Es un honor y un placer para mí estar en Washington en la sede del influyente y emblemático Colegio de Abogados de Estados Unidos (American Bar Association –ABA–), la asociación voluntaria de profesionales más grande del mundo.
La Asociación Mundial de Juristas comenzó hace más de 60 años como un proyecto visionario iniciado por Charles Rhyne, el difunto y legendario antiguo presidente del Colegio de Abogados de Estados Unidos. Por lo tanto, mis primeras palabras las dedicaré a la presidenta Judy Perry Martínez. Gracias, Judy, por organizar esta ceremonia y por tu apoyo para conectar nuevamente a la ABA y la Asociación Mundial de Juristas.
Charles S. Rhyne fue elegido presidente del Colegio de Abogados de Washington en 1954, con un punto único en su programa: lograr la integración del Colegio. En aquellos años entabló amistad con Earl Warren, el para entonces recién nombrado presidente de la Corte Suprema de los Estados Unidos. Se reunían con frecuencia, al menos una vez al mes y a menudo en el despacho del presidente de la Corte Suprema.
Allí, discutían sobre distintos asuntos, generalmente relacionados con la ley o sus vidas. Más adelante, Rhyne fue nombrado presidente del Colegio de Abogados de Estados Unidos, cargo que comenzó a ejercer en la asamblea general de dicha asociación celebrada en 1957, en Londres. En ese entonces, y acompañado por el presidente de la Corte Suprema Earl Warren, mantuvo una conversación privada con Sir Winston Churchill.
Estado de Derecho frente a estado autoritario
Los tres discutieron sobre la necesidad de una campaña global para promover el Estado de Derecho como alternativa al estado autoritario. Corrían los años de la Guerra Fría y el holocausto nuclear era una amenaza verdadera.
Esa conversación marcó el inicio del programa de paz a través del derecho, creado por el Colegio de Abogados de Estados Unidos un año después, durante la asamblea general celebrada en Los Ángeles en 1958. Años después, el programa fue rebautizado como Asociación Mundial de Juristas, la única y más antigua asociación internacional que reúne a todas las ramas del derecho, jueces, abogados, profesores y otras profesiones legales a nivel global, convirtiéndose en una suerte de voz internacional de la ley.
Luego de varias conferencias en los Estados Unidos y a nivel internacional, Rhyne y Warren organizaron la primera Conferencia de Paz por medio del Derecho en Atenas en 1963. Fue la primera discusión sobre el Estado de Derecho celebrada a nivel internacional. Algo así como un Davos del derecho. Dos años después, esta conferencia, hoy conocida como el Congreso Mundial de Derecho, tuvo lugar en Washington.
La primera recepción se celebró en el edificio del Tribunal Supremo y los presidentes Eisenhower y Truman fueron los encargados del comité organizador. Quedé muy impresionado y algo agobiado cuando tuve la oportunidad de leer los programas que prepararon en aquella oportunidad, los cuales están disponibles en la página web de la asociación. Como dije, me sentí abrumado cuando asumí la responsabilidad de organizar el Congreso Mundial de Derecho en Madrid.
Reconocimiento a la jueza Ginsburg
La Asociación Mundial de Juristas también creó un premio, el World Peace & Liberty Award, o Premio Mundial de la Paz y la Libertad, como reconocimiento y agradecimiento a figuras internacionales que se destacan como símbolos del Estado de Derecho. Sir Winston Churchill, Rene Cassin, Nelson Mandela y el Rey Felipe VI de España han recibido este premio en años anteriores. Todos ellos hombres. Todos unos gigantes con logros magníficos y contribuciones significativas a la civilización promoviendo la paz y la libertad a través del derecho.
Hoy, juristas de más de 50 países de los cinco continentes nos hemos reunido para reconocer el trabajo, la valentía, y el impacto extraordinario que una persona ha tenido en nuestras vidas durante varias décadas, la jueza Ruth Bader Ginsburg, quien se convertirá en la primera mujer en recibir el Premio Mundial de la Paz y la Libertad.
