La ley es una herramienta, probablemente la más eficiente, para reparar la relación entre las sociedades humanas y la Tierra, pero una cosa es el espíritu de la ley, que incide en la voluntad de entenderse entre las partes en conflicto y de llegar a un acuerdo que impulse cambios paradigmáticos, y otra muy distinta su cumplimiento, que responde a intereses que en demasiadas ocasiones se alejan del bien común. Nuestro planeta carece de leyes ambientales que lo protejan de forma efectiva, y las pocas existentes se aplican tímidamente.
El abogado medioambiental James Thornton ha dedicado su vida durante décadas a ganar pleitos contra empresas y gobiernos que infringen el ordenamiento jurídico y legal y vulneran la salud de la Tierra. Es fundador y CEO de ClientEarth, una organización de abogados ambientalistas sin ánimo de lucro que lucha por incluir el medioambiente en la agenda política y, sobre todo, hacer que la legislación se cumpla. Más aún, hace frente a grandes empresas y gobiernos para garantizar que los presupuestos se redirijan a un cambio cultural en materia ecológica.
Cambiar el mundo a través de la leyes
ClientEarth es el único grupo paneuropeo de abogados especializados en medioambiente que trabaja por el interés público en toda la Unión Europea, África, China y los Estados Unidos. James Thornton es abogado colegiado en Inglaterra, Gales, Nueva York, California y en el Tribunal Supremo de los Estados Unidos y la revista New Statesman lo eligió como una de las diez personas que podrían cambiar el mundo. También fue elegido Ashoka Fellow en 2013, por su labor transformacional. Es sacerdote budista zen, naturalista, escritor, violinista y observador de aves. Vive en Londres y Santa Mónica con Martin Goodman, que es coautor del libro.
Goodman es profesor emérito de Escritura Creativa en la Universidad de Hull y autor de diez libros de ficción y no ficción. Su biografía del científico escocés J. S. Haldane, titulada Suffer & Survive, ganó el primer premio Basis of Medicine en los BMA Book Awards.
Su cliente es la Tierra y es a ella a la que escuchan para saber qué necesita para permanecer intacta, y el arma que utilizan para protegerla es la ley. “Usamos la ley como una herramienta para reparar la relación entre las sociedades humanas y la Tierra. Trabajamos en todo el mundo, reuniendo derecho, ciencia y política para crear soluciones prácticas a desafíos ambientales clave y nuestro futuro en el planeta depende de su éxito”, señala J. Thornton.
Grandes cambios con las estructuras legales existentes
De Polonia a Ghana y de Alaska a China, el libro ClientEarth. Abogados en defensa de la Tierra (Editorial Tierra, 2022) nos embarca en un viaje sobre cómo la ciudadanía puede recurrir al derecho de interés público para proteger el planeta. En sus páginas se descubre el poder del derecho como un arma implacable y con capacidad de cambio, que todos respetan y reconocen.
Para el compositor, activista, cantante y productor musical inglés Brian Eno, que durante 13 años ha sido patrono de ClientEarth y que prologa el libro, la lucha contra el cambio climático es una cuestión de sentido común: “Cuando una idea se plasma en la redacción de una ley, ya se puede aplicar y se puede obligar a su cumplimiento, y en poco tiempo se convierte en algo de sentido común.
Entonces, un pequeño grupo de personas como las que componen ClientEarth puede utilizar las estructuras legales existentes para desencadenar grandes cambios. Y, aunque la tarea puede resultar bastante desalentadora, las recompensas serán enormes, ya que, si logramos la velocidad de escape necesaria para catapultarnos fuera de este lío en el que nos encontramos, quién sabe hasta dónde llegaremos. Para hacer frente a estos graves problemas medioambientales será necesaria una cooperación humana global a una escala nunca antes vista. Si lo conseguimos, podremos no solo salvar el planeta, sino también la civilización global actual”.
Los grandes pleitos que han enfrentado en Estados Unidos a consumidores y usuarios contra empresas contaminantes requieren de una completa estructura y de mucho dinero. ¿Hacer justicia sigue resultando muy caro para los ciudadanos?
Una de las principales razones por las que fundé ClientEarth como organización benéfica es luchar por un medioambiente sano para todos. Los casos judiciales son complejos y están fuera del alcance de los ciudadanos individuales. Ni siquiera yo llevaría un caso por mi cuenta. Pero un equipo global de abogados, como el de ClientEarth, que trabaja con las ONG y los ciudadanos como nosotros, puede utilizar la ley de forma muy eficaz y poderosa para proteger los derechos medioambientales.
