Aunque la humanidad ha perdido la oportunidad de ralentizar el cambio climático y reducir sus impactos, con las catastróficas consecuencias que cada día se ponen de manifiesto en cualquier rincón del planeta, el meteorólogo José Miguel Viñas cree que todavía estamos a tiempo de esquivar los peores escenarios que plantean las proyecciones climáticas y de adaptarnos de forma no excesivamente traumática a los cambios que, de forma cada vez más acelerada y con una mayor magnitud, están aconteciendo.
A un profundo conocimiento del clima y de la emergencia que implica el calentamiento global, José Miguel Viñas une una sólida formación científica como físico y, en palabras de Javier Martín Vide, catedrático de Geografía Física de la Universidad de Barcelona, que prologa su último libro –Nuestro reto climático, 2022, editorial Alfabeto–, una gran capacidad de transmisión del conocimiento y de empatía con el destinatario. Como comunicador, es pionero en la divulgación de información meteorológica tanto en radio como en televisión y también en Internet.
A mitad de camino entre el ensayo y el libro de divulgación científica, Nuestro reto climático ofrece, de forma amena y comprensible, todas las claves del mayor desafío al que jamás se ha enfrentado la humanidad: un rápido calentamiento global, que por primera vez es causado por la actividad humana y al que resultará difícil adaptarse si no cambiamos profundamente nuestro modelo de sociedad.
Tras un recorrido por el clima del pasado, sitúa la crisis climática a escala global en un contexto apropiado. La obra está actualizada con las conclusiones del Sexto informe del IPCCA (Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático) y expone numerosos ejemplos del impacto ligado a la subida de la temperatura y a los extremos climáticos, cuya magnitud, frecuencia y extensión son cada vez mayores.
“Me he esforzado justamente en explicar lo que está pasando, su singularidad. De seguir como hasta ahora nos encaminamos hacia un escenario climático que nos pondrá las cosas muy difíciles. Hay que cambiar profundamente nuestra sociedad y eso no significa ir a peor ni involucionar»
El autor desgrana algunas cuestiones que considera relevantes en relación al calentamiento global, con la vista puesta a su evolución futura y en las consecuencias que ello puede acarrear, ya que con independencia del lugar donde residamos y de la actividad a la que nos dediquemos, todos estamos empezando a vernos afectados y nuestro porvenir estará condicionado por la manera en la que evolucione el clima en las próximas décadas.
Asimismo, el libro incluye textos breves de muy reconocidos profesionales, investigadores de distintas ramas científicas y hasta artistas, que enriquecen su contenido, aportando reflexiones de alto nivel, que representan a la sociedad y que ofrecen distintas visiones sobre nuestro porvenir climático.
José Miguel Viñas es físico, trabaja como meteorólogo en Meteored y es consultor de la Organización Meteorológica Mundial. Tiene un amplio bagaje como divulgador de las ciencias atmosféricas, tanto en medios de comunicación como a través de sus publicaciones, conferencias y de su página web.
Desde 2004 es colaborador de RNE, junto a Pepa Fernández. El cambio climático es uno de los temas que divulga a través de la radio. Es el actual hombre del tiempo de Agropopular, el veterano programa de información agraria en COPE, dirigido por César Lumbreras.
En televisión colabora en La aventura del saber y Órbita Laika, ambos en La 2 (TVE), donde aborda con frecuencia cuestiones relativas al clima y al cambio climático, igual que en muchos de sus artículos son revistas como Muy Interesante o diarios como Heraldo de Aragón y El Ágora. Es uno de los socios fundadores de ACOMET y autor de diez libros sobre el tiempo y el clima. Su perfil en redes sociales de Twitter e Instagram es @divulgameteo.
En su nuevo libro ofrece las claves más actuales sobre el cambio climático y lo que nos espera. ¿Realmente estamos todavía a tiempo de revertir esta amenaza global? ¿Qué hemos perdido en el camino?
Estamos a tiempo de esquivar los peores escenarios que plantean las proyecciones climáticas y de adaptarnos de forma no excesivamente traumática a los cambios que, de forma cada vez más acelerada y con una mayor magnitud, están aconteciendo. Para ello, se requiere una acción climática decidida, rápida y global.
Han pasado ya más de cuarenta años desde que los científicos comenzaron a alertar sobre los riesgos y los impactos que podría conllevar el calentamiento global y no hemos actuado como reclamaban. Hemos perdido la oportunidad de ralentizar el cambio climático y reducir sus impactos. Cada año que pasa será mayor el esfuerzo para lograrlo.
Llevamos mucho tiempo gritando que viene el lobo. ¿Cuándo empezamos realmente a darnos cuenta de que el lobo ya está aquí?
