Al amplio e inagotable léxico de tecnologías hay que agregar el de Inteligencia Artificial General. La AGI es un sistema ideado para lograr una mayor perfectibilidad, adaptabilidad y creatividad en sus actuales herramientas y aplicaciones, similares a las de un humano.
Muchos investigadores creen que todavía se está a décadas de alcanzar el AGI. Los avances de la IA generativa logrados en el último año están listos para revolucionar no solo la forma de crear contenido, sino también la composición de las economías y sociedades en su conjunto. Ahora las herramientas de inteligencia artificial generativa, como ChatGPT, son un paso más hacia un avance aún mayor: la AGI. Un sistema de Inteligencia Artificial con capacidades que rivalizan con las de un humano. Si bien es una etapa puramente teórica, los expertos señalan que algún día la AGI podrá replicar capacidades cognitivas similares a las humanas, incluido el razonamiento, la resolución de problemas, la percepción, el aprendizaje y la comprensión del lenguaje.
Cuando estas capacidades de la IA sean indistinguibles de las de un ser humano habrá pasado la prueba de Turing, el científico informático del siglo XX Alan Turing que habló por primera vez de esa posibilidad. Pero no nos adelantemos. Todavía la voracidad tecnológica está lejos de llegar a un punto en el que las herramientas de IA puedan comprender, comunicarse y actuar con los mismos matices y sensibilidad que un ser humano. «Fundamentalmente, comprender el significado detrás de esto», sostiene una investigación de la consultora global McKinsey & Company. La creación de la AGI es un objetivo primordial de algunas investigaciones sobre inteligencia artificial y de empresas como OpenAI, DeepMind y Anthropic que compiten en su perfeccionamiento.
Inteligencia artificial general, ¿un concepto hecho realidad?
La mayoría de los investigadores y académicos creen que faltan décadas para lograr la Inteligencia Artificial General e incluirla en las actividades ordinarias. Algunos incluso predicen que no veremos AGI este siglo o nunca. Rodney Brooks, robótico del Instituto Tecnológico de Massachusetts y cofundador de iRobot, cree que AGI no llegará hasta el año 2300.
La IA parece bastante inteligente pero las grandes tecnológicas quieren la perfección. Hasta ahora ha logrado escribir novelas y textos diversos hasta componer sonetos en segundos. Pero existe una diferencia fundamental entre IA y AGI. Aunque las tecnologías de inteligencia artificial de última generación, incluidas ChatGPT, DALL-E y otras, han acaparado los titulares, son esencialmente buenas máquinas de predicción. En otras palabras, pueden prever con un alto grado de precisión la respuesta a un mensaje específico porque han sido entrenados con enormes cantidades de datos. Es impresionante, pero no está al nivel humano de desempeño en términos de creatividad, razonamiento lógico, percepción sensorial y otras capacidades.
Por el contrario, las herramientas AGI podrían presentar capacidades cognitivas y emocionales (como la empatía) indistinguibles de las de un ser humano. Hasta es posible que sean capaces de comprender el significado de lo que están haciendo.
El momento del surgimiento de AGI es incierto. Pero cuando llegue (y probablemente lo hará en algún momento), será un gran problema para todos los aspectos de nuestras vidas, empresas y sociedades. Los ejecutivos pueden comenzar a trabajar ahora para comprender mejor el camino para que las máquinas alcancen inteligencia a nivel humano y realicen la transición a un mundo más automatizado.
Comprender, pensar, sentir
Los grandes modelos de lenguaje han adquirido más capacidad de resolución de problemas de lo que la mayoría de los investigadores esperaban. Pero todavía cometen errores y carecen de la capacidad de un aprendizaje abierto. Es decir, una vez que reciben capacitación en libros, blogs y otros materiales, su reserva de conocimiento se congela. No aprueban lo que Ben Goertzel, de la empresa de inteligencia artificial SingularityNET, llama la “prueba de estudiantes universitarios de robots”: no se les puede enviar a la universidad (ni siquiera a la guardería),
La única pieza de Inteligencia Artificial General que estos sistemas han resuelto de manera inequívoca es el lenguaje, reseña Scientific American. Poseen lo que los expertos llaman competencia formal. Pueden analizar cualquier oración que les des, incluso si está fragmentada o en jerga, y responder en lo que podría denominarse inglés estándar de Wikipedia. Pero fallan en el resto del pensamiento: todo lo que nos ayuda a afrontar la vida diaria. «No deberíamos esperar que sean capaces de pensar. Son procesadores de lenguaje. Manipulan hábilmente las palabras pero no tienen acceso a la realidad. Solo al texto que han absorbido», subraya Nancy Kanwisher, neurocientífica del Instituto Tecnológico de Massachusetts.
En cierto modo, los grandes modelos lingüísticos imitan únicamente las capacidades lingüísticas del cerebro, sin capacidad de percepción, memoria, navegación, juicios sociales, entre otros. La materia gris realiza una desconcertante combinación de funciones superpuestas, algunas ampliamente distribuidas por el cerebro, otras más localizadas. Las personas que han sufrido un derrame cerebral en una de sus áreas lingüísticas pueden no poder hablar. Pero aún pueden sumar cantidades, componer sinfonías, jugar al ajedrez y comunicarse mediante gestos tan bien como antes. Los desarrolladores de IA están incorporando dicha modularidad en sus sistemas con la esperanza de hacerlos más inteligentes.
Técnología y desafíos ético-filosóficos
Esta tecnología, más allá de sus complicaciones propias, es una fuente de confusión, de interrogantes y desafíos ético-filosóficos. Una hipótesis controversial es que la conciencia es el terreno común. Según la teoría del espacio de trabajo global (GWT), la conciencia es para el cerebro lo que una reunión de personal es para una empresa. Un lugar donde los módulos comparten información y pedir ayuda.
GWT no es la única teoría de la conciencia que existe. Pero es de particular interés para los investigadores de IA porque conjetura que la conciencia es parte integral de la inteligencia de alto nivel. Para realizar tareas simples o ensayadas, el cerebro puede funcionar en piloto automático; para palabras novedosas o complicadas requieren que seamos conscientes de lo que hacemos.
Goertzel y otros han incorporado un espacio de trabajo en sus sistemas de IA .»Creo que las ideas centrales del modelo de espacio de trabajo global van a surgir en muchas formas diferentes», afirmó. Al idear representaciones electrónicas de este modelo, los investigadores no buscan fabricar máquinas conscientes sino reproducir el hardware de una teoría particular de la conciencia para intentar lograr una inteligencia humana.
¿Podrían crear sin darse cuenta un ser sintiente con sentimientos y motivaciones? Es concebible, aunque incluso el inventor de GWT, Bernard Baars del Instituto de Neurociencias de La Jolla, California, piensa que es improbable. «La computación consciente es una hipótesis sin la más mínima evidencia», asentó.
Pero si los desarrolladores logran construir una AGI podrían proporcionar información significativa sobre la estructura y el proceso de la inteligencia misma. Un dato interesante, sostiene Goertzel, es que la búsqueda de Inteligencia Artificial General enseña mucho sobre nuestra propia inteligencia.