De liderar la implementación de políticas ambientales y en la creación de áreas protegidas, la nueva retórica evidencia un golpe de timón del bloque europeo
Europa, una vez pionera en la conservación de la naturaleza, ahora enfrenta críticas por su alejamiento de los esfuerzos ecológicos. La tendencia de la región a desviar su enfoque de las políticas ambientales podría amenazar el progreso global logrado en las últimas décadas.
La Unión Europea había estado llevando la batuta de la lucha contra el cambio climático y por la protección de la naturaleza. Históricamente, ha sido líder en la implementación de políticas ambientales y en la creación de áreas protegidas. Sin embargo, en los últimos años, ha habido un retroceso en estos esfuerzos.
Ahora sufre presiones internas para poner pausa en las campañas ambientales por temor a que perjudiquen la economía. La reciente aprobación de la Ley de Restauración de la Naturaleza de la UE, aunque un paso positivo, ha sido criticada por no ser suficiente para contrarrestar el daño ambiental acumulado.
En 2022 la UE convenció a otros para que intensificaran su juego al defender un objetivo de proteger el 30% de la tierra y el mar para 2030. Pero dos años después, mientras los delegados se reúnen en Colombia para la cumbre internacional Cop16 para salvar la naturaleza, el entusiasmo inicial europeo por salvar especies parece estar en declive.
Los líderes de la UE le quitaron impulso a sus planes de reducir la contaminación y proteger los hábitats tras las protestas furiosas de los agricultores a principios de año. La ley de restauración consiguió apenas mayorías en votaciones clave para aprobar el acuerdo, y una regulación para reducir la deforestación se retrasará un año.
El color verde y no gusta tanto
Desde que Ursula von der Leyen tomó el timón de la poderosa Comisión Europea en 2019, las políticas ambientales marcan la pauta de la UE. Los Estados miembros han respaldado todos los los planes para alcanzar la neutralidad climática en 2050 y han aprobado una amplia gama de medidas, desde bajar el consumo de energía hasta la reducción de emisiones de los transportes y la reforma del sistema de intercambio de gases de invernadero.
Sin embargo, los Estados miembros de la UE acordaron en septiembre rebajar la protección de los lobos. La decisión provocó críticas de conservacionistas que la califican de «señal vergonzosa» de cara a la cumbre.
La medida se produjo poco después de que Ursula von der Leyen, anunciara su nuevo equipo principal, con un cambio de retórica. La reelegida presidenta hizo hincapié en el crecimiento económico por encima de la agenda verde que caracterizó su mandato anterior.
«En lugar de resiliencia, sostenibilidad y límites planetarios, sin hablar de naturaleza o biodiversidad, ahora escuchamos las palabras competitividad, impulsar nuestra economía y ayudar a la industria”, dijo Guy Pe’er, ecologista del Centro Helmholtz de Investigación
Medioambiental. «No se trata de un cambio menor en el tono del Pacto Verde, sino más bien de una alteración fundamental de la filosofía subyacente», señaló.
Cambio generalizado
De por sí, los esfuerzos recientes para proteger la naturaleza han sido dispares. La UE no alcanzó sus objetivos de biodiversidad para 2020 y corre el riesgo de que pase lo mismo con los de protección para 2030. En 2021, la mayoría de sus países miembros no cumplieron con su parte justa de un compromiso de 20.000 millones de dólares al año para proteger la naturaleza. Solo ocho de los 27 Estados miembros han revisado sus estrategias y planes de acción nacionales en materia de biodiversidad. También son ocho los únicos que han presentado compromisos para proteger la naturaleza.
En los últimos meses se han hecho más evidentes las grietas en lo que parecía un frente unido europeo contra el cambio climático. La primera fue cuando la economía más fuerte del bloque Alemania demoró un acuerdo para prohibir los nuevos motores de combustión interna para 2035, debido a divisiones ideológicas en el gobierno.
El convenio se logró, pero semanas después Francia, segunda en orden de jerarquía económica en la UE, generó ruido al pedir una pausa en las regulaciones ambientales.
Semanas antes, Emmanuel Macron exhortó a que la UE aplique las normas vigentes antes de aprobar otras. Al presidente francés le preocupa en particular es una nueva ley de energía limpia de Estados Unidos que beneficia a los vehículos eléctricos y otros productos fabricados en Norteamérica y podría significar una competencia desleal con las empresas europeas.
