Por Juan Emilio Ballesteros
14/11/2017
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Las elecciones a decano del Ilustre Colegio de Abogados de Madrid (ICAM) se enturbian a medida que se acerca el 13 de diciembre, fecha en la que se renovará la Junta de Gobierno del colegio profesional más importante de la Unión Europea, que representa a unos 80.000 profesionales del Derecho. Los titulares de las principales candidaturas se han intercambiado denuncias ante la Comisión Electoral por fraude y manipulación. Y eso que aún no se ha alcanzado el ecuador de la campaña electoral.
El letrado José María Alonso ha denunciado el uso y abuso de los medios oficiales del Colegio en favor de la candidatura continuista de Javier Íscar, actual diputado que cuenta con el favor de la decana Sonia Gumpert. El también candidato Manuel Valero, asimismo miembro de la actual junta, denuncia por su parte uso fraudulento del censo electoral por parte de Íscar. Éste, por su parte, carga contra Alonso y lo acusa de contaminar la campaña de voto por correo poniendo a disposición de los colegiados un servicio de mensajería que paga de su bolsillo.
Alonso, que ha dirigido despachos tan prestigiosos como el de Garrigues y que ha dimitido de Baker McKenzie para presentarse a las elecciones, cuenta con el apoyo de los abogados jóvenes y quiere dignificar el Colegio para que sea una institución útil, eficiente, transparente y que se adelante a las necesidades presentes y futuras de los colegiados. Entre ellas el reto de afrontar una transformación digital que amenaza, con la Inteligencia Artificial, con llevar al paro a miles de abogados.
Ha confesado que se encuentra en la tercera fase de su vida y que ahora quiere servir y ayudar a la profesión. Desde luego, hacerse cargo del ICAM no es ningún retiro, sobre todo cuando la institución parece haber tocado fondo entre el desprestigio y la desidia. Un lío, como usted dice. ¿Le va a tocar remangarse y actuar?
En efecto, es una tercera etapa en mi vida, pero no porque esté pensando en el retiro, sino que es un paso más en una evolución en la vida de una persona. Ya he cubierto mis expectativas profesionales. He tenido la suerte de dirigir dos grandes firmas como son Garrigues y Baker McKenzie. Llega un momento en que el corazón te pide hacer otra cosa más, diferente. He sido una persona afortunada, aunque nadie me ha regalado nada. Ahora quiero devolver a la profesión todo lo que me ha dado, con espíritu de servicio y con la misma ilusión y energía. Para mí este reto es importantísimo. Sé que es un lío. Más que un cargo es una carga. Es preciso involucrarse en el desarrollo de la sociedad civil. Por consiguiente, afronto el lío con energía y también con ganas de que cuando salga de ahí ya no se hable de lío, sino de un colegio más organizado, más relevante, donde los abogados se sientan en casa, más protegidos, que tengamos una posición más relevante.
Todos los candidatos coinciden en señalar que existe un retroceso de las garantías constitucionales y una minusvaloración del papel profesional del abogado. ¿Tan mal está la profesión?
Así es. Lamentablemente yo lo acabo de vivir en un caso especialmente relevante. Tengo 64 años. En mi condición de presidente y socio director de la firma de abogado más grande del mundo noté que el tratamiento hacia mí como abogado defensor era peor que el que se le estaba dando al fiscal y al abogado del Estado. Si eso me pasa a mí con la edad y la posición que tengo no quiero decir lo que les ocurre a los jóvenes abogados: no se respeta la puntualidad ni se les deja hablar o proponer las pruebas que quieren; se les corta constantemente, como si el abogado fuera un ser de segunda clase. Por eso propicio tanto la recuperación de la dignidad.
¿No habría que buscar las causas de ese deterioro en la situación a la que se ha reducido la institución colegial, una mera oficina de trámites burocráticos?
Creo que sí. El Colegio se ha limitado a recibir las quejas y a tramitarlas, pero no a tomar una posición beligerante. Hay que ser más audaces y valientes. Saber que detrás de ti tienes a 80.000 colegiados. Somos el colegio profesional más importante de Europa. Por tanto, si un juez o una determinada comisaría o un fiscal maltratan a los abogados, ahí se tiene que personar el decano para decir: mire usted, no se lo voy a tolerar. De la misma manera que hay muchos jueces que hacen muy bien su trabajo y el decano tiene que ir a agradecerle personalmente su labor. Somos un país poco agradecido. No se puede maltratar sistemáticamente a los abogados.