No hay una fecha fija, pero llevamos unos años en que notamos cada vez más cerca “el aliento del cambio climático”, tal y como lo expreso en el libro. Anteriormente, la mayoría de la población lo veía como algo ajeno a ella, que se manifestaba en los las regiones polares o en países subdesarrollados. Hoy en día eso ya no es así. Los impactos del cambio climático afectan cada vez a más personas de forma directa. Somos más conscientes de nuestra vulnerabilidad.
Olas de calor, inundaciones, sequías… las ha habido siempre. ¿Se trata de la primera vez que se producen por efecto de la acción del hombre?
Esos y otros fenómenos obedecen a causas naturales. Lo que ocurre ahora y no ha ocurrido nunca antes en larga historia de la Tierra es que las actividades de una de las especies que habita el planeta (nosotros; los seres humanos) está modulando el clima, lo que se termina manifestando en los fenómenos hidrometeorológicos, principalmente en su intensidad o magnitud.
¿Qué características aporta el Antropoceno a estos cambios?
La velocidad a la que se está manifestando el calentamiento global es una de sus principales señas de identidad. A partir de la información climática y paleoclimática disponible, sí que hay referencias a cambios climáticos de mayor magnitud en el pasado, pero no tan rápidos, que en tan poco tiempo (décadas) se manifieste una subida de la temperatura como la actual y una “explosión” de fenómenos extremos de alto impacto como los que empiezan a generalizarse.
La magnitud, frecuencia y extensión de los fenómenos climáticos extremos es cada vez mayor. ¿Qué podemos esperar en el futuro?
En la medida en que la baja atmósfera y los océanos sigan calentándose, los extremos irán a más. Es algo que ya lo indicaba el IPCC (Panel Intergubernamental de Expertos en Cambio Climático de Naciones Unidas) en su primer Informe (año 1990). Con el paso de los años hemos ido comprobando que la predicción se está cumpliendo, particularmente en lo que a magnitud y extensión se refiere.
¿Deberemos acostumbrarnos a un futuro distópico en el que convivamos con grandes catástrofes?
El escenario apocalíptico es solo uno de los posibles. No tenemos irremediablemente que dirigirnos a él. Solo pasará si seguimos impasibles, sin hacer ningún esfuerzo por cambiar nuestro modelo de sociedad; insostenible a todas luces.
Todas las proyecciones productivas que se hagan quedan en el aire ante circunstancias como la guerra de Ucrania y la crisis energética. ¿Cómo afectaría al clima el invierno nuclear?
No creo que sobreviviera nuestra civilización; quizás sí nuestra especie, reducida a pequeños grupos de individuos dispersos por el mundo, malviviendo y tratando de adaptarse a unas condiciones muy hostiles. Cuando EEUU y la antigua URSS estaban en plena guerra fría y comenzó la escalada nuclear, un grupo de científicos –entre ellos el recordado Carl Sagan– analizaron cómo afectaría al clima terrestre un conflicto nuclear entre las dos superpotencias. Daría inicio ese invierno nuclear; una época oscura y fría, que aniquilaría a un elevado porcentaje de las formas vivas del planeta.
¿En qué escenarios son más complicadas las proyecciones?
El IPCC en su sexto y último Informe (AR6–2022) plantea cinco escenarios posibles, para cada uno de los cuales da a conocer las diferentes proyecciones climáticas, de variables como la temperatura o la precipitación. En cualquiera de los cinco escenarios (desde el de muy bajas emisiones hasta al de muy altas) hay unas incertidumbres, que los científicos tratan de cuantificar y de acotar en base al conocimiento que tienen sobre cada una de las cuestiones (procesos físicos) que se analizan.
Sostiene que resultará difícil adaptarse si no cambiamos profundamente nuestro modelo de sociedad. ¿Cómo debe ser este cambio? ¿Sobrevivirán solo los que se adapten?
Los cambios deben de iniciarse de abajo arriba (acciones individuales de muchos individuos) para que terminen aplicándose de arriba abajo (medidas gubernamentales a nivel internacional) y surtan efecto. Los países del Tercer Mundo, con menos recursos económicos, son los que tendrán, previsiblemente, más problemas de adaptación, aparte de que muchos de ellos se localizan en zonas particularmente vulnerables a algunos impactos, como la subida del nivel del mar.
¿La amenaza sería menor si no existiese superpoblación?
Los 8.000 millones de personas que, en números redondos, habitamos ahora en la Tierra impactamos de lleno en el clima principalmente por el tipo de sociedad que hemos construido. Esquilmamos recursos naturales por encima de nuestras posibilidades y emitimos gases de efecto invernadero a la atmosfera sin ningún tipo de control. Si la población mundial sigue aumentando al ritmo actual o mayor y continuamos haciendo las cosas igual (de mal), ya no es solo que el cambio climático nos ponga contra las cuerdas, sino que el riesgo de que nuestra sociedad de la abundancia colapse será muy alto. Hay que confiar en que pararemos a tiempo.
