Desde Estrasburgo, tras viajar a Israel donde mantuvo reuniones con representantes del gobierno israelí y portavoces de la Autoridad Palestina, Josep Borrell grabó un mensaje en vídeo de agradecimiento a Cambio16 , que le ha distinguido como el mejor político del año, en el que afirmó que el mundo padece una pandemia de inhumanidad. “Los conflictos que desbordan el mundo son consecuencia de que cada vez valoramos menos la vida humana. No consideramos que la vida de los demás tenga valor y cada uno está atrincherado en su dolor, en su reivindicación, en su problema ignorando el de los demás”, afirmó con obvia pesadumbre.
El alto representante de la Unión Europea para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad y vicepresidente de la Comisión Europea, Josep Borrell Fontelles, recibió el Premio Cambio16 en la categoría Líderes por la Paz.
El galardón reconoce sus esfuerzos y perseverancia en defensa de la paz, un propósito incluido entre los 17 objetivos de la agenda de desarrollo sostenible de la ONU. Borrell se ha dedicado con decisión a la búsqueda de una solución política en una coyuntura geoestratégica global. Es evidente que la guerra es el resultado de un fracaso colectivo, político y moral de la comunidad internacional y que el diálogo y el avenimiento de las partes en pugna es más necesario que nunca.
Los desafíos que afronta la humanidad abarcan los conflictos alrededor de las fronteras, una creciente rivalidad entre potencias, amenazas contra el sistema multilateral, disputas en el ámbito del comercio y sobre quién establece las reglas en materia tecnológica o los efectos globales del cambio climático.
Además, se deben incluir las amenazas que se ciernen sobre el horizonte europeo, como la necesidad de compartir soberanía para sobrevivir en el contexto del siglo XXI y ser competitivos. Retos que requieren tomar partido de forma decidida por la política, el multilateralismo y un orden internacional basado en reglas que garanticen el desarrollo, la defensa de la seguridad internacional y una prosperidad compartida.
Estamos viviendo una pandemia de inhumanidad
“El mundo está viviendo una situación trágica que podríamos llamar una pandemia de inhumanidad –asentó–. Y está viviendo esta pandemia en todas partes. Conflictos olvidados, como el de los rohingyas, que están envueltos en un silencio desolador; Afganistán, del que no nos acordamos; Myanmar; las guerras del Sudán; El Sahel… Además de los que están cerca de nosotros, como Ucrania e Israel-Palestina. Esto es consecuencia de que cada vez valoramos menos la vida humana. No consideramos que la vida de los demás tenga valor y cada uno está atrincherado en su dolor, en su reivindicación, en su problema ignorando el de los demás”.
Pronosticó que la guerra en Ucrania, desgraciadamente, no va a acabar pronto, van dos años de contienda que Putin no habría podido imaginar. “Tenemos la obligación moral de seguir apoyando a Ucrania para que siga defendiéndose. Sin nosotros no podría hacerlo. Es muy importante que las opiniones públicas entiendan qué es lo que está en juego y por qué tenemos que ayudar a Ucrania”, afirmó.
«Pongamos fin al horror»
El alto representante de la Unión Europea para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad se refirió al conflicto entre palestinos e israelíes y cómo ha fracasado la solución de dos Estados a la que se llegó en los acuerdos de Oslo. Borrell afirma que será la Corte Penal Internacional la que determine si se han cometido crímenes de guerra. Mientras tanto, hizo un llamado desesperado a poner fin al horror.
“Nos ha estallado en las manos, con enorme violencia, la crisis entre Israel y Palestina, con el mayor progrom contra los judíos desde la Segunda Guerra Mundial. Y con los ataques a Gaza, que han causado miles de muertos, la mitad de ellos niños. Asediando a la población civil y privándola de los medios de subsistencia e impidiendo el acceso humanitario”, manifestó.
“La Corte Penal Internacional ha dicho que tomará cartas en el asunto y determinará las responsabilidades en situaciones que pueden constituir crímenes de guerra porque así está tipificado en el Estatuto de Roma que creó esta institución. Ahí tenemos que comprometernos mucho más con la paz. Hace 30 años que se alcanzaron los acuerdos de Oslo que especificaban que la solución era construir dos Estados para que dos pueblos que se disputan la misma tierra puedan convivir en paz. Lo hemos repetido: dos Estados, dos Estados… pero sin hacer nada, sin convertirlo en una realidad”, lamentó.
No se puede matar una idea
El ganador del premio Líder de la Paz de Cambio16, manifestó que el mundo no puede ignorar la enorme trascendencia de este conflicto, “que no es solo un horror para los palestinos de Gaza y para los israelíes, sino que también nos afectará a nosotros”.
Adelantó que la inestabilidad en esa parte del mundo provocará más oleadas migratorias, más amenazas terroristas y un mundo occidental desvinculado moralmente del resto, y con más tensiones internas en nuestra sociedad, con el incremento del antisemitismo y de la reacción ante los musulmanes.
“Estos son los problemas que ocupan hoy toda nuestra atención. Pero tenemos más problemas. Europa debe comprometerse para que sea posible la paz, que no se ha logrado porque no hemos hecho todo lo que teníamos que hacer. Este sentimiento de urgencia, de impotencia, de desesperación que nos invade a todos debería servir para que la comunidad internacional una sus fuerzas. Ni Estados Unidos solo, ni el mundo árabe solo, ni Europa en solitario van a conseguirlo”, asentó.
Declaró que la única solución para acabar con el terrorismo es ofrecer al pueblo palestino un horizonte de esperanza, de paz y de libertad. “No se puede matar una idea. La única forma es ofrecer otra mejor. Este debería ser el compromiso de todos, también de los medios de comunicación cada día, explicando lo que pasa, analizando las razones y considerando las consecuencias”.
Josep Borrell finalizó su intervención agradeciendo el premio:
“Me anima a seguir trabajando por una Unión Europea que quiere ser un actor geopolítico y que no tiene más remedio que serlo. Será difícil que resista los grandes conflictos globales que tenemos enfrente y que parece que no tienen nada que ver con la paz, pero que están en el germen de la guerra, empezando por el cambio climático o los movimientos migratorios de los que no pueden encontrar la mínima posibilidad de construir una vida digna”.