¿Es verdad que quiere gestionar el colegio como si de un despacho profesional se tratase?
Esa frase mía ha sido malinterpretada en el sentido de que yo quiero beneficiar a los grandes despachos. Nada más lejos de la realidad. Lo que digo es que si un número de despachos profesionales han alcanzado cotas importantes de crecimiento, incluso en época de crisis, y han logrado atraer a los mejores abogados, darles la mejor formación y dotarles de los mejores medios y herramientas, me gustaría en el Colegio de Abogados aplicar unas prácticas que son las mejores del mercado, tanto en términos de gestión como de tecnología o formación. En muchos despachos ya se afronta el I+D. La abogacía va a cambiar de una forma dramática. La inteligencia artificial va a suponer que muchos despachos vayan a cerrar… Los grandes despachos se dedican a abordar cómo afrontar ese tipo de problemas. Pues si yo sé cómo hacerlo puedo contárselo a los compañeros. En definitiva, que el Colegio de Abogados fuera ese despacho grande, dotado de los mejores instrumentos que pudiera trasladarle esas mejores prácticas a aquellos colegiados que no tendrían esa oportunidad de otra manera.
¿Cómo se puede devolver la confianza, la transparencia y la credibilidad a la institución? Usted anuncia incluso auditorías…
La credibilidad, la ética y la transparencia son elementos fundamentales que quiero implementar. Llevar la transparencia a las actas de la Junta, crear la figura del portavoz, que todo el mundo sepa exactamente en qué se gasta el dinero. El Colegio está auditado por una firma de prestigio y yo no pongo en duda que las cuentas reflejen fielmente los gastos. Otra cosa distinta es que el dinero se haya gastado en fines beneficiosos para el Colegio, que no se haya tirado en actividades para mayor boato o beneficio de algunas personas… No tengo claro que el dinero se haya utilizado en beneficio del abogado. No digo que las cuentas no reflejen un resultado fiel o que los auditores no hayan hecho bien su trabajo.
Usted formó parte del ICAM con Antonio Hernández-Gil como decano, entre 2007 y 2012. ¿Cómo fue su experiencia?
Saqué una experiencia muy positiva porque era una junta absolutamente cohesionada, estábamos alineados y no hubo ningún tipo de deserción, como hemos visto en la última junta. En segundo lugar, fue una junta transparente y ética. Le dimos un músculo financiero al Colegio que no se ha reconocido por la junta posterior. Toda la solvencia financiera proviene de la época del decanato de Antonio Hernández-Gil. Impulsamos determinadas áreas con la creación de comisiones. Se creó la Corte de Arbitraje que yo presidí hasta que llegó otra junta. Me ocupaba fundamentalmente de tres áreas: la Corte de Arbitraje, la revista Otrosí, que se convirtió en un modelo de comunicación en materia jurídica, y la Comisión de Abogados de Empresa, que fue muy beligerante en el tema del secreto profesional.
Sobre la Junta de Antonio Hernández-Gil se han lazado todo tipo de críticas en relación con las escuchas que se produjeron en la cárcel de Soto del Real (caso Gürtel). No es cierto que no hiciéramos nada, al contrario, lo que hizo la Junta fue personarse en el procedimiento y conseguir que se anulara la validez de todas las escuchas que era el bien jurídico protegido. En definitiva, que aquellas escuchas que se habían obtenido de manera ilícita, como luego dictaminó el Tribunal Supremo, se anularan. Otros abogados han dicho que esto no fue suficiente, que habría que haberse personado como acusación particular o como acusación popular. Eso es debatible. Personarse como acusación popular probablemente no tenga la misma eficacia más allá de un gesto que conseguir, como se consiguió, que se anularan las escuchas. No puedo aceptar que se afirme que hubo dejación por parte del Colegio. Si no llega a ser por el Colegio las escuchas habrían permanecido como un elemento de prueba. Fue el Colegio el que las anuló.
¿Cree que hay que apoyar a MUSA (Mutua Sanitaria)?
