No es fácil la vida de un ceramista en Venezuela. Tener que lidiar con los cortes de luz y la interrupción de los procesos de horneado; tener que encontrar la arcilla apropiada en un país que ya no importa materiales; negociar los costos de los esmaltes y resolver con empresas proveedoras que por cierre están liquidando todo; tener que pagar multas al exceder el límite de gasto de energía eléctrica. Sin mencionar la fuerza que se necesita para manejar la materia prima: un saco de arcilla puede pesar 15 kilos.
No es fácil la vida de un ceramista en Venezuela, a menos que los obstáculos abran la imaginación para que el artista se expanda a una nueva manera de ver el arte de hacer esculturas. Eso fue lo que hizo Isabel Cisneros. Su horno lleva años que ya no se enciende. Pero eso no impide que en su taller haya movimiento, y que los materiales se desplieguen en los estantes esperando a ser convertidos en obras de arte. Sin embargo, a la vista luce como un espacio de modistas, de costureras, y no es para menos: ahora Cisneros esculpe la tela.
“En algún momento yo entendí que mi trabajo era parte de una experimentación. El trabajo como ceramista implica investigar las posibilidades, los recursos, los cambios, modificaciones estructurales y en la composición química del material, más la variable del fuego que incide en el resultado. Cuando empecé a experimentar con otros insumos, lo que más me importaba era sorprenderme y sacar provecho de las condiciones de cada material. Ahora la tela es el principio para hacer algo, investigar el tipo de tela, la cantidad, la calidad, el color de la tela es lo que me induce”
Explorar y buscar soluciones a un material que no estaba respondiendo a sus expectativas, en lugar de ser un impedimento fue una veta que le abrió a la artista propuestas originales. En ese nadar a contracorriente en las condiciones del país, se puso de acuerdo con otro ceramista para adquirir un lote de arcilla que una empresa estaba liquidando. Cuando le llegó al taller, no era lo que esperaba. Era una arcilla que no se podía modelar. Era líquida, como para fluir dentro de moldes. Pero no iba a dejar perder la inversión y buscó la manera de sacarle provecho.
“Yo pretendía hacer formas de origami. Empecé a trabajar con papel y a embeber el papel directamente. Trabajé con papel Bond, trabajé con papel de acuarela que absorbe mucho más el agua. Cuando hice la quema y abrí el horno, estaba lleno de cascaritas de arcilla, como si se hubiera esparcido una caja de cereales”.
Allí surgió la curiosidad de Isabel Cisneros para lograr que el material respondiera a lo que ella quería. Decidió cambiarse a la fibra textil, porque sabía que tendría una movilidad menor al papel. Los encajes permitían tramados y huecos, como una huella del material quemado. Si buscaba que la pieza quedara delicadamente como una punta alta, ella podía apuntalar con un pequeño hilo.
“La tela se incineraba y lo que quedaba era como un nudo, como una suerte de exoesqueleto. Quedaban unas piezas con una ilusión muy frágil. Pero en realidad no lo eran. Y eso fue fascinante”.
Fleurs pour son bonheur Fleurs pour son bonheur
Explica Cisneros que se vio creando telas con los módulos de arcilla.
“Hay un proceso en cerámica que se llama papel cerámico, donde se contamina la arcilla con pulpa de papel. El calor destruye la pulpa y la arcilla queda porosa y muy liviana, lo que permite darle formas y hacer laminados”
Pero entonces entendió que debía hacer lo opuesto. Comienza a verse la transición. En lugar de amalgamar la tierra con el fuego deconstruyó los materiales utilitarios. Cuando lo cuenta, todo parece mágico, como epifanías que le permitían avanzar hacia algo nuevo. Sin embargo, esa transformación fue muy dura. Ensayo y error. Dejar atrás el barro para adentrarse en algo más orgánico. Pasó de cocer a coser. Pero al mismo tiempo reconoce que ese tránsito fue encantador. En el año 2009, Cisneros obtuvo dos reconocimientos: el XXXVI Premio Nacional de las Artes del Fuego, del Salón Nacional de las Artes del Fuego y el Premio Nacional de Escultura, en la X Bienal Nacional de Escultura Francisco Narváez.
“Trabajar la arcilla es divino, pero es muy exigente. Principalmente en tiempo, porque cuando comienzas a hacer una pieza, puede tardarse por lo menos 15 días. Estás total y completamente a la disposición de la arcilla. Un día tras otro, tras otro, tras otro. Un continuum para poder ir evaluando cómo se va secando, para poder ir corrigiendo, para poder retocar…”.
Anémona Azul. Serie Hiladillas Cervantes-2007-Serie-Acumulaciones Isabel-Cisneros-Draco-2006-Serie-Acumulaciones Serie Hiladillas Faenza 2004
En algún momento le pido que muestre sus Galos, para observar el moldeado en tela. En segundos, un tejido colorido, que podría parecer un mantel individual de mesa, sólo que está hecho a partir de cierres multicolores, va adquiriendo en sus manos la forma del ave.