La confluencia del derecho, la ciencia y la política a menudo conduce a conflictos más que a soluciones. ¿Cómo debe enfocarse esta necesaria cooperación?
La manera de enfocar las cosas es que empecemos por la ciencia. La Tierra nos habla en la gramática de la ciencia. El trabajo consiste en entender la ciencia, traducirla en políticas, trabajar en los parlamentos para traducir las políticas en leyes. Luego, trabajar con los gobiernos para asegurarse de que apliquen la ley.
Cuando el gobierno no cumple la ley, se demanda a los gobiernos en nombre de la gente, para hacerlos responsables de la ley. Este es un método que funciona una y otra vez.
Hay que hacer que los gobiernos cumplan la ley. Sólo los ciudadanos pueden hacerlo, y actuar como control de los gobiernos, ya que estos reciben muchas presiones de otros intereses, como las empresas de combustibles fósiles. Así que los ciudadanos tienen que hacer que los gobiernos rindan cuentas.
Además de abogado ambientalista, usted es sacerdote budista zen, poeta, naturalista, violinista y observador de aves. ¿En qué han apoyado estas facetas su formación jurídica y su defensa del medio ambiente?
Mi vida está dedicada a proteger la civilización y el mundo natural. En esta dedicación, soy igual que un gran número de activistas en todos los países del mundo.
Para todos los activistas medioambientales, lo que la sociedad está haciendo al planeta es doloroso. Lo sentimos profundamente, nos enteramos de los detalles y es como estar con la persona que más quieres y verla enfermar. Te entristece y te enfada. Necesitamos formas de sostenernos a nosotros mismos para poder ser resistentes, no quemarnos y seguir con nuestro trabajo. Necesitamos formas de trabajar con la ira, de transformarla.
Las soluciones positivas que necesitamos no pueden salir de una mente enfadada. El Dalai Lama me enseñó todo esto y he comprobado que es cierto. Así que tengo una variedad de prácticas que me llevan a una visión amplia, que me llevan a un espacio positivo más allá de la ira. Y así transformar la energía de la ira en acción. Acción para proteger la naturaleza y las personas.
“Cuando los tribunales están dispuestos a hacer que los países cumplan la ley, hay más esperanzas de que se produzcan avances significativos. Pero, por supuesto, los casos judiciales no son suficientes por sí solos. Los ciudadanos deben exigir que se actúe. Es necesario que haya un apoyo público fuerte y una voz a favor de una acción radical para proteger el clima para que los políticos no puedan seguir ignorando la necesidad de una acción decisiva”
Para mí, escribir poesía me lleva a un espacio en el que puedo expresar la ira o la depresión de forma catártica, y me permite también celebrar la maravilla de la naturaleza y la intimidad de mi conexión con ella. Tocar el violín me lleva igualmente a espacios de curación más allá del pensamiento repetitivo.
Y la meditación crea un espacio seguro en el que todos nuestros sentimientos pueden aflorar, ser reconocidos y comprendidos. El proceso de hacerlo crea una comprensión de que somos más grandes que nuestros sentimientos, más grandes que nuestro yo y nuestras preocupaciones individuales por muy altruistas que sean. Esto nos lleva a la compasión como base de nuestra acción.
El greenwashing puede ser legal, pero ¿no es una burla al espíritu de la ley?
El greenwashing suele ser ilegal. Estamos llevando una serie de casos de greenwashing. He aquí tres ejemplos. Uno es contra KLM, la aerolínea holandesa, por las afirmaciones sobre sus vuelos y el cambio climático. El segundo es contra TotalEnergies, el gigante francés de los combustibles fósiles, por sus afirmaciones ecológicas. Y el tercero es contra la compañía de gas de Washington DC, por sus afirmaciones sobre el gas.
Estos y muchos otros casos de greenwashing deben ser presentados, y lo serán, para establecer la base de que no es seguro que las empresas hagan afirmaciones falsas sobre su impacto en el calentamiento global.
