La contienda electoral de Estados Unidos sirvió para mostrar las diferencias entre las propuestas de Donald Trump y las de Joe Biden en asuntos clave. Ante una victoria del candidato demócrata –aún no oficializada, pero cada vez más aceptada– ya se especula sobre el nuevo rumbo que tomará la política de Washington en asuntos que van desde el medio ambiente y la economía, hasta las relaciones internacionales y los programas sociales. Para Europa –al igual que otras regiones del mundo– las cosas pueden ser muy diferentes de ahora en adelante.
Donald Trump adoptó una postura agresiva en algunos asuntos de política exterior. Se había comprometido a continuar con su estrategia de «Estados Unidos primero», si lograba la reelección. En cambio, un gobierno de Joe Biden probablemente se dedicará a trabajar para restablecer algunas de las políticas que el republicano dejó de lado. Encontraría oportunidades de éxito en el extranjero, pero también obstáculos para cumplir con su agenda internacional.
Joe Biden en una nueva ruta
En los primeros meses de la presidencia de Joe Biden, los expertos internacionales esperan que Estados Unidos se reincorpore al Acuerdo de París, restaure los fondos para la Organización Mundial de la Salud y se coordine con el resto del mundo en una respuesta a la pandemia de la COVID-19.
Por el otro lado, hay preocupación en sectores democráticos en América Latina, de que Biden retome algunas políticas de la administración Obama, como el acercamiento a las dictaduras de izquierda, pero con expedientes levantado por el Departamento de Justicia por corrupción, narcotráfico, lavado de capitales y crímenes de lesa humanidad.
Respecto a Europa, se espera un mayor acercamiento de las relaciones. Cabría esperar que se retomen acuerdos comerciales y de seguridad. Esto podría servir para aliviar las tensiones producto de los aranceles impuestos por uno y otro lado, así como la normalización de los convenios de seguridad al amparo de la OTAN.
En Oriente Próximo y China, se prevé que retome viejos tratados y busque alianzas con Europa, en lugar de emprender acciones unilaterales.
Un cambio de rumbo no será fácil
Trump ha pasado gran parte de su tiempo en el cargo reprimiendo políticas promulgadas por su predecesor Barack Obama. Biden, el vicepresidente de esa gestión, seguramente volverá a tomar el rumbo de entonces. Apertura a Cuba y muchos discursos .
Los observadores ven en esos cambios bruscos un problema potencialmente mayor para Estados Unidos. Ni aliados ni oponentes estarán seguros de los compromisos a largo plazo de Washington para abordar los asuntos más urgentes.
La relación con Europa
Con Trump, las relaciones entre Estados Unidos y sus antiguos aliados europeos han tenido sensibles altibajos. El mandatario marcó un cambio dramático en el tono retórico con la Unión Europea. No solo se diferenció respecto a Barack Obama. También marcó un giro respecto a republicanos conservadores, como George Bush (padre e hijo) o Ronald Reagan. Amenazó repetidamente con guerras arancelarias al bloque y se quejó de que su posición en el comercio era «peor que China».
«Europa nos ha estado tratando muy mal», dijo en febrero de este año. «Durante los últimos 10, 12 años, ha habido un tremendo déficit con Europa. Tienen barreras que son increíbles … Así que vamos a empezar con eso. Ellos lo saben».
Las relaciones no han mejorado desde entonces. El punto más álgido ha sido la disputa comercial transatlántica. La Organización Mundial del Comercio aprobó el plan de la Unión Europea para imponer aranceles a 4.000 millones de dólares en exportaciones estadounidenses por la ayuda gubernamental entregada por Washington a Boeing, el fabricante de aviones.
Acuerdos económicos
El bando demócrata ha dejado en claro que tomaría medidas concretas para poner fin a lo que Tony Blinken, el asesor principal de política exterior de Biden, llama la «guerra comercial artificial» de Trump con la UE. Al mismo tiempo, trabajará para abordar lo que llamó «desequilibrios» en comercio entre los socios.
«Necesitamos poner fin a una guerra comercial artificial que comenzó Trump … que ha estado envenenando las relaciones económicas, reduciendo empleos y aumentando los costes para los consumidores», dijo Blinken en septiembre.
Los analistas esperan que Biden, como Obama, priorice a los aliados tradicionales de Estados Unidos en Europa y Asia. El comercio internacional no es un tema pequeño en la carrera presidencial. En 2019, los miembros de la UE exportaron 384.000 millones de euros en bienes a Estados Unidos e importaron 232.000 millones, lo que equivale a un superávit comercial 152.000 millones a favor del bloque.
El enfrentamiento con China
Si la contienda presidencial de este año demostró algo es que existe un amplio consenso bipartidista en Estados Unidos sobre China. Tanto demócratas como republicanos perciben a Pekín como una amenaza creciente, que actúa con impunidad, en perjuicio de sus adversarios, para promover sus propios intereses económicos y sociales.
La diferencia crucial, sin embargo, es la forma en que Biden abordaría el problema de China. Trump ha buscado en gran medida resolver el asunto solo, intensificando una guerra comercial cada vez más punitiva, que ha dejado a cada país imponiendo aranceles por cientos de miles de millones de dólares a los bienes del otro.
La campaña de Biden señaló que buscará trabajar con la Unión Europea y otros aliados para contrarrestar la amenaza de China.
La gran incógnita de América Latina
Uno de los asuntos más controversiales en la carrera hacia la Casa Blanca ha sido América Latina. En especial, ha causado mucho ruido el posible regreso a la política de Barack Obama, de acercamiento y levantamiento de las sanciones a la dictadura cubana, y su posible repercusión en el mantenimiento del régimen chavista en Venezuela, además de la propagación de este tipo de sistemas por el resto del continente.