Cisneros investigó las distintas técnicas de tejer, aprendió principios de macramé. Comenzó a probar todos los tipos de hilos, de alambres, de guayas; trabajar el canutillo, las bisagras, arandelas, las semillas (paraparas, hojuelas de tagua), los botones, los cierres, los ganchos, las esponjas, la organza, el poliéster, el algodón… Prácticamente vestir el aire, vestir la nada… Quizás esa idea parte de la inspiración que tiene en Lygia Clark con sus objetos sensoriales, que cobran vida cuando el espectador le da un sentido propio. Esa evocación se apreció cuando expuso Hiladillas (2005) en la Sala Mendoza.
Pero no sólo la artista brasileña inspira a Cisneros, quien además es una gran lectora. Y no es para menos, porque a la par de sus estudios en artes del fuego, realizó una especialización de museología y es licenciada en Letras de la UCV. La lista de referentes es larga: Sheila Hicks, Roberto Morris, Ernesto Neto, Olga Amaral. Y no se quedan atrás personajes vinculados al diseño de moda: Alexander McQueen, Issey Miyake, Azzedine Alaïa, Rien Bekkers.
Finalizando el siglo XX y en medio de las convulsiones políticas de Venezuela, a Isabel Cisneros le sacudió la imagen de las multitudes en la calle.
“La fuerza de la gente en las marchas me reforzó la idea de ensartar toda una cantidad de piezas similares para lograr algo. Esa idea la he seguido sosteniendo. No sólo para adaptarme a piezas flexibles, sino también para sacar la ventaja de un reto y darle movilidad”.
Deditos rojos Serie Pliegues 2013 | Claudio Annino Cebollín Munch
Cierres Doble red Baranda 2014
Parte de este trabajo se exhibió en una individual en la Galería D´Museo, en el Centro de Arte Los Galpones, bajo el título Ablandando hasta el agua (2013), como una manera de expresar la flexibilidad, el plegarse, adaptarse y dominar el conflicto interno en el entorno hostil de aquellos días. También un año después, cuando expuso Pliegues (2014) en la Galería Espacio 5 (Valencia), se observa claramente el punto de inflexión de su arte: por una parte, estaban sus instalaciones de cemento y yeso vaciados, que simulan ser trozos de tela arrugados, y por la otra, las redes, los entramados, las piezas ensambladas y atadas con nylon.
DE LA LECTURA A LA HECHURA
No todas las telas le hablan igual a Cisneros. Le pregunto cuál es la más difícil de trabajar y menciona dos que son prácticamente hermanas: la seda y los rasos, ambas de una urdimbre muy fina.
“La seda siempre es muy noble, y los rasos tornasolados me gustan, pero ambos se deshilachan demasiado, se tiene que trabajar como si confeccionaras un vestido. Las telas transparentes son muy divertidas, pero trato en lo posible de no usar nunca la máquina de coser porque es muy traicionera y va desplazando la tela. En el caso de una ropa eso no es tan feo, pero en el caso de una obra de arte no es muy agradable ver la hechura de la máquina”.
La evolución del proceso creativo de la artista la llevó a trabajar con lo más delgado y simple de la fibra textil: el hilo, siempre a través del bordado. Una cadena de curiosos sucesos, que no parecen casuales, guiaron sus próximos pasos.
“Tenía un libro de Historia del arte, que yo adoraba, porque siempre lo leía con mi padre. En algún momento lo quise revisar y estaba picado. No lo podía donar, no lo podía regalar, no lo quería dejar así. Pero era un papel muy grueso, muy rico. Decidí empezar a trabajarlo como pulpa de papel, que es un material que me encanta, como materia prima para hacer unas piezas parecidas a unos vaciados en cemento o en cerámica. Y cuando empecé a arrancar las páginas, me pasó algo divertido. El lomo del libro quedó con las perforaciones del encuadernado y me acordé de la técnica del nido de abeja”.
Comenzó a tejer entre esos espacios dejados por las páginas como si se trataran de corsés. En algún momento, alguien le llevó de regalo un tomo de la Enciclopedia Británica. Pero esta vez, el material no le servía a su propósito, porque estaba hecho con encuadernado japonés, valga decir que no era el cuadernillo doblado y cosido, sino hoja con hoja pegada con cola. Pero el tomo contenía el capítulo Potter and Porcelain (cerámica y porcelana). Eran 60 páginas de lectura que le remitían a su pasado.
“Me dije, yo tengo que hacer algo con esto”.
En 2015 fue invitada a exponer de manera individual en Tatiana Page´s Gallery en Nueva York. Cuando le preguntan qué propuesta va a llevar, sin pensarlo dos veces dijo: obra sobre papel. Y llevó tanto sus libros intervenidos como las hojas bordadas. La muestra se llamó Paper and Knowledge Dualities.
“Me salió del fondo de mi alma. Yo estaba muy molesta porque estábamos en una crisis de papel muy seria en Venezuela. Entonces, tomé las páginas de esa enciclopedia, y las empecé a intervenir, viendo lo que me decía cada ilustración. Fueron 14 hojas intervenidas con el contenido que tenía ese artículo, pero que además reflejaba mi historia personal, cuando yo estudiaba cerámica”.