Actualmente existe una cantidad extraordinaria de mujeres con papeles importantes en profesiones legales —y muchas de ellas tienen mucho más éxito que los hombres en la práctica jurídica y en los tribunales—. En los últimos 50 o 60 años, el papel de las mujeres en el mundo se ha incrementado de manera considerable. Por ejemplo, la recién elegida presidenta de la Comisión Europea es mujer. Hoy nos acompaña también Vivianne Reding, la primera Comisaria de Justicia en la Unión Europea y la primera vicepresidenta de la Comisión Europea, la rama ejecutiva de la Unión Europea.
Lucha contra la discriminación de género
También me complace darle la bienvenida a María Eugenia Gay, quien fue la primera mujer en ser elegida Decana del Colegio de Abogados de Barcelona. También Kim Quarles, vicepresidenta de la Asociación Mundial de Juristas, y por supuesto Judy Perry Martínez, quien reemplazó a una mujer como presidenta del Colegio de Abogados de Estados Unidos y será sucedida por otra mujer en dicho cargo. Sin embargo, el sentimiento general hoy en día es que la igualdad de género aún está lejos de cumplirse y que aún queda mucho por hacer.
La jueza Ginsburg es una figura internacionalmente reconocida en la lucha contra la discriminación de género. Su trabajo y legado como profesora, abogada, y como jueza de la Corte Suprema ha tenido mucha influencia en cuanto al lugar de la ley y la igualdad de género.
En su larga trayectoria como profesora de derecho, profesional jurídica y jueza, Gingsburg ha señalado que la justicia es una institución rezagada con respecto a grandes cambios y movimientos que normalmente suceden primero en la sociedad. Quiero decir que la justicia no implementa estos cambios por sí sola, pero protege el derecho de la sociedad de emprender estos cambios.
Un buen ejemplo de cómo los tribunales protegen el derecho de la sociedad a cambiar sin la intervención de órganos legislativos fue la famosa sentencia de la Corte Suprema en el caso de Brown vs. la Junta Educativa de Topeka en 1954, la cual fue el punto decisivo para las leyes segregacionistas en los Estados Unidos.
Promover el imperio de la ley
Esta sentencia del Tribunal Supremo de Justicia fue particularmente promovida por el entonces presidente de la Corte, Earl Warren, lo cual es clave para comprender lo que representa la Asociación Mundial de Juristas. De hecho, las bases legales del caso Brown –concretamente, que la sociedad cambia y que, por lo tanto, la interpretación de los principios establecidos en la Constitución de los Estados Unidos también cambiará– ayudó a derribar disposiciones que apoyaban la discriminación de género en varias leyes estadounidenses en los años setenta.
En nuestra opinión, aún vale la pena promover la visión, valores y objetivos establecidos por Charles S. Rhyne y el presidente de la Corte Suprema Earl Warren para promover el imperio de la ley como garante de la libertad y la paz. Concuerdo completamente con la idea de que la ley no resuelve todos los problemas, pero también considero que sin leyes efectivas y la rendición de cuentas conexa será imposible resolver conflicto alguno, salvo con la aplicación de una fuerza que no responda ante nadie.
Un número considerable de políticos y académicos, así como una buena parte de la población mundial considera que se podría descartar o sobreponerse al imperio de la ley mediante una mayoría de votos. Su (equivocado) punto de vista es que los representantes del pueblo no están atados a la ley si tienen la mayoría. La naturaleza peligrosa de este tipo de ideas fue discutida en la Convención Constitucional y desarrollada por Alexis de Tocqueville en el clásico Sobre la democracia en América, en el cual discute la posibilidad de una “tiranía de la mayoría”.
Sin el Estado de Derecho la democracia
Una de las principales conclusiones a las que se llegó durante el Congreso Mundial de Derecho celebrado en Madrid, donde más de 2.000 juristas de 100 países dedicaron largas horas de trabajo y discusión al tema, fue que sin el Estado de Derecho la democracia (bajo un ordenamiento jurídico republicano) no será viable.
Tradicionalmente, el Estado de Derecho se considera como una garantía de que la justicia tratará a hombres y mujeres por igual, independientemente de sus recursos, raza, ideales políticos, religión… en gran cantidad de países de todos los continentes se viven situaciones políticas muy diversas, con variados grados de tensión que han sido la causa de choques violentos entre grupos de personas y la policía, e incluso a veces con el ejército.