El mayor lastre es que muchos exiliados cubanos resienten la decisión del presidente Barack Obama de normalizar las relaciones diplomáticas con Cuba en 2014. El malestar no puede ser desestimado. Para los analistas políticos en el sur de la Florida, la derrota de Biden en ese estado se debió a que, en lugar de proponer un plan para lograr cambios políticos en Venezuela y Cuba, pensó que podían ganar en Miami hablando sobre las propuestas de inmigración y los planes de salud.
La campaña demócrata enfatizó constantemente la promesa de Biden de otorgar estatus de protección temporal a los venezolanos-estadounidenses (TPS) y restablecer los viajes familiares a Cuba. Pero esos no eran sustitutos para la mayor preocupación de los exiliados: terminar con las dictaduras.
En privado, John Kerry, quien era Secretario de Estado cuando Obama normalizó las relaciones con Cuba, ha dicho que estaba decepcionado de que los planes de lograr un cambio político hacia la democracia en la isla no salieron como esperaban.
Los conflictos en Oriente Próximo
Oriente Próximo es una región donde se espera que una posible administración de Joe Biden reenfoque la política de Estados Unidos en temas como Irán y presione por el respeto de los valores normativos en toda la región. Pero también es probable que quiera reducir el nivel de participación de Washington. Estos cambios crearán oportunidades y desafíos.
En junio de 2015 se llegó a un acuerdo para limitar el programa nuclear de Irán entre Teherán, China, Rusia, Reino Unido, Estados Unidos, Francia y Alemania, junto con la Unión Europea.
El acuerdo preveía que, a cambio de que Irán eliminara o redujera su arsenal de uranio enriquecido, obtendría alivio de las sanciones internacionales. Trump, sin embargo, anunció en mayo de 2018 que Estados Unidos se retiraría del acuerdo «horrible» y restablecería las sanciones.
La controvertida decisión renovó con bríos las tensiones entre los dos países.
Joe Biden ha dejado en claro que le gustaría volver al acuerdo nuclear con Irán. Por otro lado, ha subrayado su apoyo a un enfoque diplomático para reducir las tensiones entre Irán y los estados del Consejo de Cooperación para los Estados Árabes del Golfo.
Su elección podría generar un impulso para llevar a cabo un diálogo de seguridad regional. Este esfuerzo incluiría las conversaciones entre Arabia Saudita e Irán. Esto es algo que los europeos han apoyado durante mucho tiempo, particularmente en lo que se refiere a Yemen e Irak.
El caso de Israel
Las mayores dudas están en el lado de Israel. Como presidente, Donald Trump reconoció a Jerusalén como su capital y trasladó la embajada norteamericana a la ciudad. También reconoció la soberanía israelí en los Altos del Golán. Impulsó dos acuerdos de paz entre Israel y países árabes del Golfo (Emiratos Árabes Unidos y Bahrein) y el acuerdo de normalización con Sudán.
Benjamín Netanyahu ha calificado a Trump del «mejor amigo que jamás haya tenido Israel en la Casa Blanca». Este domingo, le dio las gracias por haber encumbrado la relación bilateral «a cimas inigualadas».
Más diplomacia
En resumen, Joe Biden ha señalado que hará tres cosas para redireccionar la política exterior de Estados Unidos. Y todas se resumen en una vía: colocar como prioridad la diplomacia. Primero, cambiará el tono de las relaciones exteriores. Este variación probablemente también incluirá la reincorporación a algunos de los tratados y acuerdos internacionales que Washington abandonó bajo la administración Trump.
Los más importantes incluyen el Acuerdo Climático de París, del que Estados Unidos se retiró oficialmente el 4 de noviembre. También trabajaría en la restauración de fondos para el Panel Intergubernamental de Cambio Climático de las Naciones Unidas.
Por otro lado, se prevé que decida extender el tratado de armas nucleares New START, el acuerdo de control armamentista con Rusia que expira en febrero. En ese caso, el gobierno entrante de Joe Biden probablemente tendrá que trabajar con las autoridades salientes para avanzar en el acuerdo.
Menos gasto militar
En segundo lugar, en contraste con los grandes aumentos en el gasto militar de la presidencia de Trump, Joe Biden podría hacer recortes modestos. Ha insinuado una presencia militar más pequeña en el extranjero. También es probable que cambie algunas prioridades en el Pentágono como, por ejemplo, el énfasis en armas de alta tecnología.
En tercer lugar, es muy factible que Joe Biden continúe con algunas prioridades de política exterior de Bush, Obama y Trump. Específicamente, buscará poner fin a la guerra en Afganistán. También se mantendrá enfocado en derrotar al Estado Islámico y Al Qaeda. Ha dicho que reduciría los actuales 5.200 efectivos estadounidenses en Afganistán a entre 1.500 y 2.000 soldados.
Y al igual que las presidencias de Bush, Obama y Trump, Joe Biden priorizará las amenazas económicas y militares que plantea China. Pero, de acuerdo con su énfasis en la diplomacia, es probable que también trabaje más para restringir a China a través del compromiso diplomático. Trabajaría con los aliados de Estados Unidos.
El mundo a la expectativa
El impacto de estos cambios está por verse. El alivio de las tensiones de Estados Unidos con otros países (en especial con sus aliados tradicionales) sería positivo. También hay consenso en los beneficios de volver a la senda de apoyar la lucha contra el cambio climático.
Por el contrario, sectores conservadores ven con preocupación que una menor presión de Estados Unidos sirva para que se fortalezcan regímenes conflictivos, como las dictaduras de izquierda en América Latina y los fundamentalistas en Oriente Próximo.
Las opiniones están divididas. Lo único seguro es que con Joe Biden habrá cambios significativos en la política exterior de Estados Unidos. A Europa le toca una nueva etapa.
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