La invasión de Ucrania ha acelerado la bipolarización del orden internacional. En palabras de José Luis Bonet, presidente de la Cámara de Comercio de España, se configuran dos grandes bloques: uno democrático y otro autocrático en los que se plantean las batallas del futuro. La Unión Europea debe responder ante este nuevo orden internacional profundizando en sus valores, afianzando su identidad y actuando como puente con Iberoamérica y África.
Nacido en Barcelona en 1941, en José Luis Bonet confluyen dos mundos aparentemente diferentes, pero que él no solo ha sabido compaginar, sino que los ha hecho complementarios: el mundo académico y el empresarial. Doctor en Derecho por la Universidad de Barcelona, José Luis Bonet fue durante 49 años profesor de Economía Política y Hacienda pública de la Facultad de Derecho de la Universidad de Barcelona. Paralelamente, en el mundo de la empresa, desde su nombramiento en 1966 como director comercial de Freixenet, ha participado directamente en el crecimiento y expansión de esta compañía familiar hasta llegar a la presidencia del grupo en 1999. En la actualidad, ocupa la presidencia de honor del Grupo.
Convencido de que la internacionalización es aún una asignatura pendiente de la economía y la empresa española, Bonet ha estado al frente de diversas organizaciones, cuya finalidad es ayudar y concienciar sobre la importancia de incrementar la presencia de las marcas españolas en mercados exteriores. Ha presidido durante 14 años, desde 2004 hasta 2018, el Consejo de Administración de la Fira Internacional de Barcelona. Y es presidente de honor del Foro de Marcas Renombradas Españolas, después de ocupar su presidencia durante 16 años.
«Debemos centrar nuestros esfuerzos en acompañar a las medianas y pequeñas empresas en la adopción de la sostenibilidad como eje»
Desde noviembre de 2014 es presidente de la Cámara de Comercio de España, una corporación de derecho público cuya finalidad es la representación, promoción y defensa de los intereses generales de las empresas. Está integrada por las entidades más representativas de la vida económico-empresarial del país: las grandes empresas, las cámaras de comercio nacionales e internacionales, las organizaciones empresariales y de autónomos y la Administración.
Las empresas necesitan más que nunca seguridad jurídica y estabilidad regulatoria. ¿Cómo avanzar en este ámbito?
La estabilidad jurídica y regulatoria, a la que hay sumar la estabilidad política, es de vital importancia. Las empresas son el auténtico escudo social con el que poder hacer frente a situaciones tan adversas como la crisis de la COVID-19 y la invasión de Ucrania.
Nuestras compañías han demostrado grandeza, compromiso, sacrificio y esfuerzo ejemplares, y podemos estar orgullosos. Debemos brindarles no solo estabilidad, también el mayor apoyo institucional posible y un impulso para crecer de manera más sólida, y que, a pesar de esta coyuntura adversa, puedan generar un cambio estructural de mayor calado que contribuya al crecimiento económico general y a la creación de más y mejor empleo.
Tanto la pandemia como la guerra de Ucrania han evidenciado la resiliencia y capacidad de superación de las empresas españolas. ¿Hasta qué punto las organizaciones pueden seguir manteniendo el liderazgo y su condición de escudo social en medio de una crisis económica con efectos devastadores?
Son necesarias medidas de apoyo a las empresas y a las familias. Medidas dirigidas tanto a mitigar el impacto de la subida de la inflación, como a contrarrestar la desaceleración prevista en la actividad productiva. El Gobierno ha dado pasos en esa dirección, pero son necesarias otras actuaciones que incentiven la actividad empresarial.
Hay que trabajar para conseguir un Pacto de Rentas entre patronales y sindicatos que contenga la inflación, y debemos avanzar hacia una fiscalidad favorecedora del dinamismo empresarial. Concretamente se debería contemplar:
- Rebajar el Impuesto sobre Sociedades; la deflactación de la tarifa tanto del IRPF como del Impuesto sobre Sociedades; permitir la compensación retroactiva de bases imponibles negativas o favorecer fiscalmente la autofinanciación de las empresas.
- Reducir el coste de la contratación laboral con una rebaja en las cotizaciones sociales a cargo de las empresas y autónomos.
