En 1991 Irene Villa González sufrió un grave atentado terrorista. Perdió las dos piernas y los dedos de una mano. No solo cambió su vida, también su código de valores. Se convirtió en el mejor ejemplo de que siempre hay una segunda oportunidad. Es Embajadora Europea de la Ciudadanía, licenciada en Comunicación Audiovisual, psicología y humanidades, es el mejor ejemplo de superación ante cualquier obstáculo físico, psicológico o profesional. Siempre busca nuevos retos. Nunca ha perdido la esperanza. Embajadora Europea de la Ciudadanía, es escritora, psicóloga, conferenciante y periodista de prensa escrita y radio, además de deportista de esquí alpino adaptado.
A los doce años de edad, cuando se dirigía al colegio, sufrió un grave atentado de ETA junto a su madre en el barrio madrileño de Aluche. Como resultado de la explosión de una bomba lapa adosada al vehículo perdió las dos piernas y tres dedos de la mano izquierda. Hoy, tiene tres hijos y está volcada en su actividad profesional y en su fundación –Fundación Irene Villa–, creada para apoyar a personas con alguna discapacidad o riesgo de exclusión social.
En 2004 escribió Saber que se puede, donde plasma su experiencia personal volcada en la superación de las dificultades. A su formación académica, hay que sumar su amor al deporte: es medallista en esquí alpino adaptado. En 2011 publicó la reedición de su primer libro.
Además, Irene Villa es autora de otros títulos como Nunca es demasiado tarde, princesa (2013), Como el sol para las flores (2015) y Los ochomiles de la vida (2020), donde a partir de su propia experiencia ofrece sus recomendaciones para ser capaces de superar las dificultades de forma que, en vez de en obstáculos, se conviertan en oportunidades para el crecimiento personal.
Usted es un ejemplo de superación personal. ¿Cómo mantener la esperanza cuando parece que te arrebatan todo de golpe, no solo lo que es, sino lo que podría haber sido?
Quizá porque no pienso en lo que he perdido sino en lo que puedo lograr. Creo que la vida siempre es una cuestión de actitud y de perspectiva, algo que nadie puede arrebatarnos. Tras aquel atentado, de una forma involuntaria, me enfoqué en no repetir el curso ni perder a mis amigas, pese a que acababa de romperse mi vida en dos. Más adelante, me di cuenta de que esa es la clave: donde pones el foco, es lo que florece. La vida es cambio. Aprenderlo con doce años es maravilloso. Y aprender también la importancia del perdón cuando eres pequeña, creo que tienes todo ganado. En la vida vas a tener que perdonar a gente que, consciente o inconscientemente, te hace daño. No hay que vivir en el odio y en la rabia, sino en la gratitud porque la gratitud es el imán de todos los milagros. Qué diferencia en tu vida cuando no perdonas y vives con esa parte de tu corazón amputada, con ese dolor, con esa rabia… ¿Que es humano? Por supuesto, pero no ayuda. Es fundamental contagiar esta esperanza a las mujeres y a toda la sociedad.
La ayuda de su madre fue fundamental para salir adelante. ¿Cómo lo recuerda?
Es una mujer vitamina con una energía maravillosa de alegría y optimismo que contagia a todo el mundo, y eso es vital. Supo transmitirme esa forma de ver el mundo y estoy muy agradecida porque es así como estoy educando a mis hijos con todas las ventajas que ello supone.
Ha creado la Fundación Irene Villa para agradecer todo el cariño y solidaridad que su familia recibió. Sin embargo, el mundo en que vivimos no es ni amable ni agradecido. ¿Cómo recuperar la ilusión?
Sigo creyendo que hay muchísima más gente buena que mala, igual que hay más personas agradecidas y amables que las que no lo son, lo que pasa es que hace más ruido un árbol al caer que toda una selva creciendo. Yo prefiero seguir ayudando a toda esa selva silente. Además, la ayuda es siempre recíproca, nos lo dicen siempre los voluntarios que vienen a nuestras actividades.
¿De qué forma impulsar la integración de las personas con discapacidad física, intelectual y sensorial o enfermedades raras en el deporte, la formación y el empleo?