La constitución de MUSA, que es lo que hicimos en la Junta en la que yo estuve, es decir separar el servicio sanitario del Colegio y crear una mutua dentro del ámbito asegurador era obligada por dos motivos. Un motivo jurídico, porque dentro del objeto social del Colegio no cabía la prestación de un seguro médico (un dictamen de un prestigioso despacho nos advirtió de que no podíamos seguir manteniendo esa situación). En segundo lugar, hay que situar un análisis económico realizado por Deloitte que concluyó que como siguiéramos con el servicio médico en la medida de que no se iban incorporando jóvenes y envejecía la población se ponía en peligro la propia solvencia del Colegio. Por eso se decidió la constitución de MUSA. Si volviera a estar en la Junta del año 2011 volvería a votar a favor. Luego, lo que se aventuraba que iba a ser una historia de éxito, no lo ha sido. No entro en la forma en que se ha gestionado dado que no formo parte de ninguno de sus órganos de gestión. Lo que sí creo es que el Colegio se ha puesto enfrente de MUSA en lugar de apoyarla intentando incrementar el número de sus asociados o de que tuviera más músculo financiero. Por contra, ha sido un hachazo tras otro. El Colegio es en buena medida culpable de la situación de MUSA. Al final lo que ha sucedido es que ha habido que incrementar las primas a los mayores de 65 años casi en un 300%, lo cual es una barbaridad que ha generado malestar. Conozco a algunos jóvenes abogados que están asegurados en Sanitas, Asisa o Adeslas y yo les pregunto: ¿por qué no en MUSA?, pues porque el Colegio no me lo ha ofrecido me responden. Hay que respetar los principios de competencia y no entrar en prácticas restrictivas. El Colegio debe por lo menos incorporar a MUSA en la oferta. Si conseguimos que vayan a MUSA además de jóvenes abogados otros profesionales, lograremos bajar las primas y que MUSA sea una entidad mucho más solvente. Yo tengo un compromiso con MUSA y me gustaría que un miembro de la Junta entrara en el Consejo de MUSA y que estableciera un punto de conexión entre MUSA y el Colegio de Abogados.
¿Por qué un abogado joven debería colegiarse, máxime teniendo en cuenta que la ley de colegios profesionales podría acabar con la obligación de colegiarse para ejercer la profesión?
Uno de los lemas que tengo es que hagamos un Colegio en el que, admitiendo la hipótesis de que la colegiación en algún momento deje de ser obligatoria, el colegiado quiera seguir. Y para eso el Colegio tiene que ser útil, que proporcione algún valor añadido. Por eso, siempre se está dispuesto a pagar dinero. Si no encuentran utilidad se darán de baja la inmensa mayoría de los colegiados y eso sería un gran error. El valor añadido está en que reciban una gran formación, en el ofrecimiento de cauces para encontrar trabajo, para relacionarse entre sí porque las relaciones entre abogados siempre generan trabajo y negocio; que se les defienda cuando son maltratados o ante las actuaciones de otros abogados; que se sienta un verdadero actor de la sociedad civil que influye en la política legislativa ante el Ministerio de Justicia, el Consejo General del Poder Judicial o la Fiscalía… De tal manera que diga que le interesa estar en ese club, porque en ese momento dejará de ser un colegio para convertirse en un club como me interesa estar en el Club de Campo o en el RACE porque ahí tengo las mejores pistas de tenis y las mejores instalaciones. Por eso sí que estoy dispuesto a pagar una cuota.
Una de sus bazas más fuertes es el respaldo tanto de los abogados jóvenes como del turno de oficio. Hay quien califica de miserable la baremación y el sistema retributivo. ¿Cuáles son sus propuestas para ellos?
Estoy extraordinariamente agradecido a la Agrupación de Jóvenes Abogados (AJA) por su apoyo a mi candidatura. Antes de contestar esta pregunta quiero decir varias cosas. La AJA se ha reunido con todos los candidatos, les ha planteado cuáles son sus problemas y sus preocupaciones de futuro. También se ha reunido conmigo. Yo no les he ofrecido nada especial para convencerles, simplemente les he dicho cuáles son mis ideas, les he escuchado y les he explicado mi programa. Al final ellos libremente han decidido apoyar mi candidatura después de evaluarlas a todas. Han considerado que la que representa mejor sus intereses es la que yo encabezo. Siempre he manifestado mi total compromiso con los jóvenes porque creo que son el presente y el futuro y los que más protección requieren. Esta es la razón por la que he incorporado a la junta a dos miembros de la junta de la AJA. En tercer lugar, me parece muy mal que se les esté criticando en este momento. La AJA es una asociación independiente, que tiene sus propios estatutos y no está vinculada a nada. Tiene que trasladar a sus asociados sus mejores criterios y si salgo elegido decano mi obligación será cumplir esas expectativas.