El conflicto surge cuando se trata de armonizar la soberanía de los Estados con la protección del medio ambiente y del planeta. El Acuerdo de París, firmado en 2016 y jurídicamente vinculante, establece responsabilidades comunes que obligan a todas las naciones, aunque los criterios de aplicación dependen de cada país. ¿Qué desarrollo normativo debe tener para ser eficiente?
El Acuerdo de París obliga a todos los países a presentar sus propios planes de reducción de emisiones. Tenemos que alcanzar las emisiones netas cero en 2050, con una rápida reducción de las emisiones en el camino.
Los países no se están moviendo lo suficientemente rápido, aunque recientemente ha habido algunas buenas señales. La administración estadounidense de Biden ha hecho mucho más que la anterior administración de Trump. El nuevo gobierno de Australia ha hecho mucho más que el anterior. Pero no es lo suficientemente rápido. Un avance alentador en los últimos años es una serie de demandas muy agresivas presentadas por los ciudadanos. Hubo demandas exitosas contra los Países Bajos, Alemania, Irlanda y Francia. En cada una de ellas se ordenó a los gobiernos que hicieran mucho más para reducir las emisiones. Estos casos serán realmente útiles.
En el Reino Unido, ganamos un caso contra el gobierno británico en el que argumentamos que su estrategia de reducción de emisiones no era lo suficientemente buena. El tribunal nos dio la razón y se ordenó al gobierno que presentara un plan real y creíble para llegar a cero emisiones netas en 2050, con avances reales en el camino. El gobierno tiene que diseñar el plan y presentarlo en marzo del año que viene.
Cuando los tribunales están dispuestos a hacer que los países cumplan la ley, hay más esperanzas de que se produzcan avances significativos. Pero, por supuesto, los casos judiciales no son suficientes por sí solos. Los ciudadanos deben exigir que se actúe. Es necesario que haya un apoyo público fuerte y una voz firme a favor de una acción radical para proteger el clima para que los políticos no puedan seguir ignorando la necesidad de una acción decisiva.
El derecho al medioambiente está recogido en la Constitución española, pero no está regulado en otras legislaciones. ¿Por qué no es todavía un derecho fundamental como el derecho a la información o a la intimidad?
Hay un movimiento hacia la comprensión de la necesidad de un medioambiente sano, un medioambiente libre de cambios climáticos peligrosos, como un derecho humano. También varios casos en el Tribunal Europeo de Derechos Humanos en los que se argumenta que los gobiernos están violando los derechos humanos de los ciudadanos al no hacer más para reducir el cambio climático. Hay un caso prometedor en este sentido presentado por jóvenes de Portugal.
Asimismo, hay un caso reciente de derechos humanos presentado por los indígenas de las islas del Estrecho de Torres contra Australia, que nuestra organización apoya. La Comisión de Derechos Humanos de la ONU consideró que Australia había violado los derechos humanos de esta población porque había hecho muy poco para luchar contra el cambio climático. Este tipo de sentencia empieza a establecer el derecho humano a vivir libre del peligroso cambio climático.
Ni China ni Estados Unidos respetan los acuerdos y recomendaciones internacionales. Así, ¿legislar globalmente parece un objetivo imposible?
Los acuerdos globales como el Acuerdo de París siguen siendo muy importantes porque centran a todos los gobiernos en el problema y en la colaboración para resolverlo. Del mismo modo, el Convenio sobre la Diversidad Biológica, el acuerdo global sobre la naturaleza que es paralelo al Acuerdo de París, es de vital importancia. Se está negociando en su COP15 este diciembre en Canadá. Esta reunión ofrece una verdadera oportunidad para el progreso global en la protección de la naturaleza. El éxito del acuerdo no está garantizado y aún queda mucho trabajo por hacer.
China y Estados Unidos están haciendo algunas cosas buenas. Ya he mencionado el paquete climático de la administración Biden. China está haciendo cosas positivas, poco conocidas en Occidente. Un ejemplo: China tiene un proyecto de desarrollo, la Iniciativa del Cinturón y la Ruta, que se extiende por más de 100 países. El año pasado canceló la construcción de nuevas plantas de carbón en estos países. Esto equivale a detener 190 nuevas plantas de carbón, una medida muy positiva.
¿Se consideran de alguna manera los herederos de Erin Brockovich y referentes similares?
Todos somos herederos de Erin Brockovich. Todos tenemos que luchar juntos por el futuro de nuestro planeta. Si luchamos juntos, podemos ganar.