En Irán ejercer el periodismo se ha convertido en sinónimo de muerte. Este sábado ejecutaron a Ruhollah Zam, un periodista exiliado en Francia a quien la Guardia Revolucionaria logró capturar el año pasado con una operación de engaño. La televisión estatal anunció que el director de la «cadena contrarrevolucionaria Amadnews» fue ahorcado.
El junio lo condenaron a muerte acusado de fomentar la violencia durante las protestas populares de hace tres años. Su condena por «corrupción en la Tierra» se suele emplear en casos que implican espionaje o intentos de derrocar al régimen iraní. Diana Eltahawy, vicedirectora regional para Oriente Próximo de Amnistía Internacional, considera la ejecución como un golpe moral a la libertad de expresión en Irán. Muestra hasta dónde son capaces de llegar los gobernantes iraníes para infundir miedo y disuadir a la disidencia», agregó. La organización calificó de irregular e írrito el juicio de Zam, de 48 años de edad, porque no tuvo acceso a un abogado de su elección. De hecho, la ONG reveló que ni el reo ni su familia, que lo visitó el viernes en la cárcel, fueron informados sobre la aplicación de la pena.
Ruholla Zam y su muerte: un ejemplo de la persecución iraní
Fue un activista y periodista iraní, conocido sobre todo por operar un canal de Telegram llamado Amadnews, que fundó en 2015. Su papel en las protestas iraníes entre 2017 y 2018 fue destacado, pues le dio una cobertura especial. Por esa razón un tribunal lo declaró culpable de «corrupción en la Tierra». Todo por dirigir un foro popular que, de acuerdo con Irán, incitó las manifestaciones.
Ruhollah Zam nació en una familia de clérigos en Teherán, en 1978. Su padre, Mohammed-Ali Zam es un reformista que estuvo en altos cargos en el gobierno en las décadas de 1989 y 1990. Se dice que su padre le puso ese nombre porque era partidario de Ruhollah Khomeini, el fundador de la República Islámica en Irán.
Sin embargo, Ruhollah después pidió a sus amigos que lo llamaran Nima. Zam se volvió contra el establishment después de las protetas en contra de las elecciones presidenciales iraníes de 2009 y estuvo en la prisión de Evin durante algún tiempo. Hasta que logró escapar a Francia. Desde allí operaba su canal de Telegram.
En él proporcionó horario y detalles organizativos de las protestas de 2017, así como información sobre funcionarios que desafiaron al régimen iraní. Luego desde Irán se quejaron de que el canal brindaba información sobre cómo fabricar bombas de gasolina, Telegram lo cerró en 2018, pero reapareció con un nombre diferente.
Arresto de Ruhollah Zam
El 14 de octubre de 2019, los Guardias Revolucionarios de Irán anunciaron que habían capturado a Zam, lo habían llevado de regreso a Irán y lo habían arrestado. Aunque otras fuentes apuntaron que lo habían arrestado en Irak, adonde viajó en septiembre de 2019. Su audiencia se llevó a cabo en la sección 15 del Tribunal Revolucionario Islámico en Teherán, presidida por el juez Abolqasem Salavati.
Zam fue condenado a muerte de acuerdo con el portavoz judicial Gholamhossein Esmaili el 30 de junio de 2020. Lo ejecutaron en la horca este sábado. Reporteros sin Fronteras condenó la ejecución y declaró su indignación ante el nuevo crimen de la «justicia» iraní.
El Ministerio de Exterior de Francia, donde Zam vivía exiliado, también condenó en los términos más enérgicos «la grave violación de la libertad de expresión y de prensa en Irán. «Un acto bárbaro e inaceptable que va en contra de los compromisos internacionales del país», señala.
Amnistía Internacional hizo un llamamiento a la comunidad internacional, incluidos los Estados miembros del Consejo de Derechos Humanos de la Organización de Naciones Unidas y de la Unión Europea, a que tomen medidas inmediatas para que las autoridades iraníes pongan fin al uso de la muerte como arma de la represión política.
Acusaciones del régimen Islámico
Cuando capturaron a Zam, la Guardia también lo acusó de trabajar «bajo la dirección de los servicios secretos franceses» y con «el apoyo» de las agencias de espionaje de Estados Unidos e Israel. Este tipo de acusaciones son sistemáticas del régimen islámico. Señalan a Estados Unidos y a los opositores en el exilio de los brotes de malestar que periódicamente sacuden al país.
El régimen califica de «sedición» las manifestaciones contra la carestía de la vida que se extendieron por numerosas ciudades iraníes entre el 28 de diciembre de 2017 y el 3 de enero de 2018. En esa manifestaciones murieron veinte personas, de acuerdo con las cifras oficiales.
Tan solo un año después, la represión de las protestas contra el aumento del precio de la gasolina causó tres centenares de muertos. AI, una organización que aunque se opone a la pena capital en todas circunstancias. En Irán, además de castigar el asesinato, la violación, el secuestro o el terrorismo, se utiliza contra disidentes políticos. A menudo mediante acusaciones imprecisas como «hacer la guerra a Dios» o «extender la corrupción en la Tierra», la figura que se le aplicó a Zam.
Más arrestos por actividad en redes sociales
Las detenciones por actividades en redes sociales tampoco son nuevas. Los casos varían en su naturaleza, como fue el de una mujer iraní condenada a 10 años de cárcel por publicar imágenes muy distorsionadas de sí misma, un año después de haber sido arrestada por sus actividades en las redes sociales.
Sahar Tabar, de 19 años de edad, cuyo nombre real es Fatemeh Khishvand, saltó a la fama luego de publicar fotografías de sí misma con el rostro demacrado. En un momento llegó a tener 486.000 seguidores en Instagram. La acusaron de corrupción de jóvenes y falta de respeto a la República Islámica.
Tabar incluso llegó a llamar a la actriz Angelina Jolie, a quien se parecía en algunas de sus fotos, para hacer campaña por su liberación. Dijo que la Repúbica Islámica tiene una historia de atormentar mujeres, por lo que necesitaban estar unidos contra este apartheid de género.
Los cargos en su contra incluían blasfemia, incitación a la violencia, obtención de ingresos por medios inapropiados y alentar la corrupción. El informe describió a Tabar como «una víctima con una personalidad y un estado mental anormales» que buscaba «vulgaridad en redes sociales». Registros médicos también sugerían que tenía una enfermedad mental, lo que hacía que la sentencia de 10 años tuviera menos sentido.
Penas de muertes en Irán
Durante los últimos años la República Islámica ha tenido el penoso honor de ser el país con más ejecuciones per cápita. Solo China lo supera en cifras absolutas. En la primera mitad de 2020, las organizaciones de derechos humanos han registrado 136.
En octubre, la Nobel de la Paz iraní Shirin Ebadi respaldó una campaña pidiendo que se vete la participación de su país en las competiciones internacionales tras la ejecución de un campeón de lucha, Navid Afkari, de 27 años, que protestó contra el régimen islámico.
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