En Judit Soto (Barcelona, 1984) se conjugan dos visiones: la de médica residente y la de paciente de varios episodios difíciles de salud. Ambas circunstancias la llevan a dar una gran importancia a lo que comemos, como prevención de las enfermedades. Está convencida de que los alimentos “determinan casi el 50 % de nuestra salud. Mientras que los fármacos y la asistencia médica suponen un 10 %”.
Sus conocimientos médicos y las duras enfermedades que ha enfrentado, los vuelca en sus redes sociales, aquietando la avidez de sus seguidores por esos temas. No contenta con esa actividad aprovechó el confinamiento para elaborar su segundo libro Salud con razón (Ediciones Paidós, 2021).
“Es mucho más lo que tú puedes hacer para prevenir la enfermedad que lo que se puede tratar cuando ya la tienes. Un buen ejemplo son las pastillas del colesterol. Son el fármaco más vendido, y lo que hacen es tratar de estabilizar las placas de colesterol para que no se desprendan. Y no atasquen las arterias, pero ya tienes la enfermedad y el riesgo ahí. Sin dieta, ejercicio y gestión del estrés, no vas a conseguir revertirlo”, dice.
La médica y escritora repasa en sus 291 páginas los malos hábitos alimenticios. Así como las enfermedades más frecuentes y crónicas de los españoles. Enfatiza que durante la crisis sanitaria, el encierro, la falta de ejercicios y la incertidumbre, acrecentaron las comidas grasas y los dulces.
Mejores alimentos y mejor salud: Judit Soto
Judit Soto sugiere emprender en una semana cualquiera un nuevo esquema alimenticio y una mirada hacia la salud.
“Con sustituir las grasas saturadas por las insaturadas ya estamos bajando un 40 % el riesgo de padecer una enfermedad cardiovascular”, apunta.
Y con 400 gramos al día de fruta y verdura es lo más eficaz para prevenirlas. Tenemos la idea de que hay que tomar quinoa, chía y cosas superexóticas, o que si no tomas un yogur equis no vas a mejorar. Hay este concepto de que hacer una buena dieta es caro, complicado, y que hay que comer cosas raras. Y nada más lejos de la realidad”.
Insiste en varias entrevistas que con una “dieta auténtica mediterránea, yendo al mercado a comprar la fruta y la verdura que haya, ya lo tienes. No es tan difícil comer 300 o 400 gramos, que son dos piezas de fruta o un plato de verdura. Tampoco hay que hacerse vegano o seguir tal dieta. Con pequeños cambios ya estás ganando muchísimo”.
Soto es sobreviviente de un linfoma, que requirió de quimio y trasplante de médula. Y en una colonoscopia tuvo el infortunio de que le fue perforada la zona y debió enfrentarse a una severa peritonitis y al shock que implicó. Además convive con la enfermedad de Crohn.
Mucho en tan corto tiempo. Aun así escribió “Salud con razón”. Allí reitera la necesidad de consumir buenos alimentos, incluso la futura mamá debe preparar a su bebé desde el embarazo. Soto segura que “la adicción al azúcar es más potente que la dependencia a la cocaína”. Se basa para ello en varios estudios, como uno de 2007 en el que, con ratones, se vio cómo elegían antes el azúcar que la cocaína.
“Somos yonquis de la comida preparada”, dice Soto, que asegura que hay muchas comidas con gran cantidad de sal o azúcar que tomamos “sin que sean sospechosas de ello”. Pone como ejemplo las galletas y bollería pero no por su exceso en azúcar, que también, sino en sal.
Soto tiene un máster en nutrición clínica y endocrinología.
Cuatro condicionantes para tomar en cuenta
En su obra señala que España tiene la mayor esperanza de vida de los países de la Unión Europea: 83,4 años, según la OCDE. E invierte presupuestos crecientes en la investigación y dotación de hospitales. Pero apenas destina un 2% a programas de prevención y promoción de la salud. Y allí está uno de los eslabones más débiles.
Coincide con Marc Lalonde, ministro de Sanidad canadiense en la década de los setenta, sobre los factores determinan la salud y qué peso tiene cada uno. “Es cierto que un buen sistema sanitario está relacionado con una buena salud de la población, pero es el factor de menos peso”.
Al igual que su colega, Judit Soto sostiene que la salud de una población está condicionada por la interacción de cuatro determinantes jerarquizados según su impacto en la reducción de la mortalidad. Son estos: estilos de vida, la biología humana, el medio ambiente y el sistema de salud. Allí está la decisión de vida, el buen camino o el malo
Una de las mejores decisiones que podemos tomar para volver al buen camino es mejorar nuestra alimentación. Es probable que en pocos años el principal factor de riesgo para la mortalidad sea la obesidad, cuya prevalencia es de 1 de cada 6 adultos en España. Sin incluir a todas las personas que tienen sobrepeso. A escala europea, esta tendencia ya se ha revertido y el principal factor de riesgo relacionado con la mortalidad es la mala alimentación. La cantidad y la calidad de los alimentos son igual de importantes. Consumir más fruta y verdura, reducir la sal, evitar el azúcar y el alcohol (que es el tercer factor de riesgo) son cambios sencillos que pueden marcar una gran diferencia.
Afirma también que si a esto le añadimos hacer ejercicio físico, estaremos creando una sinergia muy beneficiosa. Porque a falta de ejercicio físico es el cuarto factor de riesgo relacionado con la mortalidad.
Aunque sea más fácil prevenir que curar, Soto argumenta en que “ningún momento es tarde para empezar. No es blanco o negro, enfermo o sano. Es un camino y cada día con las decisiones que tomamos nos encaminamos hacia la salud o la obesidad. Aunque estemos en el camino de la enfermedad, si dejamos de avanzar, si damos un paso menos, nos quedamos más lejos”.
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