Jill Lepore es una historiadora estadounidense que se ha dedicado a escudriñar con sobrada documentación los hechos más trascendentales de su país. Autora de nueve libros, escritora en The New Yorker y analista de los acontecimientos que han dejado huella. Habla de la tecnología y su contribución a la historia y el periodismo, y afirma que “Internet no ha cumplido su promesa de democratización”.
Acuciosa y altamente demandada por los protagonistas de la historia política de Estados Unidos y por quiene la registran o estudian, Lepore se ha ganado un sitio como crítica veraz de los eventos que han sucedido en las últimas décadas. En sus ensayos y obras discurren la “violencia política”, la “guerra cultural cruel e interminable”, “una serie de crisis constitucionales”, el “cambio climático catastrófico” y “una pandemia global”.
En una extensa entrevista para Los Angeles Review of Books, la catedrática de Historia Americana de la Universidad de Harvard en el David Woods Kemper se refirió a la posibilidad de que Internet pueda servir como “biblioteca” que salve la civilización. “Internet es un producto asombroso del ingenio humano y un archivo increíble. Pero lo difícil de Internet, desde el punto de vista de un historiador, es el hecho de que no ha cumplido su promesa de democratización. Y no sólo de nuestra política sino también de los registros históricos”, comentó Lepore.
En su amplio catálogo de escritos están los siguientes títulos These Truths: a History on the United States, The whites of their eyes: the tea partys revolution and the battle, Diese Wahrheiten’ y entre otros, Joe Goulds’s Teeth. Además de un centenar de ensayos y podscats.
La democratización de Internet
Jill Lepore se refiere a la tecnología, la verdad, la política, el mercantilización de la desinformación. Ese fino y hasta débil límite de los conceptos y usos que se mueven según los intereses. Cuenta que terminó haciendo una serie de podcasts que se convirtió en un audiolibro llamado ¿Quién mató la verdad? “Una historia de la evidencia (2023) porque esa pregunta me fascinó. Por ejemplo, ¿cómo llegamos al año 2005, cuando Stephen Colbert utilizó el término “veracidad”, en respuesta a la “evidencia inquebrantable” de armas de destrucción masiva en Irak?”.
Entonces, comenta, “tuvimos un momento muy inquietante de ¿qué pasaría si los formuladores de políticas estuvieran creando una realidad alternativa? Mirando hacia atrás, parte de ese momento de veracidad de 2005 tuvo que ver con el cambio de poder político. Pero también con ansiedad tecnológica. En 2005 habrían transcurrido aproximadamente nueve años de la existencia de Internet” (todavía en deuda con la democratización) “y estábamos en la cúspide de las redes sociales”.
Sostiene que parece un momento bastante estable en relación con el lugar en el que nos encontramos ahora: «Deepfakes, cero responsabilidad por mentir para postularse para un cargo. Y la mercantilización de la desinformación. Llevamos décadas viviendo con una industria importante, la de los combustibles fósiles, mintiendo deliberadamente sobre las consecuencias de gran parte de la economía mundial y su funcionamiento. Ahora estamos temblando. Eso es bastante diferente de lo que creo que éramos en 2005. Entonces, ¿es más disparatado? Sí. ¿Es de lo más disparatado? No sé”.
De los hechos a los datos
También la historiadora escribe que la era de los hechos está llegando a su fin: «El lugar que alguna vez ocuparon los ‘hechos’ está siendo asumido por los ‘datos’. Durante años he impartido una clase en la Facultad de Derecho de Harvard llamada historia de la evidencia. Mientras la impartía desarrollé una teoría con mis alumnos sobre la transformación de la unidad elemental de conocimiento a lo largo de la historia de Occidente. Del ‘misterio’ al ‘hecho’, de ‘números’ a ‘datos’. El ‘misterio’ es lo que Dios sabe pero los humanos no pueden saber”.
«Durante gran parte de la historia de la humanidad, gran parte de cómo suceden las cosas en el mundo natural fue un misterio para nosotros. ¿De dónde viene la vida? ¿Qué sucede cuando morimos?, dejándonos con una gran humildad y una vulnerabilidad increíble. Muchas de estas cosas siguen siendo misterios, pero muchas cosas han sido reveladas. Por ejemplo, cómo se transmiten las enfermedades. El surgimiento de lo que los historiadores llaman ‘el culto al hecho’ está asociado con los inicios del juicio por jurado, que comienza en el siglo XIII. Cuando la gente común es encargada de escuchar las pruebas presentadas por dos partes en una disputa y determinar el veredicto. Esto significa que la verdad se basa en la presentación de hechos o actos observados».
«El hecho -sostiene Lepore- transformó todos los ámbitos del conocimiento. La revolución científica depende de la idea del hecho y el periodismo pasa a depender de la idea del hecho y las historias tienden a entenderse a sí mismas como compilaciones e interpretaciones de hechos”.
Lepore, el periodismo y la historia
La académica insiste en internet, su democratización y la vuelta a la era del misterio:
«Creo que si se reorganiza toda la humanidad en torno a la predicción y, sin embargo, la gente no puede realmente realizar esas predicciones (todas esas predicciones las ofrecen máquinas), habremos regresado a la era del misterio. En una era de datos, solo las computadoras realmente pueden saber cosas. De modo que somos tan vulnerables como lo éramos en un mundo precientífico y anterior a la Ilustración. Es una inversión realmente extraña”.
Asegura que el periodismo ha quedado realmente destrozado por la pérdida del modelo de negocio impulsado por los suscriptores y los anunciantes. «Tenía muchos problemas pero significaba que, en general, una organización de noticias tenía el poder llegar a un grupo grande y mixto de espectadores, lectores u oyentes. Así funcionaba el modelo de negocio. El periodismo estadounidense de las décadas entre 1920 a 1970 tenía muchos tipos diferentes de cobertura y reportajes. La unidad era tu suscripción y tu lealtad era hacia ese medio de noticias. El paso a las noticias digitales y la distribución a través de las redes sociales significó que la unidad ya no era la organización de noticias. La unidad ahora es la historia, y tu lealtad es… no tienes lealtad”.