Nuestros grandes núcleos de población generan fenómenos como el efecto isla de calor urbana. ¿Cómo incrementar la resiliencia de nuestras ciudades ante los riesgos hidroclimáticos?
Entre las claves están la transformación de nuestras ciudades, con mayor presencia de espacios verdes sostenibles y menos para el tráfico rodado, y también la mejora en la eficiencia energética de los edificios, lo que aparte de contribuir al ahorro de energía conlleva una significativa mejora en el confort climático en nuestros hogares.
¿De qué forma el cambio climático incrementa la vulnerabilidad social y la desigualdad?
Aunque todos somos vulnerables al cambio climático, sus impactos castigan especialmente a los más desfavorecidos, las personas sin recursos; aquellas que viven en condiciones precarias, en lugares inadecuados, tanto por el emplazamiento como por el tipo de construcción. La ocupación de áreas inundables se corresponde mayoritariamente con las clases más bajas de la sociedad.
Es particularmente preocupante el fenómeno de las migraciones climáticas. Millones de personas se están desplazando –en una primera fase, en el interior de sus propios países– a suburbios de ciudades que en pocos años se están convirtiendo en megaurbes. Acuden allí en busca de oportunidades; de una vida mejor, dejando sus lugares de origen en muchos casos por las dificultades para sobrevivir de la actividad agrícola, debido a los impactos crecientes del cambio climático, y se hacinan en zonas altamente vulnerables a sufrir inundaciones o los impactos de los fenómenos meteorológicos extremos.
¿Los avances científicos en predicción meteorológica nos previenen cada vez de forma más acertada, pero también contribuyen a disparar todas las alarmas?
Tenemos que estar prevenidos ante cualquier evento meteorológico de alto impacto. Hoy en día tenemos herramientas de predicción muy buenas a nuestra disposición. Hace falta todavía educar más a la población en conceptos como la incertidumbre o las probabilidades de ocurrencia de un fenómeno.
«La palabra “decrecimiento” pone nerviosas a muchas personas, que la ven como una amenaza del statu quo, pero la mayor amenaza es seguir consumiendo recursos finitos como si fueran infinitos. No lo son”
Sigue estando muy arraigado el concepto de acierto o error de una predicción, así como el carácter categórico de la misma, pero en Meteorología las cosas no son así. Si hay una probabilidad mayor de un 70% de que en un lugar vulnerable a sufrir una inundación llueva con mucha intensidad durante un intervalo de tiempo dado (un periodo de varias horas), esa información tiene que llegar al ciudadano, aunque haya un 30% de probabilidades de que al final no diluvie justamente ahí y no se desborde el río.
Usted ha sido pionero en la divulgación científica en España. Sus programas en radio y televisión, así como su web divulgameteo son ya un clásico. Ahora todo el mundo opina y proliferan los expertos. ¿Cómo concienciar a la población sobre lo que está pasando y lo insostenible que es nuestro modo de vida?
Por ejemplo, escribiendo un libro como el que acabo de publicar (Nuestro reto climático, Alfabeto, 2022), o hablando de estas cosas por la radio o la televisión. Me he esforzado justamente en explicar lo que está pasando, su singularidad, y que de seguir como hasta ahora nos encaminamos hacia un escenario climático que nos pondrá las cosas muy difíciles.
Hay que cambiar profundamente nuestra sociedad y eso no significa ir a peor e involucionar. La palabra “decrecimiento” pone nerviosas a muchas personas, que la ven como una amenaza del statu quo, pero la mayor amenaza es seguir consumiendo recursos finitos como si fueran infinitos. No lo son.
Ante tanta evidencia, ¿cómo es posible que aún existan negacionistas?
El negacionismo no ha surgido solo bajo el paraguas del cambio climático. Lo hemos visto también cuando llegó la pandemia a nuestras vidas y aparecieron los antivacunas. Los negacionistas del cambio climático han ido cambiando su discurso a medida que las evidencias han sido cada vez mayores.
Ahora ya no niegan el cambio climático, ni tan siquiera que es antropogénico; se cuestiona la inutilidad de la mitigación, con la trasformación profunda de nuestra sociedad que ello implica. No se quieren bajar del carro del neoliberalismo. Es un discurso ideológico y extremista, no científico y ponderado.
Entre las reflexiones que incluye el libro, está la de su hijo, estudiante de ESO. Ante el cambio climático, ¿qué diferencia a las nuevas generaciones de las anteriores?
Yo creo que están tomando conciencia de que su futuro puede verse amenazado (ir a peor) si no transformamos la sociedad. Muchos de ellos todavía no son del todo conscientes de los cambios que van a ir viendo a lo largo de sus vidas. Viven demasiado tiempo conectados a Internet y su mundo virtual y eso crea en ellos un cierto desapego del mundo natural (real) que nos rodea. Eso es un pequeño hándicap que puede ralentizar su movilización, aunque creo que finalmente llegará y será imparable. Estamos a tiempo si actuamos rápido.