El español es la segunda lengua materna por número de hablantes en el mundo –casi 600 millones– y la tercera más usada en internet. Cada vez son más las voces que se unen para que el peso del español en el mundo sea determinante tanto en el ámbito cultural y social, como en el económico. El abogado y profesor Jesús Mardomingo, uno de los expertos más reputados del sector financiero, propone que el español, nuestro principal activo inmaterial, sea el idioma oficial de la sostenibilidad y lengua común en la nueva economía presidida por la sostenibilidad y la digitalización, herramienta de desarrollo en multitud de dimensiones relacionadas con el aprendizaje, la ciencia, el turismo, la cultura y las oportunidades de negocio.
Hasta el 15% del PIB de un país está relacionado directamente con la lengua, que se erige en un factor clave de modernización y desarrollo económico. Con casi 600 millones de hablantes, el reto consiste en fomentar el uso del español en la inteligencia artificial, la ciencia y la cultura, y favorecer su enseñanza y aprendizaje en el mundo. Para Jesús Mardomingo, socio director del departamento bancario y financiero de Dentons en España –el despacho jurídico internacional más grande del mundo por número de abogados–, Latinoamérica constituye la región con mayor biodiversidad de especies y ecorregiones del planeta que debería aprovechar esta primacía de la región en el desarrollo de mecanismos que contribuyen a la conservación de la biodiversidad para impulsar un proyecto capaz de desplegar el potencial del idioma común como herramienta de desarrollo y modernización en todos los ámbitos.
El Chartered Institute for Securities & Investment (CISI) ha nombrado a Jesús Mardomingo presidente del Consejo Asesor Nacional del Instituto (NAC, por sus siglas en inglés) para España y Latinoamérica. Integrado por profesionales de prestigio, el NAC apoya a los miembros del organismo profesional en los países hispanohablantes y dirige sus actividades en el desarrollo de estándares profesionales para la profesión financiera en la región. Además, ayuda al instituto en la expansión de la labor certificante en el territorio asignado.
Desde el año 2005, Jesús Mardomingo es socio director del departamento bancario y financiero de Dentons en España. Proviene de Cuatrecasas, despacho del que también fue socio durante muchos años. Cuenta con más de tres décadas de experiencia en el asesoramiento corporativo a entidades financieras y administraciones públicas en cuestiones mercantiles, regulatorias, así como en diversos tipos de transacciones corporativas en entidades de crédito, compañías aseguradoras y empresas de servicios de inversión.
«Los ciudadanos y las empresas, todas, deben ser cómplices del cambio que aborda el sector financiero. Y los bancos –y las finanzas sostenibles, claro–, deben responder a las necesidades de aquellos. De lo contrario, corremos el riesgo de que no generemos el impacto suficiente porque las finanzas sostenibles sean más finanzas que sostenibles. Por ello, este esfuerzo de las entidades financieras debería venir acompañado de una exigencia del cumplimiento de criterios ESG también por parte del sector empresarial. Ambos sectores, el económico empresarial, con especial énfasis en las pymes, y el financiero están obligados a alinearse».
Su dilatada trayectoria profesional le ha llevado a trabajar en prácticamente todos los aspectos relevantes del sector financiero, destacando su especial involucración en la reestructuración del sector financiero español, donde colaboró en la creación de Sareb (Sociedad de Gestión de Activos Procedentes de la Reestructuración Bancaria), y la conversión de las cajas de ahorros en fundaciones, o su relación con la transformación digital del sector como abogado de los primeros bancos online como Uno-e o Inversis. Es también un experto en fondos de inversión. Su intervención resultó decisiva, entre otras actuaciones, en la eliminación del peaje fiscal a estos vehículos o como asesor en el primer hedge fund registrado en España.
Antes de incorporarse a Dentons, trabajó como letrado en la Asesoría Jurídica de la Corporación Bancaria de España, años después en Argentaria y actualmente en BBVA.
BIODIVERSIDAD Y RIQUEZA NATURAL. Ecuador ha impulsado un cambio en la narrativa del mundo en la combinación de dos materias abocadas a entenderse: finanzas y sostenibilidad.
Recomendado por la publicación Chambers Global y Chambers Europe entre los mejores abogados del mundo en las áreas de Derecho Bancario y Financiero y Fintech, también es reconocido por directorios jurídicos como IFLR, Expert Guides, Best Lawyers y Legal 500 para Bancario y Financiero, Fondos de inversión, Mercantil y M&A.
