Un grupo de investigadores españoles participó en un estudio integrado del genoma y epigenoma completos de un tumor poco común: el linfoma de células del manto. La investigación da con dos resultados importantes, que pudieran llevar a un tratamiento más personalizado de acuerdo con las características de la enfermedad de linfoma de cada paciente.
Los dos resultados notorios, están a la disposición de otros investigadores mediante repositorios internacionales. En primer lugar, identifica mecanismos de activación de oncogenes; es decir, el gen que muta y contribuye al desarrollo de un cáncer. En segundo lugar, establece cuáles son las modificaciones que determinan la evolución clínica heterogénea del linfoma de células del manto y que puede llevar a que sea grave o indolente según cada paciente.
La investigación se publicó en la revista Blood. Fue coordinada por miembros del Institut d’Investigacions Biomèdiques August Pi Sunyer (Idibaps) y del Centro de Investigación Biomédica en Red de Cáncer (Ciberonc). Sílvia Beá y Elias Campo dirigieron el trabajo. Ambos son miembros del grupo de Patología Molecular en Neoplasias Linfoides, del Idibaps. También participaron otros miembros del Idibaps, de la Universidad de Oviedo, del Barcelona Supercomputing Center y de instituciones internacionales.
El linfoma de células del manto es un cáncer de los glóbulos blancos de la sangre. Es uno de los aproximadamente 70 subtipos distintos de linfoma no Hodgkin. Este último es uno de los dos tipos principales de linfoma.
Se calcula que en Estados Unidos podía haber, para 2014, 70.800 pacientes con linfoma no Hodgkin. Sin embargo, los pacientes con linfoma de células del manto representan un grupo pequeño. Equivale a alrededor del 6%, es decir, más o menos 4.200 casos.
La enfermedad presenta una conducta clínica muy paradójica, heterogénea, indica el Ciberonc. ¿Qué significa esto? Que mientras un grupo de pacientes vive un tipo de cáncer muy fuerte, otros siguen un curso clínico indolente. Incluso, puede que no necesiten tratamiento alguno.
El porqué de esa disparidad tiene que ver, precisamente, con la conclusión a la que llegaron los investigadores que estudiaron los datos genómicos y epigenómicos. Trataron de elucidar las peculiaridades que determinan el porqué de la diferencia en el comportamiento del cáncer. “Gracias a haber secuenciado el genoma completo de 61 pacientes junto con su epigenoma y transcriptoma (es decir, la forma en que se regulan y expresan los genes), hemos podido entender mejor el origen de este linfoma. También, identificar otros mecanismos que permiten que el tumor se desarrolle más rápidamente”, explicó Campo.
El estudio demostró que, pese a la diferente evolución clínica de las formas fuerte e indolente del tumor, la alteración oncogénica inicial de los dos subtipos es la misma. La causa es una alteración que se da por un error en la maduración de las células linfoides en la médula ósea.
Las consecuencias de las formas fuerte e indolente del linfoma de células del manto
El error en la maduración de las células linfoides trae, a su vez, una consecuencia que es de cuidado: activa el oncogen ciclina D1. Esto hace que proliferen —de manera descontrolada— las células tumorales. “Fue sorprendente ver que esta alteración era la misma en los dos subtipos de la enfermedad y que se había originado, en ambos casos, en el mismo momento y en la misma célula precursora”, indicaron Ferran Nadeu y David-Martín Garcia, coautores del estudio.
Luego, la forma fuerte como se presenta la enfermedad inactiva el gen ATM, fundamental en la estabilidad del genoma. La misma forma fuerte del cáncer también implica un marcado desorden de numerosos cromosomas, oncogenes y genes supresores.
Por el contrario, la forma indolente no presenta esta alteración y mantiene un genoma con muy pocas modificaciones.
Logros de la investigación
La rápida y diferente proliferación de las células tumorales en las dos maneras como se presenta la enfermedad deja una huella duradera en el epigenoma. Este último es el grupo de todas las marcas epigéneticas del ADN de una sola célula. Está formado por compuestos químicos que modifican o determinan el genoma y le indica qué hacer, dónde y cómo.
La proliferación de las células tumorales se puede detectar fácilmente mediante un ensayo químico. Junto a alguna de las modificaciones genéticas, permite predecir la distinta evolución de los pacientes.
Para Beá, hubo varios logros en la investigación. Primero, identificaron otros mecanismos que son importantes para entender la biología del linfoma. Segundo, definieron criterios genéticos y epigenéticos que podrán usar para predecir con más precisión el riesgo evolutivo de los pacientes. De este modo, podrán dar un tratamiento más personalizado.
Los datos genómicos y epigenómicos que obtuvo el estudio se incluyeron en repositorios internacionales. La idea es que otros investigadores los puedan usar y se adelante la investigación sobre este tipo de cáncer.
El linfoma de células del manto
El linfoma de células del manto se da con más frecuencia en adultos mayores. La edad promedio en el momento del diagnóstico es de 65 años. Se presenta más en hombres que en mujeres.
La Sociedad de Lucha contra la Leucemia y el Linfoma (LLS, por sus siglas en inglés), de Estados Unidos, indicó que la mayoría de los pacientes con esta afección se ven expuestos al daño de muchos ganglios linfáticos y de otros lugares del cuerpo. Por ejemplo, el bazo, la médula ósea y la sangre, los ganglios linfáticos de la garganta (amígdalas y adenoides), el hígado o el tubo gastrointestinal.
“Las células del linfoma de células del manto pueden entrar en el cerebro, los pulmones y la médula espinal, aunque esto es relativamente raro”, señaló.
La plataforma Cáncer de la Sangre, de España, agregó que el linfoma de células del manto representa cerca del 5% de todos los linfomas. Aunque se da sobre todo después de los 60 años de edad, también pude aparecer después de los 35 años.
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