Los Juegos Olímpicos Tokio 2020 apenas comenzaron el viernes pasado. El evento se celebra este año debido a la pandemia del coronavirus, y ya ha tenido las primeras polémicas en torno al vestuario, peinado y maquillaje de las atletas femeninas en distintas competiciones. Casi todas ellas opinan igual: No se debería hacer sentir a las mujeres cohibidas por la ropa que llevan cuando compiten, sino cómodas y seguras.
Una de las primeras controversias del evento deportivo tiene que ver con el equipo noruego femenino de balonmano playa. Las atletas recibieron una multa de la Comisión de Disciplina de la Asociación Europea de Balonmano por acudir al torneo europeo con top y mallas cortas, en lugar de ponerse el bikini reglamentario con un ancho lateral de máximo 10 centímetros.
El equipo noruego primero recibió una amenaza por parte de la Federación en la que insinuaban que las multarían con 50 euros por cabeza. Más tarde, también amenazaron con desclasificarlas, por lo que finalmente tuvieron que jugar su partido contra la selección de Hungría con el uniforme oficial. Sin embargo, las jugadoras noruegas aprovecharon la atención que obtuvieron para denunciar la “hipersexualización” que se les exige a las atletas. Además, muchos internautas publicaron fotografías del equipo masculino de la misma disciplina para compararlas: su uniforme consta de una camiseta de tirantes y unos shorts a medio muslo.
Hacer deporte está asociado con la masculinidad
Por otro lado, las competiciones de gimnasia artística y de natación sincronizada también han causado controversia por cómo se peinan o maquillan las atletas femeninas. Muchos se preguntan qué tiene que ver el desempeño de las atletas con lo que usan, «¿Por qué las gimnastas deben parecer unas muñecas con lazo incluido en lugar de estar cómodas y seguras con su imagen?». O «¿Qué lugar tienen las lentejuelas en el pelo, como si ellas estuviera en un recital infantil?»
En 1978, una catedrática estadounidense de Educación Física y Kinesiología llamada Emily Wughalter habló de ese fenómeno en un trabajo académico titulado «the female apologetic” (la disculpa femenina). En su opinión, todos esos elementos se habrían implantado para ahuyentar los estereotipos de lesbianismo asociados con las deportistas. Además, los lazos y lentejuelas podrían «compensar» la falta de feminidad que implica hacer cualquier deporte en el que se muestren rápidas, fuertes y ágiles. «Hacer deportes se asocia con algo masculino», según Wughalter.
Gimnastas alemanas no se callan en Tokio 2020
El equipo de gimnasia femenino alemán ha optado por usar trajes de cuerpo entero en la calificación para los Juegos Olímpicos de Tokio 2020. Para ellas, este movimiento fue diseñado para contrarrestar «la sexualización del deporte». Además de promover la libertad de elección y alentar a las mujeres a usar lo que las haga sentir cómodas para practicar cualquier disciplina.
El equipo de Sarah Voss, Pauline Schaefer-Betz, Elisabeth Seitz y Kim Bui compitió en unas mallas rojas con blanco que cubren desde brazos hasta tobillos. En lugar del tradicional maillot ajustado, autorizado por la Federación Internacional de Gimnasia (FIG). Para Voss, de 21 años, su acción busca que todas puedan «sentirse bien sin dejar de ser elegante», según ha explicado en su cuenta de Instagram.
Por su parte, Seitz habló de las numerosas fotos de gimnastas de corta edad que circulan por internet y que atraen la atención no solo de los amantes del deporte. Renunciar al maillot ajustado y ponerse un traje de cuerpo completo supone «un gesto importante» en un deporte conocido por su dureza y su rigor, ha dicho la medallista europea y mundial. Además, tanto Seitz como el resto del equipo alemán, asegura que están ansiosas por que esta tendencia se popularice.
No obstante, las gimnastas insisten que esto no significa que ya no van a usar el leotardo usual. “Es una decisión día a día, basada en cómo nos sentimos y qué queremos. El día de la competición, decidiremos qué ponernos” y eso no debería ser un problema para los jueces. Los atuendos que cubren las piernas están permitidos por el reglamento de gimnasia en las competiciones internacionales. Pero hasta la fecha se han utilizado casi exclusivamente por razones religiosas.
La gestión de la diversidad también es un problema en Tokio
La Federación Internacional de Natación ha prohibido a las atletas usar los gorros de natación de la marca Soul Cap, pensados para el pelo de las afrodescendientes. La Federación considera que estos gorros no respetan “la forma natural de la cabeza”.
Por su parte, Danielle Obe, miembro fundador de la Black Swimming Association, ha dicho que este fallo subrayaba las desigualdades sistémicas e institucionales de este deporte. «Creemos que confirma la falta de diversidad en el deporte», dijo. «La natación acuática debe ser mejor».
El gorro de natación originario lo diseñó Speedo para evitar que el pelo fuese a la cara al nadar. “Pero el pelo afro sube y desafía la gravedad”, ha dicho Obe “Inclusividad significa que cualquier forma de la cabeza se considere normal”. Si bien hay disponibles otros gorros de baño para cabello afro, son difíciles de encontrar. Esto crea un sentido de exclusión para los miembros de la comunidad étnica minoritaria y negra.
Los medios tienen un papel importante
Para algunos expertos, los medios de comunicación juegan un rol importante en la persistencia de estos estereotipos, sobre todo en la élite. Muchos coinciden en que para las atletas es más fácil conseguir cobertura y contratos con marcas que las patrocinen si se ven extremadamente femeninas y lucen bien. “Deben permanecer deseables a los hombres”, ha escrito la profesora canadiense, Elizabeth Hardy, en un análisis de los roles de género en los juegos olímpicos de Río de Janeiro 2016.
Hardy insiste que la cobertura televisiva de los equipos femeninos “se concentra en los cuerpos de las atletas y en cómo lucen, no en el deporte». «Esto demuestra que ser estereotípicamente atractiva debería ser más importante para las atletas que ser buena en su deporte”, manifiesta la docente.
Algo parecido sucede con las atletas olímpicas que son madres y en cómo logran compaginar ambos roles. La semana pasada, la nadadora española Ona Carbonell denunció las dificultades que le ha puesto la organización de los JJOO de Tokio 2020 para seguir dando lactancia materna a su bebé de ocho meses. La condición del COI era que si las madres querían llevar a sus bebés al evento, estos no podrían alojarse con sus madres, sino en un hotel fuera de la misma, confinados bajo estricta cuarentena. «Para que yo vaya a amamantar a Kai tendría que salir de la villa olímpica e ir a su hotel, arriesgando la salud de mi equipo», dijo Carbonell.
Viéndose entre la espada y la pared, la nadadora optó por no llevar a su bebé a los Juegos Olímpicos Tokio 2020. Su cara, al despedirse de su familia en el aeropuerto lo decía todo: tristeza y decepción profunda.
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