Buena parte de este conflicto nace del hecho de que el Estado de Derecho y la Constitución no gozan del mismo respeto que la ley suprema, la cual obliga a todas las instituciones e individuos en la sociedad a respetar los valores constitucionales como los más altos principios rectores en todas sus actividades.
De hecho, algunos académicos, líderes políticos y líderes civiles creen –erróneamente– que el Estado de Derecho socava la democracia y el progreso social reales, debido a que no lo consideran un garante para los débiles y las minorías, sino un instrumento usado por aquellos con poder para obstaculizar cualquier tipo de cambio social en sus sociedades.
Sociedades en proceso de transformación
Hoy en día, las sociedades están viviendo un proceso de transformación que tiene al mundo de cabeza y lo transforman de maneras que parecían inconcebibles hace solo 15 años: nanotecnología, inteligencia artificial, transhumanismo, robots… Y una vez más, la ley será fundamental para obtener respuesta a estos retos.
Ante todas estas ideas e ideales, la Asociación Mundial de Juristas y la World Law Foundation tomó la decisión unánime de reconocer los extraordinarios logros de la jueza Ginsburg y su impacto sobre millones de personas y presentarlos como inspiración para generaciones venideras. Previo a las primeras victorias judiciales de la jueza Ginsburg en favor de la igualdad de género, otras juristas intentaron desafiar distintas leyes que discriminaban en base al género, pero con poco éxito.
No obstante, en los años 70 la sociedad estadounidense cambiaba a gran velocidad por múltiples razones. A pesar de la fuerte oposición de ciertos grupos influyentes, una joven abogada y profesora llamada Ruth Bader Ginsburg sostuvo enérgicamente su postura de que era momento de promover un caso que pudiera cambiar sentencias previas de cortes federales y la Suprema Corte que confirmaran que la discriminación de género era incompatible con la Constitución de los Estados Unidos.
Esta nueva perspectiva se demostró en famosos casos, como el de Charles E. Moritz, que fueron la clave para desencadenar otros casos importantes como Reed vs. Reed o Duren vs. Missouri.
Una perspectiva que ha ido ganando apoyos
En estos casos de discriminación de género, la jueza Ginsburg y otros abogados lograron convencer a una mayoría de jueces de que se sumaran a su perspectiva y declararan que las leyes que discriminaban en base al género no eran compatibles con la cláusula de protección igualitaria contenida en la Decimocuarta Enmienda. Sus órdenes judiciales, artículos y discursos promovían una idea central: que la sociedad estadounidense ya había cambiado su postura sobre la igualdad de género y que los tribunales debían reconocer ese cambio.
Ha sido inspiración para millones de personas y prueba de que jueces, abogados y profesores pueden tener un impacto que conduzca a la mejora del sistema legal y que pueden, a su vez, permanecer independientes de gobiernos y del legislativo.
La jueza Ginsburg también tuvo un papel importante en la Unión Estadounidense por las Libertades Civiles como cofundadora de su Proyecto de Derechos de la Mujer. Su labor continuó no solo como profesora y abogada. En 1993, sus extraordinarios logros resultaron en su nombramiento como jueza del Tribunal Supremo por parte del entonces presidente Clinton.
Pero su éxito arrollador nunca le hizo olvidar a su esposo Martin D. Ginsburg. A menudo hace referencia a él con evidente amor y admiración, demostrando así que valora enormemente a su esposo y a su familia. Para mí, esto es evidencia de la posible cooperación entre hombres y mujeres para lograr grandes cosas en sus vidas y, por tanto, mejorar la sociedad.
También fue un placer leer en su libro Mis propias palabras un capítulo dedicado a su niñez y vida familiar, en el cual expresaba que tanto su padre como su madre influyeron significativamente en la formación de su personalidad.
Conocer a una celebridad y una leyenda
Antes de terminar mi discurso explicando el motivo que nos reúne aquí hoy a miembros de la Asociación Mundial de Juristas y la World Law Foundation de una gran cantidad de países, permítanme hacer algunos comentarios personales. Tuve la oportunidad de conocer a la jueza Ginsburg en persona en 1997, en Madrid. Ella vino ese verano a participar en un seminario sobre jurisdicción universal.