Ha participado en cursos y seminarios especializados y es autor de varias obras colectivas. Colabora habitualmente con prensa económica y revistas técnicas en las que publica con regularidad artículos doctrinales relacionados con su especialidad. Es profesor y dirige el Máster de Acceso a la Abogacía y el Programa de Especialización de Mercados Financieros en el Instituto de Estudios Bursátiles (IEB), al tiempo que dirige el área de sostenibilidad e innovación del Instituto.
Para Jesús Mardomingo, el sector financiero juega un papel fundamental en la transición hacia la sostenibilidad, que está modificando incluso su modelo de negocio. “La sostenibilidad se financia. Mejor dicho, la transición a la sostenibilidad ¡necesita financiación!”, concluye.
En la presentación del despacho de abogados para el que trabaja aparecen unas letras en chino. Esta perspectiva global, ¿qué conocimiento del mundo y los mercados proporciona?
Los desafíos que actualmente enfrentan nuestros clientes y las oportunidades que ellos mismos impulsan están cambiando a un ritmo acelerado. Dentons es un despacho de abogados verdaderamente global con presencia en más de 80 países de todo el mundo. Ayudamos a nuestros clientes a desarrollar, proteger, operar y financiar sus negocios en cualquier parte del mundo, incluido China, el país más poblado del mundo y una potencia económica mundial.
En definitiva, Dentons es una única firma de abogados global basada en un firme propósito: la intención de conectar talento con oportunidad que nos permite atraer y retener el mejor y más diverso grupo de profesionales para prestar un excelente servicio a los clientes. Una única firma, pero que, además, no tiene una sede única, ni una cultura nacional dominante. Así vemos el mundo siendo parte de, e involucrándonos con las distintas comunidades. Dicho de otro modo, siempre somos una firma local al mismo tiempo que una firma global. Creo que con ese planteamiento es difícil tener un mejor conocimiento global de los grandes cambios que vivimos y de cómo intentar abordarlos.
En el desarrollo de mi carrera personal, primero en la banca pública y, después, en un despacho de abogados nacional antes de llegar a Dentons, he alcanzado muchas conclusiones, pero destacaría dos que han marcado mi carrera profesional. La primera, que lo más importante es la confianza que se genera con el cliente, no sólo lo bien que se sabe la lección el abogado. Por supuesto, la confianza mutua.
Mi ideal es el abogado consigliere, el de los patricios romanos, el que siempre está unido a su cliente, el amigo, el confesor, y el que genera infinita confianza. La segunda conclusión es más difícil de explicar, pero podría titularla que el mundo no es plano. Llevando la contraria al afamado premio Pulizter Thomas Friedman, aunque pueda parecer que ya todo es global, que el todo mundo tiene el mismo discurso, y que el Derecho se compila en un código único y universal, lo cierto es que el mundo, afortunadamente, aún no es plano y sigue habiendo diferencias culturales, lingüísticas y de tradiciones empresariales que las empresas deben observar para tener éxito.
Usted evalúa el riesgo ESG a escala internacional. ¿Cuáles son las principales amenazas que identifica?
Desde un punto de vista operativo, las principales amenazas a nivel internacional en materia de evaluación de riesgos ESG se basan, entre otras, en la falta de armonización en obligaciones, información y, en definitiva, en la inexistencia de una taxonomía única en la lucha por el cambio climático y la descontaminación, pero, también (no solo debemos hablar de clima), en la brecha de género, la corrupción, los derechos humanos, la privacidad de los datos, las inversiones sostenibles, la responsabilidad social de la empresa y la transparencia. El desafío de abordar estos temas a nivel internacional es enorme. Como antes apunté, porque el mundo aún no es plano, ofrece diferentes leyes, culturas y opiniones políticas que obligan a buscar soluciones para los nuevos desafíos que, en mi opinión, solo se encontrarán gracias a una colaboración efectiva entre gobiernos, empresas, ONG y otros actores clave.
La economía la mueven las empresas. ¿Están dispuestas las organizaciones a paliar el cambio climático? ¿Cómo debe financiarse este objetivo?
Comparto la afirmación, pero sería aún más preciso. La economía la mueven, fundamentalmente, las pequeñas y las medianas empresas. Y sí, creo que las pymes están dispuestas a luchar contra el cambio climático. Por ejemplo, muchas empresas han adoptado estrategias de reducción de emisiones de carbono, han instalado sistemas de energía renovable y han implementado políticas de ahorro de energía. No obstante, para poder financiar este objetivo, se requerirán inversiones a escala mundial, recursos públicos y la colaboración de los gobiernos proporcionando los incentivos adecuados que pasan, también, necesariamente, por un tratamiento tributario y una reducción de la burocracia que ayuden a la transformación necesaria para conseguir el objetivo común.
