El IPCC ha sido nuevamente implacable, al señalar que pese a los esfuerzos por bloquear el deterioro medioambiental, en las próximas dos décadas el planeta afrontará diversos peligros climáticos inevitables con un calentamiento global de 1,5 °C. Incluso si se supera temporalmente este nivel de calentamiento, se generarán impactos graves adicionales, algunos de los cuales serán irreversibles.
En su informe afirma que se incrementarán los riesgos para la sociedad. En particular para la infraestructura y los asentamientos costeros de baja altitud. El Panel Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático, es el órgano de mayor peso y valía en el mundo para estos asuntos. Es la ciencia al servicio de la justicia y equidad climáticas.
En esta última entrega precisa que el aumento de olas de calor, sequías e inundaciones han superado los umbrales de tolerancia de las plantas y los animales. Y ha provocado la mortalidad en masa de diversas especies, como árboles y corales. Estos fenómenos meteorológicos extremos se producen de manera simultánea, lo cual genera impactos en cascada que resulta cada vez más difícil controlarlos.
Debido a estas alteraciones, millones de personas han quedado expuestas a una situación de inseguridad alimentaria e hídrica aguda. Han huido de sus regiones e incluso, de sus países. Especialmente en África, Asia, América Central y del Sur, así como en islas pequeñas y el Ártico.
Sostiene además, que las respuestas de las políticas climáticas a nivel mundial no son suficientes para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero. Y limitar el calentamiento global a alrededor de 1,5 °C.
Para evitar una creciente pérdida de vidas, biodiversidad e infraestructura, se requiere una acción urgente, ambiciosa y acelerada para adaptarse al cambio climático. Al mismo tiempo que se realicen reducciones rápidas y profundas en las emisiones de esos gases.
Ultimátum del IPCC para evitar calentamiento global
El informe del IPCC dice que frenar el calentamiento global a 1,5 °C por encima de los niveles preindustriales requeriría que las emisiones de gases de efecto invernadero alcancen su punto máximo antes de 2025 a más tardar. Al mismo tiempo, el metano, un potente gas de efecto invernadero, también debería reducirse en aproximadamente un tercio.
Advierte que es “casi inevitable” que la humanidad supere brevemente el umbral de temperatura crítica de 1,5 grados en este escenario. Pero podría volver por debajo de este nivel para fines de siglo.
“Es ahora o nunca, si queremos limitar el calentamiento global”, señaló Jim Skea, copresidente del Grupo de trabajo III del Panel al difundir el documento. “Sin reducciones inmediatas y profundas de las emisiones en todos los sectores, será imposible”.
El consumo global de carbón tiene que bajar un 95% a mediados de siglo con respecto a 2019, el de petróleo un 60% y el de gas un 45% para alcanzar la meta de temperatura media global. E impedir que no suba más de 1,5 grados centígrados, recomienda el Panel.
Unos ocho meses atrás el IPCC había publicado las dos primeras entregas de una trilogía de evaluaciones científicas gigantescas. Miles de páginas que describen el efecto invernadero y cómo está calentando el planeta, y lo que eso significa para la vida y la fauna.
Este tercer informe describe qué hacer al respecto. Este esperado informe, concluye que las emisiones pueden reducirse a la mitad en 2030 si hay, entre otras cosas, cambios en el sector energético. En el escenario más optimista, donde no se rebase ese límite, «casi toda la electricidad debería provenir de fuentes que no emiten carbono o con bajas emisiones».
Limitar el calentamiento global, la ruta del IPCC
El documento del IPCC subraya que un 87% de la reducción de emisiones de dióxido de carbono y otros gases causantes del calentamiento global puede lograrse con una optimización del sector energético e industrial. Y el 13% restante con cambios en el sector agropecuario.
Destaca que lograr la neutralidad de carbono (emisiones netas cero) es «complicado, pero posible». Si se apoya en nuevos procesos de producción que usen energías alternativas (entre ellas el hidrógeno). Y otras medidas, algunas de ellas todavía en pruebas y que no han sido adoptadas para uso comercial.
«Adoptar políticas, infraestructuras y tecnologías adecuadas puede conseguir una reducción de entre el 40% y el 70% en los gases de efecto invernadero hacia 2050», asegura Priyadarshi Shukla, también copresidente del grupo de trabajo que elaboró el informe.
Mientras, John Bistline, añade que «para cumplir con estos objetivos, se necesitan compromisos creíbles en políticas públicas. Inversión privada, innovación, de forma rápida pero también sostenida en el tiempo durante varias décadas». Es experto en clima del Instituto de Investigación de Energía Eléctrica y colaborador del informe.
El extenso texto admite que la transición a las energías limpias supondría pérdidas multimillonarias por el abandono de las infraestructuras actuales y por dejar en el subsuelo recursos sin explotar.
