El dramaturgo español Juan Mayorga —Premio Nacional de Teatro y Literatura Dramática, Premio Valle-Inclán, Max al mejor autor en tres ocasiones, y a la mejor adaptación en otra—, y recién miembro electo de la Real Academia Española, presenta en el Teatro de La Abadía de Madrid su quinto montaje como director, Intensamente azules.
Este monólogo que brota de un germen autobiográfico, es interpretado por César Sarachu; actor que ha trabajado con grandes de la escena europea como Peter Brook y Simon McBurney. Podrá verse en la Sala José Luis Alonso del 10 de enero al 10 de febrero.
El espectáculo, producido por Entrecajas Producciones Teatrales, cuenta además con el diseño de iluminación de Juan Gómez Cornejo; el espacio escénico y vestuario de Alejandro Andújar y la música de Jordi Francés.
Alegato sobre el orden y el desorden
Antes de convertirse en un montaje teatral, Intensamente azules fue publicado por la editorial La Uña Rota; en forma de libro ilustrado, con dibujos de Daniel Montero Galán. Fue el reencuentro con el actor César Sarachu, al que Mayorga ya dirigió en Reikiavik, el que motivó al dramaturgo a hacer de este relato un espectáculo que traslada al escenario; con enorme humor y poesía escénica; un peculiar alegato sobre el orden y el desorden de las cosas y sobre la manera que tenemos de observar nuestro mundo cotidiano.
Mayorga propone para su quinto montaje como director, siempre de textos propios —otros trabajos recientes son El mago y El cartógrafo—, una historia con “origen autobiográfico” que se mueve entre la imaginación, los recuerdos, los sueños y la realidad. Una disparatada y “quijotesca” metáfora sobre la fascinante aventura de atreverse a mirar el mundo como por primera vez; sobre cómo nos percibimos y cómo percibimos a los demás.
Las gafas de natación
Fue hace dos años durante unas vacaciones familiares en un pueblo de Andalucía, cuando Mayorga se encontró una mañana con sus gafas rotas. Tras unos instantes iniciales de desconcierto, recordó que tenía unas gafas de natación graduadas, de color azul, regalo de sus hijos en uno de sus últimos cumpleaños: «pruebe a ponerse unas gafas graduadas de natación y salga al mundo. Nadie se conformará con la explicación más sencilla —’Esta persona lleva esas gafas para no romperse la crisma’—».
«Unos te toman por provocador. Otros te tratan como alguien que necesita ayuda —esos son los más peligrosos—. Algunos te prestan una atención que jamás te dieron. Y hay quien no te ve, quien te descarta como un error de su percepción —ante esos vives en un estado de presencia ausencia muy interesante; ser una persona con gafas intensamente azules es lo más cerca que yo he estado de ser un ángel—», cuenta el director.
«Un cómplice maravilloso»
César Sarachu, único actor en escena, se mete, de manera sencilla y extraordinariamente compleja, en la piel de varios personajes a lo largo del montaje, y emociona con una interpretación que muestra cómo es posible modificar nuestras propias percepciones y actitudes. Para ambos, actor y director, era importante mostrar en escena la cotidianeidad, «esas pequeñas experiencias personales de las que surgen historias que nos conmueven y nos transforman».Para ello, asegura Mayorga, «he tenido un cómplice maravilloso, César Sarachu, con quien ya compartí aquella aventura que llamamos ‘Reikiavik’. Es un actor de una elocuencia extraordinaria, capaz de llenar de poesía cada gesto. Ha sido un placer buscar con él el teatro de Intensamente azules«.
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