Dios perdona, la naturaleza no. La frase fue utilizada por el papa Francisco en una homilía en la que nos advertía «del peligro de creernos dueños absolutos de la creación, disponiendo de ella a nuestro antojo, sin límites». El santo padre manifestó que «si destruimos la creación, la creación nos destruirá a nosotros». Sus palabras viene a colación cuando nos damos cuenta, tarde o temprano, de que la Madre Tierra es una excelente administradora y siempre nos cobra las deudas pendientes. Una lección que el presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, podría estar próximo a aprender.
El mandatario pidió a los habitantes del país amazónico que ayuden ahorrar energía eléctrica. «Si puede apagar una luz, Brasil lo agradece», dijo en un mensaje por sus redes sociales.
Jair Bolsonaro atribuye los problemas en la generación de electricidad a una vasta sequía que ha afectado el nivel de las represas hidroeléctricas que producen el 65% de la energía que consumen los brasileños. Explicó que por esa razón han activado las termoeléctricas, que generan una energía «más cara» y que obviamente se refleja en las tarifas y en las facturas por el servicio.
Al estilo Chávez
El gobernante pidió a los ciudadanos que no demoren al tomar una ducha, a fin de ahorrar energía eléctrica. «Yo a eso de las diez de la noche apago todas las luces. Usted que está en casa puede apagar una luz ahora. Evite el desperdicio y tome el baño un poco más rápido, porque así también ayuda», recomendó, para colaborar con el ahorro de energía y evitar pagar más por un servicio cuyos precios se están disparando.
«Si es posible, encienda el aire acondicionado más tarde, apáguelo más temprano. No lo ponga a temperatura máxima. Es agradable dormir con 12ºC, 15ºC. Hay a quien le gusta. Pase a 18ºC. Ayúdenos», dijo el mandatario en su transmisión semanal difundida en sus redes sociales.
El llamamiento de Jair Bolsonaro ha sido comparado con las palabras que en 2009 dirigió a los venezolanos el fallecido Hugo Chávez, quien en cadena nacional pidió a la población bañarse en tres minutos. «Hay gente que se pone a cantar en el baño media hora. ¿Qué comunismo es ése?», criticó el ex mandatario, durante su intervención en vivo por radio y televisión. «Yo lo he contado: tres minutos es más que suficiente. No quedo hediondo. Un minuto para mojarse, otro para enjabonarse y el tercero para enjuagarse. Lo demás es un desperdicio», sentenció.
En aquel entonces, Chávez había anunciado un plan de emergencia para ahorrar electricidad. Asimismo, había designado a un nuevo ministro para que se hiciera cargo del recién creado Ministerio de Energía Eléctrica.
Con algunas diferencias
No obstante, hay algunas diferencias entre las realidades de Venezuela y Brasil. Jair Bolsonaro ha dicho que la sequía ha obligado a activar las termoeléctricas. Producen electricidad más costosa, pero el servicio se sigue prestando.
En Venezuela, en cambio, si bien existe también un importante parque de plantas termoeléctricas, estas fueron prácticamente abandonadas durante la gestión del régimen socialista. Estimaciones de la Comisión Eléctrica del Colegio de Ingenieros de Venezuela, señalan que del parque térmico instalado solo un 50% se encuentra operativo. Y por diferentes causas: unidades fuera de servicio, en mantenimiento, averiadas, insuficiencia de combustible y falta de transmisión.
Por la emergencia eléctrica ocurrida en febrero de 2010, el Gobierno Nacional adquirió (sin licitación ni estudios técnicos) muchas plantas térmicas, algunas usadas y pagadas como nuevas, todo en beneficio de funcionarios y empresas asociadas. Muchas de ellas, por la «urgencia», fueron puestas en operación sin cumplir ningún tipo de protocolo, lo que ocasionó averías y desperfectos. También fueron adquiridas mediante compras improvisadas varias plantas de generación distribuida, de las cuales aproximadamente un 72% están inoperativas.
Una deuda ambiental
Si bien el gobierno de Jair Bolsonaro no carga con la responsabilidad de la corrupción y la ineficiencia que tiene el régimen venezolano, no es menos cierto que el mandatario brasileño ha sido un conspicuo negacionista del fenómeno del cambio climático y sus repercusiones en la crisis ambiental.
Los científicos han probado que uno de los efectos del cambio climático es una alteración del ciclo hidrológico, lo que trae como consecuencia, entre otros problemas, tanto sequías como inundaciones desproporcionadas.
Jair Bolsonaro se niega a participar en esfuerzos medioambientales -como el Acuerdo de París- pese a la evidencia científica de la necesidad de avanzar hacia una descarbonización de la economía global, entre otras iniciativas. Ahora, la naturaleza viene a cobrar una vieja deuda. Negar el cambio climático no servirá de mucho.
Al equilibrio ambiental poco le importa lo que creamos o no. La ciencia se basa en hechos, no en creencias y opiniones. A Jair Bolsonaro la realidad le ha dado en la cara.
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