¿De qué forma debe contribuir el sector financiero a la transformación del modelo económico hacia la circularidad? ¿Deben las entidades financieras, fuertemente reguladas, exigir a las empresas el cumplimiento de criterios ESG?
El sector financiero ha jugado, juega y jugará un papel fundamental en la transición hacia la sostenibilidad que está llegando a modificar su modelo de negocio. La sostenibilidad se financia. Mejor dicho, la transición a la sostenibilidad ¡necesita financiación! Como titulasteis recientemente en un evento… Give me the money.
El sector financiero ya proporciona incentivos a las empresas para que adopten prácticas comerciales sostenibles y, para ello, desarrolla productos financieros sostenibles que ayudan a financiar la transición hacia una nueva economía. Pero esta no es una revolución de las élites. Los ciudadanos y las empresas, todas, deben ser cómplices del cambio que aborda el sector financiero. Y los bancos –y las finanzas sostenibles, claro–, deben responder a las necesidades de aquellos. De lo contrario, corremos el riesgo de que no generemos el impacto suficiente porque las finanzas sostenibles sean más finanzas que sostenibles.
Este esfuerzo de las entidades financieras debería venir acompañado de una exigencia del cumplimiento de criterios ESG también por parte del sector empresarial. Ambos sectores, el económico empresarial, con especial énfasis en las pymes, y el financiero están obligados a alinearse sin remedio en materia de sostenibilidad y responsabilidad social, al tiempo que se fomenta una ayuda real a las empresas que permita mejorar su desempeño financiero a largo plazo.
Y, hablando de banca y nueva economía, merece una especial atención la inevitable conexión sostenibilidad-digitalización en la nueva economía. En el mundo mundial, los servicios financieros digitales están ayudando a la mitigación y la adaptación en materia de cambio climático al haber cambiado la forma en que se entregan productos y servicios financieros.
Los litigios sobre el cambio climático se incrementan. ¿Qué aportan al objetivo de sostenibilidad?
Los litigios sobre el cambio climático contribuyen al objetivo de sostenibilidad al proporcionar una solución legal para las reclamaciones relacionadas con el cambio climático. Además, contribuyen a determinar responsabilidades ayudando, por la vía judicial, a aumentar la conciencia sobre el cambio climático y a motivar a las empresas a tomar medidas adecuadas.
La gobernanza habilita instrumentos para impulsar la sostenibilidad a largo plazo. ¿Qué principios son los que rigen su regulación y desarrollo?
Las recientes tendencias regulatorias y otros factores externos e internos han impulsado cambios en la forma de tratar la sostenibilidad en las empresas, especialmente las grandes, en las que los asuntos ESG han pasado a estar en el principal punto de mira y se han incluido en los planes estratégicos con objetivos concretos que anuncian al mercado sin timidez. A esta realidad se le une la creciente regulación sobre cuestiones clave de ESG (informes de sostenibilidad, diligencia debida, taxonomía, etc.), que afecta necesariamente a la forma de hacer negocios.
Por último, la G conlleva una mayor presión de los grupos de interés. Los analistas e inversores exigen estructuras de sostenibilidad sólidas y creíbles para considerar el desempeño de las empresas.
Se habla mucho, pero se hace muy poco. ¿Cuáles son hoy los pecados capitales de la gestión sostenible?
En Andalucía dirían “mucho lirili y poco lerele”. En términos de la G, de la gobernanza, probablemente la más abandonada del acrónimo ESG, tan importante es tener la voluntad de integrar los criterios ESG como evitar la inacción o el greenwashing.
Si bien los agentes afectados estamos todos expectantes por mejorar nuestra posición ESG (e incluso presumir de ella), podríamos confesar que a veces nos resulta difícil plantear un plan de acción adecuado (igual hablo por mí, de modo que no se ofenda nadie) por varias razones. En primer lugar, porque el propio término ESG puede parecer confuso y ambiguo, y aborda un espectro tan amplio de materias que es difícil priorizar. Además, si se adoptan medidas graduales (especialmente si partimos de cero) el agente se puede quedar rezagado. Hay que reconocer que siempre es tremendamente complejo, por no decir poco romántico para los capitalistas puros, obtener resultados a corto plazo.
Basados en esas realidades, como usted me insinúa, podrían identificarse algunos “pecados capitales” de la gestión (la G en ESG). Uno muy evidente, pero muy habitual, es que la gestión ESG no es solo un esfuerzo en comunicación. El segundo, desconectarse de la estrategia de la compañía. El siguiente, bien podría ser el realizar un enfoque exclusivamente orientado al cumplimiento de normas. En la misma línea, la falta de supervisión del equipo directivo, unido a la inconsistencia de las acciones y/o la estrategia, con la consiguiente falta de impacto. Los dos últimos pecados más habituales en el mundo de la empresa, grande mediana y pequeña, podrían ser un enfoque excesivo en las calificaciones y/o etiquetas que se puedan obtener y la deficiente, normalmente ausente, evaluación y seguimiento.