También el primer ministro belga, Alexander De Croo, pidió una moratoria en la aprobación de leyes europeas que apuntan a la conservación de la naturaleza.
La ley propuesta apunta a abarcar para 2030 al menos el 20% del territorio y las zonas marítimas de la UE con medidas de restauración de la naturaleza y extenderlas en 2050 a todos los ecosistemas que necesiten restauración.
Los problemas no tienen pausa
El cambio climático y la degradación de los ecosistemas continúan siendo problemas urgentes en Europa. El aumento de las temperaturas, las sequías y los incendios forestales son solo algunos ejemplos del desafío ambiental que enfrenta la UE.
La comunidad internacional observa con preocupación este retroceso en cuanto a los esfuerzos para combatirlos. La conservación de la naturaleza no es solo una cuestión local, sino un esfuerzo global que requiere la colaboración de todos los países. Si Europa, que ha sido un modelo, se aleja de sus objetivos ecológicos, podría desmotivar a otros países y amenazar el progreso global en la lucha contra el cambio climático y la pérdida de biodiversidad.
Europa debe redoblar sus esfuerzos para mantener su compromiso con la naturaleza. La Ley de Restauración de la Naturaleza es un buen comienzo, pero es necesario un enfoque más robusto y consistente para enfrentar los desafíos ambientales actuales. La historia de Europa en la conservación de la naturaleza puede ser una inspiración, pero solo si se sigue con determinación y acción concreta.
Ley de restauración
La Ley de Restauración de la Naturaleza es la primera norma de este tipo a nivel europeo y tiene como objetivo restaurar los ecosistemas dañados de Europa e impulsar la biodiversidad en la región.
La ley establece objetivos y obligaciones vinculantes para que los Estados miembros rehabiliten sus hábitats naturales. Actualmente, 80% se encuentran en mal estado. Se centra en especial en lo de mayor potencial para capturar y almacenar carbono. Entre estos humedales, ríos, bosques, praderas y ecosistemas urbanos y marinos, así como de las especies que albergan.
Las meta principal es aumentar la biodiversidad. Se debe aprovechar el poder de la naturaleza para limpiar el agua y el aire. También para polinizar los cultivos y mejorar la seguridad alimentaria, así como prevenir y reducir el impacto de catástrofes naturales como las inundaciones. Se espera que ayude a Europa a cumplir el compromiso limitar el calentamiento global a 1,5°C.
Antes y después de su aprobación la ley ha sido objeto de intensos debates y luchas internas. La Comisión Europea, los grupos de izquierda, los científicos del clima y los agentes comerciales sostienen que es esencial para la viabilidad a largo plazo de la industria europea. Pero algunos conservadores alegaron que amenaza el sustento de los agricultores europeos. Aseguran que reduciría la producción de alimentos, perturbaría las cadenas de suministro y elevaría los precios para los consumidores.
Zonas protegidas son prioridad
La nueva ley estipula que los Estados miembros de la UE darán prioridad a la restauración ambiental de las zonas protegidas Natura 2000. Estas abarcan las especies y hábitats más valiosos y amenazados del continente. Las que se consideren en mal estado, según la normativa, tendrán que restaurarse al menos en un 30% para 2030, en un 60% para 2040 y en un 90% para 2050.
También deberán esforzarse por evitar el deterioro de las zonas ya mejoradas por las medidas de restauración. Así como de las que alberguen hábitats terrestres y marinos importantes, como turberas y lechos de coral.
Igualmente, establece medidas específicas para recuperar las poblaciones europeas de polinizadores, que están en declive, y proteger determinadas especies de mariposas y aves. Además, ayudar a plantar al menos 3.000 millones de árboles de aquí a 2030. Los países de la UE deben asegurarse de que no se produzca una pérdida neta de espacios verdes urbanos ni de cubierta arbórea.
Activistas creen que este es un momento decisivo en la lucha para restaurar los bosques en peligro de Europa. Para ellos, esta ley proporciona la estructura para dirigir recursos y energía que se necesitan desesperadamente para restaurar la naturaleza.