El episodio de violencia que se vivió en la sede del Poder Legislativo de Estados Unidos ha sido comparado por analistas y líderes políticos con las situaciones que se viven en los países del tercer mundo. Las dudas sobre la transparencia electoral y el asalto del Parlamento son tristemente familiares en varios rincones de América Latina, África u Oriente Próximo. Y ahora, otro fantasma aparece, la posible participación de militares en el asalto al Capitolio. Ya los altos mandos de las Fuerzas Armadas han comenzado a manifestarse.
Los principales jefes militares emitieron un escrito a todos los miembros del servicio. El texto es un recordatorio de que la insurrección en Capitol Hill la semana pasada fue un «acto criminal antidemocrático, y que el derecho a la libertad de expresión no le da a nadie el derecho a cometer violencia».
Un hecho poco usual e impensable
Lo que ha llamado la atención del memorando no es realmente su contenido. Hay un amplio consenso en que los sucesos violentos en la sede del Poder Legislativo estadounidense constituyen un episodio preocupante e inaceptable en una sociedad democrática.
Lo que resulta poco usual es que todos los miembros del Estado Mayor Conjunto, incluido su presidente, el general Mark Milley, se hayan sentido obligados a recordar a los miembros del servicio militar que está mal interrumpir el proceso constitucional. Que les digan a los integrantes de las Fuerzas Armadas «que Joe Biden fue debidamente elegido como el próximo presidente y tomará juramento en el cargo el 20 de enero» no parecía necesario en una democracia sólida
«Fuimos testigos de acciones dentro del edificio del Capitolio que eran inconsistentes con el Estado de Derecho. Los derechos de libertad de expresión y reunión no dan a nadie el derecho a recurrir a la violencia, la sedición y la insurrección», se lee en el texto.
Participación de los militares en el asalto
La historia no termina allí. El memo llega justo cuando las agencias federales de investigación intentan determinar el alcance de la «actividad criminal» en el Capitolio y descubrir el posible grado de participación de militares -activos o retirados- en los hechos.
Los funcionarios de Fort Bragg, una base militar del Ejército en el estado de Carolina del Norte, están revisando la participación de la capitana Emily Rainey en el mitin. También están tratando de determinar si otros miembros del personal de la base se le unieron como parte de un grupo que viajó a Washington. Rainey dijo que solo participó en la marcha, antes de los hechos de violencia.
El personal militar de Estados Unidos puede participar en eventos políticos, siempre que lo haga en su tiempo libre y no lleve uniforme militar. La presencia de un miembro del servicio en el mitin o marcha que precedió al asalto al Capitolio entraría en esa categoría. Sin embargo, las autoridades verán si algún efectivo tuvo un papel determinante en la irrupción en la sede parlamentaria y en alguno de los acontecimientos violentos. De ser así, podría haber una sanción disciplinaria.
Mayores investigaciones
La senadora Tammy Duckworth, demócrata por Illinois, envió una carta al secretario de Defensa interino Chris Miller. Le solicita que las organizaciones de investigación criminal del Departamento de Defensa trabajen con el FBI y la Policía del Capitolio para identificar a los militares activos y retirados que habrían participado en el asalto.
Duckworth, quien sirvió como teniente coronel en el Ejército de Estados Unidos, le pide a Miller «tomar las medidas adecuadas para responsabilizar a las personas, en consonancia con el Código de Justicia Militar», si algún miembro del servicio participó en los eventos en el Capitolio.
Apoyo de los veteranos
Varias personas arrestadas por los sucesos del Capitolio eran veteranos militares. Pero hasta ahora no se ha determinado que alguno esté activo en las Fuerzas Armadas. A destacados veteranos se les ha pedido que emitan declaraciones para tratar de disuadir a los miembros del servicio de participar en las protestas en la toma de posesión de Joe Biden.
Demasiadas aclaratorias
En convulsionados países del Tercer Mundo, con democracias vulnerables, que tratan de dejar atrás años de dictaduras militares, recordar a los efectivos castrenses su deber de defender la Constitución puede ser muy necesario. Pero en una democracia que ha resistido 250 años, sin apenas alterar su Constitución, no debería hacer falta. Lo que está sucediendo en Estados Unidos es inesperado, por decir lo menos.
Bloqueos en las redes
Mientras avanza la investigación, otro episodio de la historia de la violencia en el Capitolio sigue su marcha. Las redes sociales continúan sus acciones de bloqueos y censura contra lo que los «poderes tecnológicos» consideran mentiras o incitación a la violencia.
Twitter suspendió más de 70.000 cuentas relacionadas con el grupo QAnon, difusor de teorías conspirativas. Facebook, por su parte, está eliminando los mensajes que propaguen «la falsedad de que las elecciones estadounidenses fueron fraudulentas».
El 10 de mayo de 1933, los líderes del Partido Nacional Socialista Obrero Alemán (sí, los nazis), quemaron más de 20.000 libros, por propagar «el espíritu no alemán». Para este objetivo, contaron con la participación de una multitud de 70.000 personas se reunió en el Opernplatz de Berlín. Los textos fueron llevado en camiones y carretillas para echarlos a la hoguera. Las redes sociales no necesitan tanto, con un clic les basta.
La nueva normalidad
El 20 de enero, como el Alto Mando le «recordó» a los militares, Joe Biden asumirá como 46º presidente de Estados Unidos. Este hecho pondrá fin al proceso de elección y transición del poder más accidentando en la historia de ese país. Se produce luego de cuatros años de gobierno que también han sido distintos en muchos aspectos.
Tras la pandemia, el mundo trata de entrar en una «nueva normalidad» que pinta muy diferente a la cotidianidad preexistente. De la misma manera, los estadounidenses intentan llegar a una «nueva normalidad política» , luego del 20 de enero. Definitivamente, nada será igual. Ni el Capitolio, ni los militares, ni Estados Unidos.
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