Por supuesto, los baremos hay que retocarlos. Están desfasados. No solo hay que retocarlos en cantidad sino en los plazos. Es verdad que se han mejorados los plazos de pago de las liquidaciones a los abogados del turno. En mi época tuvimos una batalla con el Consejero de Justicia e Interior por este motivo y la nueva Junta consiguió que los plazos se acortasen.
Mi candidatura se ha llevado en este sentido la joya de la corona que es la diputada que se ocupó de ese asunto. Lo que no podemos hablar es de junta de continuidad. Yo no estoy de acuerdo en que la continuidad con lo que había sea buena, pero aun asumiendo que fuese buena, no puede haber una junta de continuidad cuando de la junta original solo quedan cinco de 14 y además la decana no se presenta y el vicedecano forma su propia candidatura, cuando una diputada se viene conmigo y otro diputado se va con la candidatura de González-Cuéllar. Arrogarse el componente de continuidad y que exista un apoyo de la decana en ese sentido no me parece que se sostenga.
Hay quien dice que existen candidaturas progresistas y otras conservadoras. ¿Qué le parece?
No sé quién se postula como candidatura progresista. Desde luego la nuestra es apolítica. Hay cosas por las que no estamos dispuestos a pasar. De ahí el comunicado que he suscrito de acuerdo con la Constitución, la unidad de España, el cumplimiento de las leyes y el acatamiento de las decisiones de los jueces. Por lo demás hay posiciones progresistas que a nosotros nos parecen correctas y posiciones conservadoras que también nos parecen correctas. Es una junta totalmente transversal: hay gente de izquierdas, de derechas, que pertenecen al turno de oficio, que son jóvenes, que están en empresas… Honestamente no sé quién se arroga la condición de progresista. La nuestra es apolítica y tiene componentes progresistas y otros menos progresistas.
Cinco de los 14 colegios que hay en España son catalanes. ¿Cómo abordaría desde la posición de decano del colegio más poderoso y desde el Consejo General de la Abogacía la crisis catalana y su repercusión en la profesión?
Es un tema que me preocupa mucho como a todos los españoles. Lo primero que pienso hacer es irme a Barcelona y reunirme con los decanos de los colegios catalanes para convencerles de que juntos estamos mejor que separados y que aunar fuerzas nos va a hacer a todos mejores y servir mejor a los colegiados. No voy a regatear esfuerzos en este sentido. Pero también le he dicho a la presidenta del Consejo General de la Abogacía que en mí va a tener a un leal colaborador.
¿Va usted a aplicar el 155 a los colegios catalanes?
Voy a ayudar en todo lo posible aunque hay cosas que no puedo pasar porque para mí el Estado de derecho forma parte de mi profesión y por lo tanto lo tengo que defender a ultranza. No se va a aplicar a nadie el 155 y, en ese sentido, la voz del Colegio de Abogados de Madrid se oirá dentro y fuera del Consejo.
¿No le parece que se está enturbiando la campaña con acusaciones mutuas de manipulación y sectarismo entre los distintos candidatos?
En lo que a mí se refiere va a ser una campaña con limpieza, pero también con firmeza, diciendo las cosas como hay que decirlas. Lo que desde luego no voy a hacer es echar un borrón al final de mi carrera. No obstante, tampoco voy a aceptar cosas que me parece que no son aceptables porque aquí tiene que funcionar el principio de igualdad. Todos los candidatos tenemos que disponer de los mismos medios. Ha habido cosas que no me han parecido correctas. Cuando cesamos en la junta de 2012, me consta que el decano no aparecía en ningún sitio, pese a que se presentaba, ni se remitían comunicados desde el Colegio ni se realizaba ningún tipo de acto durante el periodo entre la convocatoria y la celebración de elecciones. Creo que todo esto aparentemente no se está cumpliendo ahora, de ahí la llamada de atención que he realizado. La candidatura de Javier Íscar (miembro de la directiva de la actual decana Sonia Gumpert y que cuenta con su apoyo), con quien pretendo mantener una magnífica relación, está rompiendo ese necesario equilibrio. Los candidatos solo podemos mandar dos comunicaciones y desde el propio Colegio se está comunicando continuamente a favor de determinada candidatura, ensalzando sus logros. Simplemente le he pedido a la Comisión Electoral con todos mis respetos que tenga cuidado con esto y que se mantenga la más absoluta neutralidad. El Colegio es de todos, es tan mío como de Javier Íscar o Nicolás González-Cuéllar. No tiene por qué utilizarse en mi modesta opinión de una manera que pueda beneficiar a un candidato.