Cita a menudo el caso de Ecuador y la protección de las Galápagos como ejemplo de gestión sostenible. ¿Sería un modelo a imitar?
El gobierno ecuatoriano firmó hace unos meses un acuerdo con Colombia, Panamá y Costa Rica en el que se comprometieron a la conservación y manejo de los ecosistemas comprendidos en el Corredor Marino del Pacífico Este Tropical. Este acuerdo amplía la protección medioambiental sobre algunas de las regiones que se consideran más ricas en biodiversidad del mundo, como la Isla del Coco, en Costa Rica; Galápagos, en Ecuador; Malpelo, en Colombia, y Coiba, en Panamá.
CORREDOR MARINO DEL PACÍFICO ESTE TROPICAL. El gobierno ecuatoriano ha firmado un acuerdo con Colombia, Panamá y Costa Rica en el que se han comprometido a la conservación de los ecosistemas.
Más allá de la importancia de la firma de un acuerdo de esta relevancia a nivel planeta, Ecuador ha impulsado un cambio en la narrativa del mundo en la combinación de dos materias abocadas a entenderse: finanzas y sostenibilidad, poniendo en valor su biodiversidad, su mayor riqueza. Además, el acuerdo de las Galápagos también impresiona porque es un acuerdo de consenso con la sociedad y el sector pesquero más importante del Pacífico Este, un inaudito acuerdo transfronterizo de cuatro países en materia de protección medioambiental, y basado en novedosos mecanismos financieros confirmando que la sostenibilidad se financia o, mejor dicho, la transición a la sostenibilidad necesita financiación.
Sostiene que en América Latina y el Caribe la certificación de competencias adquiridas como resultado de la experiencia ha sido un factor clave en las políticas de empleo y formación desde hace décadas, aunque en el ámbito financiero, en sentido amplio, y con la llegada de la nueva economía basada en la sostenibilidad y la digitalización, hay aún mucho camino por recorrer. ¿Qué retos hay que afrontar?
Actualmente, se presta más atención que nunca a los factores ESG. Un movimiento que, probablemente, aún no se vea acompañado del énfasis creciente proveniente de los reguladores en la integridad en esta área, incluidos los requisitos de informes anticipados y la necesidad de que todos los profesionales comprendan los conceptos clave con respecto a las finanzas responsables. Existen compañías líderes que cubren los conocimientos esenciales que todos los profesionales necesitan en esta área y, lo que es más importante, otorgan un certificado de un cuerpo colegiado que demuestra su competencia a los empleadores actuales y futuros y favorecen la empleabilidad de los capacitados.
GALÁPAGOS. El acuerdo de las Galápagos impresiona porque es un acuerdo de consenso con la sociedad y el sector pesquero más importante del Pacífico.
Propugna la consideración del español como el idioma oficial de la sostenibilidad, ¿por qué?
La región iberoamericana, entre muchos valores, utiliza una lengua común y muy cualificada para convertirse en el idioma oficial de la sostenibilidad y la conservación de la biodiversidad en el mundo.
Iberoamérica es líder mundial en fondos ambientales, entendidos como mecanismos financieros estratégicos que contribuyen a la sostenibilidad financiera de la conservación de la biodiversidad. Los fondos ambientales persiguen esencialmente conseguir financiamiento estable y predecible en el largo plazo, y también contribuyen a fortalecer el desarrollo económico, fortalecer las capacidades institucionales del sector público y, claro está, también del sector privado y de la sociedad civil en general.
El reto sería transformar esta primacía de la región en el desarrollo de mecanismos que contribuyen a la conservación de la biodiversidad, en un proyecto capaz de desplegar el potencial del idioma común como herramienta de desarrollo en multitud de dimensiones relacionadas: aprendizaje, ciencia, turismo, cultura y oportunidades de negocio, con especial relevancia de la inteligencia artificial. En definitiva, impulsar el valor del español como lengua común en la nueva economía presidida por la sostenibilidad y digitalización.
El español es un idioma que hablan más de 600 millones de habitantes en el planeta. Es la segunda lengua materna por número de hablantes, tercera lengua más utilizada en internet, la segunda en publicación de textos científicos y, actualmente, cuenta con 22 millones de estudiantes como lengua extranjera.