volar a pesar de la neblina que cubría el sur de California, y por el cual ni siquiera la policía salió a volar esa mañana. La investigación sigue en desarrollo. Pero desde que TMZ adelantó el hecho, personas de todo el mundo, de todas las edades, se unieron en el dolor por perder a un astro mundial.
En Los Ángeles, ciudad que Kobe hizo suya, decenas de aficionados se reunieron a las puertas del Staples Center, el templo donde Bryant construyó su leyenda junto a los Lakers. Y donde, justamente, los Grammy estaban a punto de empezar. La noche más grande de la música le rindió un tributo improvisado a una estrella que brilló más allá de las canchas de baloncesto.
Un competidor incansable
Bryant comenzó su periplo por el básquet profesional con los Lakers en 1996, sin pasar por la universidad, cuando fue la elección número 13 del draft de ese año. El amor por el baloncesto de Kobe fue heredado de su padre, que también jugó en la NBA y en Italia, donde Kobe pasó parte de su infancia antes de instalarse en Philadelphia.
Junto a Shaquille O’Neal, Bryant fue parte de un equipo con el que construyó su leyenda: cinco anillos, tercer máximo anotador de la historia (ahora superado por Lebron James), 18 veces All Star, dos veces MVP de las finales y una vez MVP de la temporada, en 2007-2008.
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— ESPN (@espn) January 26, 2020
Además, con Estados Unidos ganó dos medallas de oro en los Juegos Olímpicos de Pekín 2008 y de Londres 2012. Pero, como todo gran atleta, sus números son solo la mitad de la historia. Lo que definía a Kobe en la cancha era una capacidad inaudita para siempre querer más y para jugar sin miedo, ni siquiera cuando todo parecía en contra. La «mentalidad Mamba», la llamaría él, inspirado en su apodo, Black Mamba.
Como lo describió Farghalli en un artículo para Vogue, “lo veías jugar, ladrarle a sus compañeros, demandarles que jugaran a su nivel. A veces, sentías que estabas viendo dos juegos dentro de un mismo juego: estaba el equipo contrario jugando ante los Lakers. Y estaban los Lakers tratando de jugar al nivel de Kobe”.
Bryant se retiró el 13 de abril de 2016, con 37 años, en un partido ante Utah en el que marcó 60 puntos. Casi como si quisiera dar la ilusión que el tiempo no había pasado. Como si quisiera demostrar que era el mismo jugador que 10 años atrás había marcado 81 puntos ante Toronto. Pero ya Kobe sabía que estaba listo para dar un nuevo paso.
Más allá del baloncesto
Desde que se retiró, Bryant se dedicó a la familia que formó con su esposa Vanessa Laine, con la que se casó en el 2001. La conoció en 1999, cuando ella tenía 17 años, y él 20, durante la grabación de un videoclip. Gracias a las raíces latinas de Laine, cuya madre es mexicana, Bryant aprendió español y lo hablaba con soltura.
La pareja tuvo cuatro hijas: Natalia, Gianna, quien murió junto a su padre en el accidente, Bianca y Capri Kobe, que nació hace solo siete meses. Gianna, apodada Gigi, fue la que se interesó en asumir el legado de su padre en las canchas. Precisamente, el domingo se dirigían a un juego de básquet de Gigi en su propia academia deportiva, la Mamba Academy.
Aunque los fanáticos siempre se preguntaron por los planes de Kobe para la retirada, Kobe demostró que también tenía talento para escribir historias. En 2018, ganó un Óscar con Querido Baloncesto, un corto animado basado en su poema de despedida. Su nueva misión era inspirar a los próximos atletas, incluyendo a su hija y a más niñas para entrar en la WNBA.
“Te puedes sentar aquí y decir que necesitas ser dedicado y trabajar duro. Pero si lo haces a través de historias, eso tiende a quedar más”, dijo en la presentación del filme en el Festival de Tribeca. Así, decidió contar su historia, que también tuvo críticos, altibajos y pudo haber terminado muy diferente, pero que finalmente fue una de las más grandes del deporte.
Su legado seguirá vivo con otros atletas como Lebron James, quien justamente el sábado lo había superado en la tercera plaza de máximos anotadores en la NBA, y al que, por cosas del destino, dedicó su último tuit: “Sigue mejorando el juego, hermano”.
Continuing to move the game forward @KingJames. Much respect my brother 💪🏾 #33644
— Kobe Bryant (@kobebryant) January 26, 2020
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