En ese entonces yo era director de mi despacho y, a mis 32 años, el miembro más joven de la junta directiva del Colegio de Abogados de Madrid. Mi amigo, el embajador Richard Gardner, quien como joven profesor de leyes de la Universidad de Columbia participó en la organización de la primera conferencia Peace Through Law en Boston, en 1961, me invitó a un almuerzo con la jueza Ginsburg en su casa en Madrid.
Esta sería mi primera conversación con quien años después se convertiría no solo en una celebridad en los Estados Unidos, sino en una leyenda y la figura de mayor prestigio en el campo legal a nivel internacional. Gracias, Richard; a Antonio Poncini por coordinar este evento; a Bill Eshelman, Consejero General de la Asociación Mundial de Juristas; James Black, presidente de la división estadounidense de esa asociación, y a David Knovel, uno de los mejores litigantes que he conocido, por su importante contribución a este evento.
Gracias a Juan Luis Cebrián, figura prominente del periodismo en España, por su apoyo como asesor para la World Law Foundation. A Gabriel Fernández, de Colombia, Jacky Rodríguez, de Venezuela, Teodora Toma, de Rumania y Diego Solana, de España, por su ayuda y su apoyo. También quiero agradecer a mi hija, Arantxa. Hace dos años, me dijo que le encantaría ir a la escuela de leyes.
“Yo creo en la justicia, papá”
Al preguntarle por qué, alzó la voz al instante y dijo “yo creo en la justicia, papá”. Eso me ayudó a preguntarme si yo aún tenía esa identificación con los nobles ideales que me habían conectado con el mundo del derecho. Espero tenerla. Eventos como este de hoy tienen el propósito de volver a conectarnos con esas ideas. Como presidente de la Asociación Mundial de Juristas, ayer organicé una cena en honor a la jueza Ginsburg. Entre los invitados estaban senadores y el Secretario General de la Organización de Estados Americanos, Luis Almagro, otro campeón de la justicia.
Decidí que Arantxa debía sentarse al lado de la jueza Ginsburg. Pensé que sería del agrado de nuestra invitada de honor. Preparé una lista de mujeres conectadas con los mismos ideales de búsqueda de justicia a través del derecho. Diferentes generaciones, diferentes países e idiomas, pero un mismo sueño, aún vivo, aún vibrante y contagioso.
Permítanme compartir una última anécdota. Cuando la junta directiva de la Asociación Mundial de Juristas decidió que se le concedería nuestro premio más importante a la jueza Ginsburg, contacté a varios amigos en los Estados Unidos. Uno de ellos era Brad Karp, quien hoy en día es presidente del bufete de abogados Paul Weiss, de Nueva York, a quien invité a participar en nuestro evento.
Su respuesta fue: “Javier, lo lamento muchísimo, pero debo asistir a una cena de la junta directiva. RBG es mi heroína. Ella trabajó un verano en mi despacho en 1958, un año antes de que yo naciera”. Este es solo un pequeño ejemplo de lo mucho que tantas personas aprecian a RBG y cuán grande es su huella.
Campaña en favor de la paz y la libertad
Gracias a todos por asistir a esta ceremonia de premiación. Evidentemente, le agradezco en especial a la jueza Ginsburg por hacernos el honor de aceptar la invitación de la Asociación Mundial de Juristas y la World Law Foundation a recibir un premio que algunos llaman el Nobel del Derecho.
Gracias a la presidenta Judy Perry Martínez por encargarse de la organización del evento y honrarnos con su presencia esta noche.
Gracias también a todos aquellos que trabajaron intensamente durante meses y que hicieron posible que estemos aquí esta noche junto a quien es probablemente la jueza más aclamada del mundo.
La lucha por el derecho y la justicia, es el objetivo principal de cualquier jurista. Mi deseo es que esta distinción a la jueza Ginsburg sirva para promover y defender la idea de que una sociedad que no respeta el Estado de Derecho solo puede esperar violencia y el dominio por la fuerza.
Continuemos esta campaña interminable en favor de la paz y la libertad. Sigamos el ejemplo de la jueza Ginsburg y sus palabras en la búsqueda de un mundo mejor. Así como lo ha hecho la pionera Ruth Bader Ginsburg en cada etapa de su extraordinaria vida. Gracias, jueza Ginsburg. Gracias, querida Ruth. Por favor, ven al escenario a recibir el Premio Mundial de la Paz y la Libertad.
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