«Alrededor del 30% del petróleo, el 50% del gas y el 80% de las reservas de carbón» deberían dejarse sin extraer «si el calentamiento se limita a 2 grados centígrados», refiere el informe. La pérdida de riqueza de tales «activos varados» podría crear riesgos para los mercados financieros. Pero también hay oportunidades económicas en los nuevos sectores.
Proyectos y desarrollos energéticos, eólicos, solares y de hidrógeno como sustituto de los combustibles fósiles. Esos cambios generarán empleos, riquezas y calidad de vida para personas y el planeta.
Acciones positivas en el sentido correcto
Las exigencias del IPCC para detener, ahora, el avance del calentamiento global y de la crisis climática, son conocidas. La ONU emitió un informe más amigable y esperanzador que demuestra acciones que van en sentido correcto. Y resalta que el uso de vehículos eléctricos se está acelerando en todo el mundo. El uso de electricidad baja en carbono está reduciendo las emisiones de gases de efecto invernadero del transporte terrestre.
Sudarmanto Budy Nugroho, miembro del Panel, indica que las inversiones en infraestructura de transporte activo, combinadas con el despliegue de micromovilidad eléctrica pueden hacer mucho. Por ejemplo, los patinetes y bicicletas eléctricos, pueden contribuir aún más a la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero.
Según el informe, los costos unitarios de varias tecnologías de bajas emisiones han caído continuamente desde 2010.
El costo de tecnologías clave como la energía solar, eólica y los vehículos eléctricos se ha reducido considerablemente. Esto puede ayudar a reducir mucho las emisiones. Existen opciones en todos los sectores para reducir las emisiones a la mitad, para 2030, explica el autor Masahiro Sugiyama.
Para ser más exactos, de 2010 a 2019, los costos de la energía solar han disminuido un 85 %, la energía eólica un 55 % y las baterías de iones de litio un 85 %. Los paquetes de políticas de innovación han permitido estas reducciones de costos y están respaldando su adopción a nivel mundial.
Los científicos argumentan que tanto las políticas integrales como las personalizadas que abordan los sistemas de innovación han ayudado a superar los impactos distributivos. Y ambientales y sociales potencialmente asociados con la difusión global de tecnologías de bajas emisiones.
Al camino arduo le asaltan fantasmas
Otro rasgo positivo destacado por Naciones Unidas es el de las leyes. Apreciación coincidente con los expertos del IPCC que señalan que ha habido una expansión «consistente” de políticas y leyes que abordan la mitigación climática desde el informe 2014.
“Esto ha llevado a evitar emisiones que de otro modo se habrían producido y a aumentar la inversión en tecnologías e infraestructuras bajas en carbono”, agrega el informe.
Para 2020, más del 20% de las emisiones globales de gases de efecto invernadero estaban cubiertas por impuestos al carbono o sistemas de comercio de emisiones. Aunque la cobertura y los precios han sido insuficientes para lograr reducciones profundas.
Además, para 2020, había leyes climáticas “directas” enfocadas principalmente en reducciones en 56 países que cubren el 53% de las emisiones globales.
En muchos países, las políticas han mejorado la eficiencia energética, reducido las tasas de deforestación y acelerado el despliegue de tecnología. Esto ha llevado a evitar, reducir o eliminar, las emisiones.
Sin embargo, al duro camino por recorrer, se le suman obstáculos y algunos “fantasmas”. El greenwashing, desde pequeñas hasta grandes empresas. Y el uso de las redes sociales para desinformar sobre el clima destinada. Con el fin de socavar la ciencia y las soluciones climáticas. Su objetivo es sembrar suficientes dudas para retrasar la acción climática real.
Gran parte de este contenido intencionalmente engañoso sobre el cambio climático o las energías renovables está financiado por un puñado de industrias. En particular la industria de los combustibles fósiles, y, a menudo, es concebido por grupos de expertos conservadores y grupos de fachada. Luego, varios «influencers» ayudan a amplificarlo.
El caos climático visibilizado en las redes
A contrapeso, otra corriente apuesta a la acción climática con nuevas funciones. Las redes sociales del grupo Meta -Facebook, Whatsapp e Instagram- incorporan novedades a sus aplicaciones para ayudar a «crear conciencia y actuar contra el cambio climático».
Las nuevas tecnologías dan así «la oportunidad de ponerse en marcha» a personas de una treintena de países que están preocupadas por el medioambiente «pero no están seguras de cómo ayudar».
Entre las propuestas ambientales, figura la donación y recaudación de fondos a través de Instagram Reels, con objeto de destinarlos a más de 1,5 millones de organizaciones sin ánimo de lucro. La empresa matriz de las plataformas ha confirmado la cobertura de los gastos de procesamiento de las donaciones y el destino del dinero para estas organizaciones.
Creadores de contenido e ‘influencers’ de todo el mundo, como Dave Burd, Maggie Baird o Zyahna Bryant colaboran en la visibilidad de este proyecto en redes.
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