Un desastre climático conocido como ‘dzud’ está presentando desafíos sin precedentes al pueblo de Mongolia a través de un invierno extremo. El fenómeno meteorológico, más intenso que otros, ha matado a más de 7,1 millones de animales este año y deja a miles de pastores en la pobreza
Según las estadísticas oficiales, a finales de 2023 este país situado en Asia Oriental contaba con 64,7 millones de animales (ovejas, cabras, camellos, caballos y vacas) que actualmente están muriendo por este implacable episodio. Aproximadamente un 10,9% de su ganadería ha sido aniquilada en estos meses por efectos de temperaturas extremas.
El pastoreo es fundamental para la economía y la cultura de Mongolia: contribuye al 80% de su producción agrícola y al 11% del PIB. Naciones Unidas afirma que el cambio climático está aumentando la frecuencia e intensidad de los dzuds y en sus cálculos son 7,4 millones los animales muertos en esta escalada de frío un poco más de las cifras oficiales.
Los dzuds son una combinación de sequías perennes e inviernos con temperaturas muy bajas y se están volviendo más duros y frecuentes debido al cambio climático. Mongolia ha experimentado seis dzuds en la última década, incluido el de 2022-23, cuando murieron 4,4 millones de cabezas de ganado, lo que significa que el actual es el más duro.
El fenómeno de este año se ha visto exacerbado por una sequía estival que impidió que los animales acumularan suficientes reservas de grasa para sobrevivir al invierno que comenzó con fuertes nevadas. Pero de repente la temperatura del aire subió y la nieve se derritió. Posteriormente, las temperaturas volvieron a bajar y la nieve derretida se convirtió en hielo.
Esta situación impidió al ganado llegar a la hierba y pastar. Además, los pastores empobrecidos piden dinero para alimentarse.
Mongolia atraviesa uno de sus peores inviernos
Los dzuds solían ocurrir aproximadamente una vez cada década, pero se están volviendo más severos y frecuentes debido al cambio climático. El brutal invierno es el peor hasta ahora en Mongolia. Las nevadas han sido las más intensas desde 1975.
Miles de familias han perdido más del 70% de sus rebaños. Y la cifra total de muertes puede aumentar a 14,9 millones de animales, o casi el 24% del rebaño total de Mongolia, señaló el viceprimer ministro Sainbuyan Amarsaikhan, según los medios estatales. El pastoreo nómada es tan vital para los 3,3 millones de habitantes de Mongolia, rica en recursos, que su constitución se refiere a los 65 millones de camellos, yaks, vacas, ovejas, cabras y caballos del país como su “riqueza nacional”.
El ganado y sus productos son el segundo mayor producto de exportación de Mongolia después de la minería, precisa el Banco Asiático de Desarrollo. «La pérdida del ganado ha asestado un golpe irreversible a la estabilidad económica. E intensificado las ya terribles circunstancias de la gente», dijo Olga Dzhumaeva, jefa de la delegación de Asia Oriental en la Federación Internacional de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja o FICR.
Los altos costos del combustible, los alimentos y el forraje empeoraron mucho la situación para pastores como Gantomor, de 38 años en la provincia montañosa de Arkhangai. Como muchos mongoles, tiene un solo nombre. Comentó a The Associated Press que las advertencias de un dzud llevaron a Gantomor a vender todo su rebaño de unas 400 ovejas.
Solo se quedó con sus yaks y caballos más resistentes, con la esperanza de poder llevarlos a pastos que no se vieran tan afectados, agregó su cuñada, Gantuya Batdelger, de 33 años, estudiante de posgrado. La calamitosa situación los ha llevado a la pobreza.
Alertas tempranas para los dzuds
El campo mongol está lleno de cientos de cadáveres, amontonados en la nieve derretida. Deshacerse de ellos rápidamente para garantizar que no propaguen enfermedades es otro gran desafío, contaron los pastores. A principios de mayo, se habían enterrado 5,6 millones, o casi el 80% de los animales muertos.
Las temperaturas más cálidas pueden provocar incendios forestales o tormentas de polvo. La intensa escorrentía procedente del derretimiento de la nieve aumenta el riesgo de inundaciones, especialmente en las zonas urbanas. Muchas vacas preñadas, debilitadas por el invierno, pierden a sus crías, a veces porque no pueden alimentarlas bien, explicó Matilda Dimovska, representante residente del PNUD en Mongolia.
«Es realmente devastador ver cómo (las crías de animal) lloran pidiendo comida», señaló emocionada.
El dzud es un ejemplo perfecto de cuán interrelacionado está el cambio climático con la pobreza y la economía, afirmó. Los pastores que pierden sus rebaños a menudo migran a ciudades como la capital, Ulán Bator, pero encuentran pocas oportunidades de trabajo. «Entran en el ciclo de la pobreza y sus familias quedan vulnerables», confió.
Mungunkhishig Batbaatar, director nacional de la organización sin fines de lucro People in Need se mostró alarmado por lo sucedido. Consideró que en vista de que la naturaleza cada vez más rutinaria de los dzuds ha planteado la necesidad de que Mongolia desarrolle mejores sistemas de alerta temprana para desastres naturales.
Combinar tecnología con enfoques a nivel comunitario funciona mejor, afirmó. “Se estima que los países con una cobertura limitada de alerta temprana tienen una mortalidad por desastres ocho veces mayor que la de los países con una cobertura sustancial o integral”.
Pobreza, indefensión, dolor
La ayuda internacional ha sido «muy insuficiente» para atenuar la devastadora situación del invierno en la población de Mongolia, afirmó Dzhumaeva. Un llamamiento de la Federación Internacional lanzado a mediados de marzo no ha alcanzado ni siquiera el 20% de su objetivo de 5,5 millones de francos suizos (6 millones de dólares).
Los presupuestos limitados por las respuestas urgentes a crisis como Ucrania o Gaza son un factor, dijo, “pero esto deja poco espacio para abordar los efectos terribles del dzud en Mongolia”.
Mongolia necesita ayuda, pero también necesita adaptarse a los dzuds con estrategias como una mejor previsión meteorológica y medidas para detener el pastoreo excesivo. Los pastores necesitan diversificar sus ingresos para ayudar a amortiguar el impacto de las pérdidas de ganado.
Las temperaturas de este invierno se han mantenido por debajo de los 40 grados bajo cero durante un período prolongado, lo que supone demasiado estrés para los animales con bajo peso. Tampoco ha llovido desde julio del año pasado, por lo que fue difícil encontrar tierras de pastoreo para los animales o preparar heno para el invierno.
Los pastores dependen de sus animales para obtener carne y leche; también venden sus pieles y queman su estiércol para calentarse. Por lo tanto, las grandes pérdidas en medio de los dzuds empujan a los pastores nómadas a la pobreza. No tienen otras habilidades. A menudo se sienten obligados a abandonar la estepa y trasladarse a la capital para tratar de ganar dinero, detalló Davaajargal Baasaansuren, jefe del Programa de Gestión de Desastres de la Sociedad de la Cruz Roja de Mongolia.
Bayankhand Myagmar, de 50 años de edad, llora junto a un montón de ovejas y cabras muertas. Ha perdido 451 animales de una manada de 700.