Por Jorge Neri, CEO del Grupo EIG Multimedia y editor de Cambio16
Ante situaciones complejas, normalmente la mejor respuesta es la más simple. Todo indica que Venezuela está al final del túnel y que la salida de Nicolás Maduro y su régimen es inminente. Ya sea por una vía corta, menos probable, pero no imposible, o por la vía un poco más larga, no mucho, pero de peores consecuencias para la cúpula de las Fuerzas Armadas.
Lo que es preciso entender es que la salida es inminente, sea cual sea el camino. Solo así aumentaría la posibilidad de la implementación de la primera vía, la cortísima. Frente a la encrucijada histórica en que se encuentra Venezuela, como digo, únicamente hay dos salidas.
La primera salida pasa por que las Fuerzas Armadas apoyen lo antes posible a la Asamblea Nacional y se concrete el vacío de poder o usurpación. Cualquier tesis sirve. Por esta vía, el presidente de la Asamblea Nacional efectivamente asumirá las funciones de presidente interino de la transición. Lo ampara el artículo 233 de la Constitución, que prevé la convocatoria inmediata de elecciones. Aquí estaremos en el camino de la transición y de la esperada y complicada reconstrucción de Venezuela.
Esta opción parece la menos probable, pero posible. Las Fuerzas Armadas saben que están frente a un presidente ilegitímo, sin apoyo popular y con incapacidad manifiesta y comprobada para salir de la ya incalculable crisis económica que atraviesa Venezuela.
Si el pueblo de Venezuela acompaña esta opción como está sucediendo, de abajo hacia arriba, y las Fuerzas Armadas se convencen de que la salida es inminente, pero con peores consecuencias para la cúpula de las Fuerzas Armadas en el segundo escenario, entonces la primera opción de salida no sería la menos probable.
La segunda salida es que las Fuerzas Armadas apoyen a Nicolás Maduro y su régimen, opción más probable, pero con posibilidades certeras de cambio en el corto plazo. En este escenario, Maduro y el régimen tendrían que poner presos a los miembros de la Asamblea Nacional. Los cargos serían por traición a la patria, insubordinación o cualquier otra tesis de opresión. Tal represión abriría la caja de Pandora para cualquier tipo de salida, pero salida al fin.
La opción de que las fuerzas armadas apoyen a Nicolás Maduro y logren permanecer en el poder, bajo cualquier artimaña, no es sostenible. En su contra juegan los siguientes factores que no se habían dado antes:
- Según las últimas encuestas, la Asamblea Nacional cuenta con una abrumadora mayoría (81%) de apoyo popular. También cuenta con un abrumador respaldo internacional. Se da una total cohesión popular e internacional alrededor de la Asamblea Nacional. No se puede pedir más.
- La peor crisis económica, cuyas verdaderas dimensiones y profundidad probablemente se desconocen, y que lamentablemente seguirá empeorando con el paso de los días. No hay posibilidades de reversión, por múltiples circunstancias, incluyendo las actuales de quiebre del Gobierno.
- De continuar en el poder Nicolás Maduro, se podría anticipar también un probable bloqueo económico de facto de la comunidad internacional. Se fundamentaría en la ilegitimidad de Maduro y su régimen declarada por la comunidad internacional.
- Finalmente, la poca probabilidad de ayuda adicional de Rusia y China. Ante el rechazo unánime de la comunidad internacional, bajo las actuales circunstancias, la lógica política aconseja que ambas potencias sean prudentes ante el cambio que viene.
Una vez evidenciado que la salida es inminente, solo hay que hacérsela ver a las Fuerzas Armadas para que apliquen la primera opción. Así le evitarán más dolor al pueblo venezolano y dará comienzo la fase de transición y la larga y difícil tarea de reconstrucción de Venezuela.
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