Además de ser el complemento por excelencia del armario masculino, los relojes son instrumentos que atesoran historias de generación en generación. Hablamos de piezas que consiguen poner las emociones a flor de piel y, también, son sinónimo de elegancia y distinción.
Cuando en 1868 Florentine Ariosto fundó International Watch Co. tenía la intención de combinar la destreza de los artesanos suizos con la técnica de la ingeniería de Estados Unidos. Ahora, 150 años después, la firma lidera la evolución tecnológica de la alta relojería sin perder de vista la tradición y la historia de la marca. Christian Knoop (Haldern, Alemania, 1970) es el actual director creativo de IWC. Cambio16 ha hablado con él sobre su trabajo al frente del diseño de esta casa.
¿Cómo fue su llegada al mundo de la alta relojería?
Fue una coincidencia de la que me siento muy afortunado. Antes trabajaba en varias agencias que se dedicaban al diseño de productos y a la consultoría de imagen para sectores como la electrónica, la decoración, la tecnología médica… pero nunca había trabajado con relojes. Cuando acepté este empleo estaba impresionado por comenzar a trabajar con objetos cargados de emociones y sentimientos. Son piezas que regalas o heredas y, por tanto, preservan la historia de su dueño. Los relojes van más allá de un complemento superficial. Este es un trabajo que me aporta satisfacciones a diario. Todo el que se relaciona con esta industria pone mucha pasión en su trabajo.
¿Cuál es la tarea que acomete el director creativo?
El principal trabajo que llevamos a cabo los diseñadores es darle vida a la marca. Esto significa encontrar el perfecto equilibrio entre el pasado y el futuro. Siempre respetando la cultura y los valores tradicionales de la firma, pero con el objetivo de ir un paso por delante en el sector. Es decir, impulsando a la compañía al siguiente nivel con nuestras ideas y nuestra inspiración, pero manteniendo su relevancia en un entorno que se encuentra en constante evolución.
¿Qué le inspira cada día?
Muchos diseñadores dicen que encuentran la inspiración en la arquitectura, la música, la moda o el arte. En mi caso diría que todos estos elementos son muy inspiradores. Personalmente también encuentro inspiración en los orígenes de la firma y en las historias de los compañeros que trabajan en las organizaciones con las que colaboramos, como The Charles Darwin Foundation, en Islas Galápagos. Me gusta que pilotos y cantantes, por ejemplo, se unan con IWC para colaborar y así ayudar a los demás.
¿Cuáles son las tendencias actuales en el sector?
Parece que la tendencia global es caminar hacia lo vintage. Ahora la mayoría de las marcas echan la vista atrás para revisitar su trayectoria y elaborar reediciones de sus relojes más icónicos. Obviamente esto es una tendencia en la sociedad actual, en la relojería y en otros ámbitos como la automoción, la decoración y la moda. Creo que esto ocurre porque el público se siente más cómodo con los diseños antiguos y ve en ellos atractivos como la estabilidad y la constancia en la vida.
¿Cómo crees que la alta relojería va a adaptarse a las nuevas tendencias tecnológicas?
Hemos decidido que no vamos a trabajar en un smartwatch. Creemos mucho en el futuro de la mecánica. Para nosotros, los productos digitales nunca tendrán el estatus de un reloj tradicional. No puedo imaginarme regalar a mi hijo un smartphone cuando se gradúe y poder contarle que ese fue el primer teléfono móvil que usó su padre. Creo que se reiría de mí. Pero, sin embargo, si le obsequio un reloj como los que creamos en IWC probablemente lo aprecie más. Por lo tanto, los smartwatches son un producto muy diferente y la alta relojería no debería tomar parte en esa controversia tecnológica.
¿Qué elemento diferenciador posee la firma?
Históricamente siempre nos hemos diferenciado de los demás ya que tenemos un fundador americano y todo continúa acorde a su experiencia personal: la ingeniería. Así, comenzamos a trabajar con maestros relojeros americanos mediante un proceso muy técnico y en colaboración con la relojería suiza. Esta visión hace que produzcamos relojes con grandes complicaciones, alta tecnología y un diseño muy puro. Además, como contamos con experiencia en aviación, submarinismo y navegación, por ejemplo, hacemos relojes que pueden considerarse casi una herramienta y, además, aporten valor a la marca.
¿Cómo es el hombre que viste sus diseños?
No tenemos un cliente único. Existen varios perfiles que comparten los valores de la firma. Es decir, nuestro estilo depurado en combinación con la tecnología y la historia. Quizás no se trate de diferentes clientes, pero sí que utilizan modelos distintos dependiendo de si se encuentran en un viaje de negocios en Nueva York, donde lucirán un Portugieser, o si están pasando unos días de descanso, que elegirán el modelo Portofino. Esto se debe a que cada una de nuestras piezas ofrece un diseño diferente y contamos con referencias que se adaptan a todas las situaciones. No podemos olvidar, también, a los coleccionistas que buscan las últimas referencias.