- Intensificar la lucha contra la economía sumergida y la concienciación social y empresarial.
Afirma que, pese a todo, estamos ante una gran oportunidad para que las empresas impulsen su proceso de transformación tecnológica y digitalización con los fondos Next Generation. ¿Cómo pueden reinventarse en un contexto de recesión, inflación galopante y elevado coste de las materias primas?
La guerra en Ucrania ha alterado radicalmente el escenario económico que vislumbrábamos hace unos meses, pero no podemos permitir que frene el proceso de transformación. Es prioritario porque las empresas se enfrentan a un nuevo paradigma marcado por la digitalización, la transición ecológica, la internacionalización, el talento y el emprendimiento.
Los fondos europeos Next Generation nos brindan la oportunidad histórica de llevar a cabo una profunda y necesaria transformación estructural para repensar nuestra manera de actuar y acercarnos a la meta de alcanzar un crecimiento económico más sólido, sostenible e inclusivo. Se trata de nuestro principal proyecto país que requiere de alianzas entre el sector público y el privado y de la intervención de todos los agentes económicos y sociales para asegurar su éxito.
Las administraciones públicas no pueden hacerlo solas; las empresas, tampoco. Tenemos que ir juntos. Más que nunca, la colaboración público-privada se presenta como el elemento determinante para afrontar con éxito el enorme desafío que tenemos ante nosotros: utilizar de manera eficiente los fondos europeos y llevar a cabo las reformas estructurales comprometidas con la Comisión Europea para la obtención de dichos recursos.
¿Además de la transformación del cambio tecnológico, la sostenibilidad es otra de las claves?
Sin unas pymes sostenibles, no habrá una transformación de la economía. La sostenibilidad es una palanca fundamental y en una economía como la española, en la que las pymes representan el 99,6% del tejido empresarial y el 60,4% del empleo, la implantación de modelos de gestión sostenible en las pymes es clave.
Las grandes empresas no solo están ya en el camino, sino que son líderes. Por ello, debemos centrar nuestros esfuerzos en acompañar a las medianas y pequeñas empresas en la adopción de la sostenibilidad como eje. Representa multitud de ventajas para ellas: las hace más competitivas, permitiendo su entrada en nuevos mercados como el de la economía circular o las energías renovables; atrae a un creciente número de consumidores responsables; puede propiciar el ahorro de costes; abre nuevas oportunidades de colaboración con el sector público, así como trabajar con grandes empresas.
Las grandes compañías aceleran el cambio. ¿Qué pueden hacer las pymes cuyo músculo es mucho menor y sufren más los embates de la crisis?
El camino a seguir está marcado por las pautas establecidas desde Europa y que ya he mencionado –transformación digital, transición ecológica y formación– a las que hay que añadir la internacionalización y el emprendimiento en el caso de España.
La crisis provocada por la pandemia, a la que se une ahora la motivada por la guerra en Ucrania, ha sido disruptiva. Ha marcado un antes y un después que nos obliga a todos a cambiar, a esforzarnos y a superarnos. En esta ocasión, la superación total de la crisis va a estar ligada a un cambio profundo en la manera de hacer las cosas.
Las personas, las empresas y las administraciones tenemos que repensar nuestra manera de actuar, reinventar nuestros negocios, replantear la manera en la que abordamos las relaciones con nuestros grupos de interés.
Aboga por un pacto de Estado que implique a todos los agentes políticos, económicos y sociales, pero la polarización y la crispación política impiden el diálogo y la negociación. ¿Cómo espantar la confrontación y conjurar la incertidumbre y la volatilidad?
Es necesario y es posible. La situación es lo suficientemente crítica como para hacer un esfuerzo y buscar la unidad de acción en cuestiones esenciales. Sería imprescindible recuperar el espíritu de consenso político, social e institucional que caracterizó la transición y hacer posible un gran Pacto de Estado para la adopción de medidas económicas.
“LOS FONDOS EUROPEOS NEXT GENERATION NOS BRINDAN LA OPORTUNIDAD HISTÓRICA DE LLEVAR A CABO UNA PROFUNDA Y NECESARIA TRANSFORMACIÓN ESTRUCTURAL PARA REPENSAR NUESTRA MANERA DE ACTUAR Y ACERCARNOS A LA META DE ALCANZAR UN CRECIMIENTO ECONÓMICO MÁS SÓLIDO, SOSTENIBLE E INCLUSIVO”
¿En estos momentos qué debe pesar más la política o la economía?
