Colombia lleva más de cuarenta años sufriendo los ataques del narcotráfico en todas sus vertientes de violencia, algunas ideologizadas otras criminales. Ha sido un incesante y duro batallar, pero ha prevalecido el Estado de derecho, la institucionalidad, la democracia y el sistema de libertades. En este momento Colombia está en calma. El presidente Iván Duque Márquez supo navegar y controlar la intención de incendiar y debilitar el país.
“Los agentes de la fractura social demonizaban y satanizaban su propuesta de reforma tributaria”, afirmó el mandatario.
Con prontitud la retiró, pero la protesta violenta y el vandalismo no cesó. Confiando en Dios y con el apoyo inquebrantable de su familia, está construyendo un consenso para equilibrar las finanzas públicas, golpeadas por la pandemia global, y así derrotar con acciones positivas la violencia callejera y la sinrazón para hacer política.
Pese a su escaso respaldo ciudadano, el paro nacional que comenzó el 28 de abril no ha sido levantado por sus organizadores, pero el país ha retomado sus actividades cotidianas. Se impuso la institucionalidad y pone su mayor empeño en la tarea principal: la vacunación contra la COVID-19.
Iván Duque: No hay vacuna contra el populismo
Ante una crisis sin precedentes, se siente fortalecido y satisfecho. Es evidente que se ha entendido la necesidad de proteger la democracia, el libre mercado y, fundamentalmente, la libertad. Y en ese sentido, es fundamental el papel de Colombia como piedra angular para abrir un camino de oportunidades, la mejor contención contra las pretensiones dictatoriales y autoritarias.