Ya han pasado 75 años de los Juicios de Núremberg y en Alemania los conmemoró el 20 de noviembre. Debido a la pandemia, esta ceremonia será sin público en la sala 600 del tribunal de Núremberg, la misma que usaron para juzgar en de 1945 a Hermann Goering, número dos del régimen, y a Joachim von Ribbentrop, lugarteniente de Adolf Hitler.
Frank-Walter Steinmer, presidente de la República y una autoridad moral muy respetada en el país, pronunció el discurso de un aniversario que en Alemania ocurre en medio de un contexto marcado por el auge de la extrema derecha y el antisemitismo.
El 20 de noviembre de 1945 cuando los más importantes responsables nazis tras el suicido de Hitler, Joseph Goebbels y Heinrich Himmler, fueron sentados en el banquillo de los acusados. Lo hicieron para responder por sus crímenes durante la Segunda Guerra Mundial, de 1939 a 1945.
Núremberg, símbolo del nazismo
Núremberg, casi una ciudad de escombros debido a los bombardeos, era un símbolo nazi. Fue allí donde Adolf Hitler celebraba sus actos públicos y donde se promulgaron las leyes antijudías en 1935. Les negaban la ciudadanía alemana y les prohibían casarse o tener relaciones sexuales con personas de «sangre alemana o afín». También había ordenanzas secundarias a las leyes que inhabilitaban a los judíos para votar y los privaban de derechos políticos.
Las leyes de Núremberg, como se les conoció, no definían a un «judío» como alguien con determinadas creencias religiosas. Quien tuviera familiares judíos, era señalado como judío, sin importar si se identificaba como tal o si pertenecía a esa comunidad religiosa. Muchos alemanes que no habían practicado el judaísmo durante años fueron presa del terror nazi.
Los juicios estos se extendieron por un año. Se escuchó a 240 testigos y se leyeron más de 300.000 declaraciones. Hubo 24 acusados, figuras de poder del régimen nazi. Al final, el tribunal dictó 12 condenas de muerte, 7 de prisión y 3 absoluciones.
Fue un hecho que más adelante se tradujo en la creación de tribunales especiales para juzgar a los genocidas ruandeses y a los responsables del conflicto en la ex Yugoslavia y finalmente en la Corte Penal Internacional.
La confrontación con los horrores del nacionalsocialismo
Hace 75 años comenzó la confrontación de los alemanes con los horrores del nacionalsocialismo, en medio del trauma y los escombros que dejó el desastre de la guerra. La significación de los juicios se ha transformado a través de la historia, pero desde el inicio implicaron la confrontación, aunque al principio hubiera resistencia.
En su libro de memorias Pelando la cebolla (2006). Günter Grass sostiene que él solo aceptó los crímenes del nacionalsocialismo cuando oyó por la radio que, tras las sentencias de Núremberg, Baldur von Schirach, jefe de las Juventudes Nazis, aceptó tener conocimiento del plan de exterminio de los judíos. Una experiencia que parece haber sido compartida por mucha gente en su momento.
Grass asegura que lo que le contaron los oficiales estadounidenses antes, encargados de programas de reeducación, no lo había convencido. De hecho, una encuesta que se realizó en la zona de ocupación estadounidense en noviembre de 1945 arrojó que un 65% aseguraba que con el proceso de Núremberg se habían enterado de cosas que desconocían.
Durante el verano del año siguente la cifra había aumentado al 87%. Entre lo que los encuestados decían haber oído por primera vez estaban los campos de concentración y los planes de exterminio. Se especula si detrás de esas respuestas pudo haber un intento de esculpación por parte de muchos, pero el propio Grass dice que si no se había enterado antes de los crímenes de los nazis había sido, como tantos otros, porque no quería saber.
El inicio de la cultura del recuerdo
De acuerdo con el historiador Arnd Bauerkämper, después de la celebración de los Juicios de Núremberg los procesos empezaron a interpretarse como el principio de una cultura del recuerdo. El proceso de Núremberg al comienzo no tuvo un papel muy importante, pero tiempo después se ha interpretado como el inicio de una confrontación crítica con el pasado alemán. Especialmente los crímenes de guerra, contra la humanidad y la preparación de una guerra de agresión. Si bien los aliados intentaron que esa confrontación con el pasado se iniciara mucho antes, no se consiguió porque los alemanes, asegura Bauerkämper, querían minimizar el recuerdo del pasado nazi.
Lo que se necesitó fue una generación mucho más crítica para valorar el proceso de Núremberg como el comienzo; no solo de la confrontación jurídica sobre el horror nazi, sino también como el punto de partida de lo que actualmente se conoce como una cultura de memoria.
Los Juicios de Núremberg, siempre vigentes
Los juicios también fueron el comienzo del Derecho Penal Internacional. Durante la Guerra Fría no hubo ningún otro avance en el campo del derecho internacional penal, excepto el enjuiciamiento en Israel de Adolf Eichmann. Pero las cosas fueron cambiando con el retorno de los campos de concentración en la antigua República de Yugoslavia.
En 1993 se estableció el Tribunal Penal Internacional para la antigua Yugoslavia, para penalizar a los responsables de las atrocidades masivas que estaban ocurriendo en los Balcanes en ese momento y también se estableció el Tribunal Penal Internacional para Ruanda, en 1994, después del genocidio ese año.
Cuando la Organización de las Naciones Unidas adoptó el Convenio del Genocidio el 9 de diciembre de 1984, también invitó a la Comisión Internacional de Derecho a estudiar la posibilidad de establecer un tribunal para juzgar a las personas acusadas de genocidio y otros crímenes internacionales. Un tribunal que se creó el 17 de julio 1998. Fue entonces cuando el Estatuto de Roma estableció la creación de la Corte Penal Internacional. Un tribunal que se encarga de juzgar los «más graves crímenes internacionales».
Los Juicios de Núremberg fueron el primer paso de un largo camino que aún continúa para alcanzar la justicia global.
El objetivo: no olvidar los crímenes nazis
Ha pasado el tiempo, pero no ha borrado el antisemitismo en Alemania. Al contrario, durante los últimos años los actos antisemitas han aumentado y los alemanes de fe judía sufren ataques en plena calle. Una prueba es lo que ocurrió el 9 de octubre de 2019, cuando un hombre intentó asesinar a 51 personas que oraban en una sinagoga el día de la celebración judía más importante, el Yom Kippur.
Celebraciones como la del 20 de noviembre, de los Juicios de Núremberg, o como la que se da cada 27 de enero, con la conmemoración de las víctimas del nacionalsocialismo, son fechas en las que toma fuerza el recuerdo de los desgarradores crímenes del nazismo. Pero, ¿qué tan importantes es para los alemanes el recuerdo de estos hechos?
A principios de 2020, Deutsche Welle encargó una encuesta para conocer la respuesta a esta interrogante, a través del instituto de sondeo de opinión «Infrates dimap». La entidad llevó a cabo una muestra de 1.018 entrevistas telefónicas. Investigadores concluyeron que los resultados eran, en general, «tranquilizadores».
Un 60% de los encuestados aseguró que no deberían olvidarse estos crímenes, para evitar que ocurran nuevamente. Sobre todo cuando, lamentablemente, ocurren hechos como el de octubre de 2019 que, aunque sea un poco, reviven estos horrores.
Esto no quiere decir que Alemania no haya recorrido una transformación nacional, sino que la permanencia de ideas nazis demuestran lo difícil que ha sido la lucha por mantener una cultura democrática liberal, así como el poder de la historia contra la que se ha librado esta batalla.
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