Si no hay cambios de última hora, en el Consejo de Ministros de este martes se pondrá finalmente sobre la mesa el borrador de la Ley de Cambio Climático. Esta posibilidad ha revivido las expectativas de ambientalistas, científicos, empresas, economistas y la sociedad en su conjunto. Y uno de los primeros en celebrarlo ha sido Javier Solana.
El exministro y actual presidente del Centro de Economía y Geopolítica Global de ESADE y del Real Patronato del Museo del Prado, recién recuperado del coronavirus, ha mostrado siempre su preocupación por los efectos del cambio climático y, en particular, por la relación de este fenómeno con la propagación de la actual pandemia o el surgimiento de nuevos brotes.
A través de su cuenta de twitter, Solana reiteró su opinión de que los planes para la recuperación económica pospandemia deben ir acompañado con medidas para combatir el cambio climático. «Lejos de ser excluyentes, ambos objetivos son complementarios», asegura.
Me gusta que el Martes se apruebe por el Gobierno la ley del Cambio Climático. Que la restructuracion económica del coronavirus se haga en buena sintonía con las necesidades derivadas del cambio climático. Al final ambas tienen mucho que ver con cómo tratamos al planeta.
— Javier Solana (@javiersolana) May 17, 2020
Ambiente y economía de la mano
Javier Solana afirma que de las muchas manifestaciones del creciente impacto medioambiental del ser humano, el cambio climático posee el carácter más longevo y más global: «Se estima que las emisiones de carbono procedentes de los combustibles fósiles constituyen el 60% de nuestra huella ecológica».
Es consciente de que ganar la batalla contra el cambio climático dependerá de que se no atente contra el progreso económico y la equidad. Toma como ejemplo el movimiento de los ‘chalecos amarillos’ en Francia: «No es demasiado realista esperar que quienes han de preocuparse por el fin de mes se preocupen de la misma manera por el fin del mundo».
En ese sentido, advierte que la transición energética acarreará importantes costes y generará perdedores a corto plazo: «Se debe aunar esta iniciativa con medidas que amortigüen los efectos indeseados».
La recuperación #económica 💸 de #España dependerá de, entre otras cosas, los posibles #rebrotes de #Covid_19 que pueda haber.
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— Esade (@Esade) May 13, 2020
Impacto en todos los órdenes
Para Javier Solana, la crisis del coronavirus es un recordatorio de cuan relacionados estamos con la naturaleza y lo poco preparados que estamos para hacer frente a esa realidad.
Los efectos del cambio climático se hacen sentir en todos los órdenes de la vida moderna. Incluso en aspectos tan aparentemente poco relacionados, como el arte. En su calidad de presidente del Real Patronato del Museo del Prado es muy consciente al respecto.
A finales del año pasado una iniciativa del recinto madrileño se dedicó precisamente al tema. Allí se recordaba que algunos de los principales monumentos del planeta corren serio peligro. La muestra hizo énfasis también en las consecuencias del cambio climático en términos de sequía, inundaciones masivas derivadas de la subida del nivel del mar, refugiados climáticos y extinción masiva de especies.
En ruta a su aprobación
La Ley de Cambio Climático formaba parte de las prioridades del gobierno de Pedro Sánchez. Se había comprometido a remitirla a las Cortes en los 100 primeros días de mandato, pero la crisis de la COVID-19 se interpuso. Aunque no hay un anuncio oficial, se espera que el Consejo de Ministros de dé luz verde al texto este martes.
De ser así, comenzará su recorrido en el Congreso. Allí la meta será recabar los votos suficientes para llevarla adelante. La discusión de este anteproyecto llega en un momento en el que España, al igual que la Unión Europea, intenta diseñar los criterios que ayudarán a los sectores clave de la economía.
Objetivo del plan
La hoja de ruta fijada por el Gobierno tiene como objetivo principal alcanzar la neutralidad climática en 2050. La Ley de Cambio Climático establece que en 2030 las emisiones de gases de efecto invernadero deberán reducirse en al menos un 20% respecto a las de 1990.
En esa misma fecha, el 35% del consumo final de la energía tendrá que ser de origen renovable (ahora ronda el 18%). En el caso del sistema eléctrico, la presencia renovable en 2030 deberá ser de al menos un 70%.
Se prevé que en el trámite parlamentario aumenten las metas del texto original. Unidas Podemos ha propuesto que el objetivo global de recorte de emisiones para 2030 pase del 20% al 23%. Además, el consumo final de energía de origen renovable para esa misma fecha deberá llegar al 42%, frente 35% que aparece en el anteproyecto.
También el porcentaje de renovables en el sistema eléctrico se incrementará y pasará al 74%. Estas cifras son las que figuran ahora en el plan de energía y clima que el Gobierno ha enviado a Bruselas.
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