El reconocimiento al trabajo de Isabel Cisneros es nacional e internacional. Además de Nueva York, ha realizado individuales en Lima (Perú), Canberra (Australia) y Madrid (España), sin mencionar las muestras colectivas, además de ser artista invitada en varios eventos, entre ellos la International Invitational Competition. Gyeonggi International Ceramic Biennale, Icheon, Korea (2013) y la VII Bienal Internacional de Arte Textil Contemporáneo, Invitational Exhibition. Museo Nacional de Artes Visuales, Montevideo, Uruguay (2017).
Isabel Cisneros explica que su trabajo artístico es sobre la memoria. No sólo habla del origen del material en su composición, su condición, sino que también son materiales viejos que antes tuvieron otra utilidad, y pensar en su uso primigenio desarrolla la fantasía. Adicionalmente, si el material es regalado, está presente la memoria de quien lo usó.
En el viaje a Nueva York, durante su exposición individual, se propuso buscar nuevos materiales, y se encontró con los patrones de costura, que fueron concebidos en tiempos de posguerra, en los años 50, con el fin de darle a las mujeres, en medio de tanta austeridad, un recurso para vestir a sus familias. Regresó modelando las ideas en su mente sobre esta nueva línea creativa. Cisneros volvió a darle un propósito diferente al material al pintar geometrías con el hilo.
Parte de ese trabajo se exhibió entre noviembre de 2019 y febrero de 2020, en su más reciente individual, Traslaciones, organizada por el Centro Cultural BOD, con ocasión de haber recibido el Premio BOD a las Artes Visuales. Esta vez, el formato bidimensional que le proporciona el patrón de costura convierte el pespunteado en una hoja de ruta plagada de abstracciones sobre su vida personal. La historia de esos materiales no es ajena al contexto que debe vivir la artista y que trata de comprender.
“Ese trabajo era una reflexión sobre el cuerpo. La ropa te hace pensar en el cuerpo, pero además es una reflexión sobre toda la revolución industrial y todo lo que implica en el mundo de la moda, con sus ventajas y sus desventajas, con sus contaminaciones y todo lo perverso que tiene de bulimia o anorexia, las neurosis de las jóvenes… A eso le sumé toda una reflexión afectiva que siempre he tenido con mi abuela, que tejía y cosía”.
Obras de la exposición Traslaciones, 2019, en el BOD | Luis-Da-Silva-1
Pronto otro libro sobre las máquinas textiles llegó a sus manos, y en esa oportunidad, tomó unas servilletas de tela para reproducir en hilo los artefactos industriales. Se llamó Mano y Máquina, y como en un devenir circular se inspira en los conflictos sociales generados durante la revolución industrial, cuando el engranaje mecánico sustituye el proceso manual. Luego el acto artesanal de bordar rememora los viejos aparatos de hierro. No es la máquina que sustituye al hombre, es la mano que reproduce la máquina.
“Disfruté muchísimo este trabajo, hecho con un bordado punto atrás. Porque se debe poner la aguja hacia adelante (el futuro), pero para poder hacer el dibujo tienes que volver atrás (el pasado). Estos tiempos nos obligan a reflexionar sobre nosotros mismos. Cuidar nuestro cuerpo, pensar ¿cuál es la idea del desarrollo? No siempre el desarrollo es hacia adelante, no tiene que ser más tecnología. actualmente, el único desarrollo posible es guardarnos, protegernos, no ser más de vanguardias, sino de retaguardias”.
Isabel Cisneros. Mano y Máquina
Desde 2005, cuando Isabel Cisneros realizó su primera exposición como ceramista, muchos cambios han ocurrido y cada transformación trajo nuevas propuestas artísticas. Durante el confinamiento surgió otra reflexión. Mientras se ejercitaba en las puntadas y el dibujo, tuvo curiosidad de investigar sobre los hombres que practican el bordado, bien como una forma creativa, o de meditación, o de terapia contra el estrés (inclusive en la posguerra fue una opción para darles un oficio a los soldados que quedaron lisiados). Reutilizó una sábana vieja (podría considerarse como la metáfora del sueño, o del manto que envuelve el cuerpo) para sus nuevas piezas bidimensionales.
A través de internet calcó la imagen de esos personajes que fueron fotografiados mientras bordaban. Muchos de ellos famosos, entre ellos, el actor estadounidense Henry Fonda, el actor británico Ernest Thesiger y el ex jugador de fútbol americano Rosy Grier; las telas también incluyen desde un rey hasta pacientes en rehabilitación. El encierro llevó a la artista a bordar. Y en ese acto de dibujar con hilos los rostros varoniles que repiten la secuencia de enhebrar agujas, perforar la tela y trazar nuevas formas entre sus manos, sigue Isabel Cisneros creando su propia mitología personal.
Isabel Cisneros/ Enhebrar la memoria fue publicado en en Revista Estilo.