Son indisolubles. La defensa de los valores democráticos es vital y debemos seguir trabajando en esa dirección en todos los ámbitos. En el aspecto económico, debemos buscar con nuestros aliados una mayor integración y cooperación, dejando de lado las políticas proteccionistas y amagos de guerra comercial que vivimos en años anteriores a la crisis de la COVID-19. Pero, sobre todo, nuestra máxima ambición en este momento debe ser la transformación de nuestro tejido productivo a partir de las ya mencionadas líneas estratégicas de actuación marcadas por la Unión Europea.
El nuevo orden internacional apunta hacia un nuevo equilibrio de bloques que da alas a la desglobalización. ¿Cómo afectará a los mercados?
La guerra va a cambiar los equilibrios geopolíticos en lo que parece una reedición de la política de bloques característica de la guerra fría: un bloque democrático en torno a la Unión Europea, Reino Unido y Estados Unidos, con este último como líder indiscutible, y un bloque autoritario en torno a China y Rusia.
A corto plazo, la guerra ha conseguido una mayor cohesión y unidad de acción de la Unión Europea en su respuesta a la invasión de Ucrania, y también una mayor cooperación entre Estados Unidos y la Unión Europea, tanto en el ámbito económico como en el militar.
A medio y largo plazo la globalización no tiene marcha atrás y no va a detenerse, pero sí va a sufrir una transformación. Estas dos crisis superpuestas que estamos viviendo –la pandemia y la guerra en Ucrania– están obligando a repensar el modelo de economía global imperante hasta el momento: es necesario diversificar mercados y fuentes de aprovisionamiento de materias primas y determinados productos esenciales, así como la relocalización de al menos una parte de la producción para amortiguar nuestra excesiva dependencia del exterior en sectores vitales y conseguir una cierta autonomía estratégica.
Por tanto, asistiremos a un acortamiento de las cadenas de valor, a su regionalización y a una nueva política de stocks para disponer de unas mínimas reservas estratégicas de bienes considerados estratégicos. El objetivo de la eficiencia, que está en el origen del alargamiento de las cadenas de valor, se compaginará con otros aspectos como la resiliencia, la seguridad en el control de sectores vitales de una economía o las cuestiones éticas.
¿Cree que Europa tiene como posibilidad acercarse más a Estados Unidos porque la independencia es imposible hoy en día por la insuficiente capacidad de defensa y esto tiene implicaciones desde el punto de vista empresarial?
La defensa de los valores democráticos constituye el nexo de unión entre Estados Unidos y Europa. La guerra y la respuesta de la Administración Biden han devuelto a Estados Unidos a una posición de liderazgo, pero en todo caso, una situación tan compleja como esta requiere medidas concertadas a nivel multilateral y, por tanto, de una intensificación del diálogo y la cooperación trasatlántica.
La OTAN será la gran beneficiada de esta crisis ya que se verá reforzada, tanto desde el punto de vista organizativo como presupuestario, puesto que la tendencia en los países miembros de la Alianza Atlántica será incrementar el gasto en defensa. En esta situación, desde la Unión Europea seguiremos con especial expectación las elecciones de mitad de mandato del próximo mes de noviembre, ya que constituyen un elemento de incertidumbre añadido en esta compleja situación.
España está llamada a ser puente trasatlántico con América y nexo de unión con África y el Mediterráneo. ¿Cómo afianzar el liderazgo?
En esta nueva política de bloques, Europa tiene que pugnar por reafirmar su propia identidad y debe aprovechar también para reforzar sus lazos con África e Iberoamérica, dos regiones de enorme interés en las que China lleva tiempo afianzándose. Dentro de ese contexto, España debe tener un papel protagonista como puente con África, por razones geográficas, y con Latinoamérica, por razones culturales e históricas. En ese marco, las organizaciones empresariales, como la red de Cámaras de Comercio, estamos redoblando esfuerzos para ayudar a las empresas españolas a abrir relaciones comerciales y empresariales en ambas regiones.