Tenemos diferentes proyectos como las terapias con animales. Hemos comprobado cómo los niños con agenesia avanzan gracias a la ayuda de los caballos y hemos tenido oportunidad de llevar a personas con discapacidades muy severas al parque de animales Faunia para nadar con leones marinos. Mis actividades favoritas con gente con discapacidad son el Descenso del Sella y el Camino de Santiago.
En el mundo laboral, cada vez más empresas se conciencian de las ventajas de contratar a personas que no son ordinarias, sino extraordinarias. La energía que contagian al resto de la plantilla es única y muy positiva para el equipo.
Afirma que mirar atrás solo está permitido perdonando o agradeciendo. ¿Puede el perdón curar el dolor?
Absolutamente. Sé por mi hermana que es mucho peor el dolor emocional que el físico y precisamente a ella es a la que más le cuesta perdonar. También creo que tenemos que hacer un gran trabajo en perdonarnos a nosotros mismos porque eso es lo que nos limita en todos los ámbitos de la vida. Y también, por supuesto, perdonar a nuestros padres que lo hicieron lo mejor que supieron. Perdonar significa sanar, y una persona sanada no se ofende por críticas o acciones ajenas porque entiende que no le pertenecen.
La sociedad se vuelca en la solidaridad con las víctimas del terror. ¿Por qué desde la política en general se instrumentaliza a las víctimas y se las convierte en arma arrojadiza para la confrontación? ¿Son rentables electoralmente?
Es triste que todo se tenga que politizar. El cariño que sentimos las víctimas no tiene color político, y la memoria tampoco. Se trata de sentido común, es normal que toda España sienta el dolor que a algunos nos tocó porque víctimas del terrorismo somos todos. Agradecemos la solidaridad y honrar la memoria de quienes no están.
Además de varias novelas, entre ellas la exitosa Nunca es demasiado tarde, princesa, es autora de la obra de autoayuda El libroabrazo. ¿Faltan abrazos en la sociedad? ¿Es posible que pasemos por la vida sin contar a los seres queridos lo que realmente importa?
Pues fíjate que me da muchísima pena que los abrazos, incluso las sonrisas, se ven cada vez más relegados a una red social virtual que, por supuesto, no tiene la capacidad de devolverte el afecto y la energía tan poderosa de un abrazo sanador. Es algo muy triste y perjudicial para todos.
En la vida, ¿es preciso empezar de cero en múltiples ocasiones? ¿Por qué nos da tanto miedo afrontar ese renacer?
Porque no nos atrevemos a soltar. Nos da miedo el cambio y sin embargo los cambios son siempre para mejor porque lo que uno desea y quiere está justo al otro lado de ese miedo que nos da dar el salto. Cuando sueltas, saltas y confías en que lo mejor está por venir, descubres un nuevo yo mucho más sabio, evolucionado y potente que el anterior. Ese renacer es imprescindible y fundamental en la vida de cualquiera.
¿Qué nos enseña la adversidad?
Mucho más que cuando todo va bien. Hay una frase que me encanta y lo define fenomenal: ningún mar en calma hizo experto a un marinero. Creo que detrás de la dificultad aparece una nueva versión de uno mismo más fuerte y preparada. Y esto es así hasta el último día de nuestras vidas. Estamos rodeados de oportunidades, sin embrago, la única certeza es la muerte. Así que temer al cambio significa temer a la vida misma.
Siempre ha sido una mujer libre e independiente. ¿Cómo lleva que su vida privada se airee en los medios? ¿No cree que de alguna manera la sociedad que tanto cariño le ha dado tiene derecho a saber si usted es feliz?
Lo llevo fenomenal porque efectivamente creo que se lo debo a todas esas personas que nos apoyaron, que rezaron por nosotras como tanto me han dicho. Es normal que quieran saber cómo estamos, que la vida al final nos ha recompensado: a mí con tres hijos y a mi madre con seis nietos. Ciertamente si queremos, la vida siempre nos da otra oportunidad. Sobre todo, cuando perdonas, agradeces y confías.
Ante todo, hay que llenarse de amor, comenta a menudo. ¿Cómo podemos construir un mundo más justo, humano y sostenible?
Está demostrado que necesitamos gente con capacidad de liderazgo que fomente y promueva valores que nos impulsen a la esperanza, a contagiar fuerza de voluntad, poder mental y amor por la vida. También es necesario romper las cadenas más limitables: fronteras mentales como miedos, egos, prejuicios y mala actitud. Esas son las verdaderas discapacidades.