Todo parecía indicar que la graduación en la Universidad Massachusetts Dartmouth transcurriría como cualquier acto protocolar de este tipo. A no ser por la torrencial lluvia que empapó a todos los asistentes a la ceremonia al aire libre, y a la participación como orador de orden del multimillonario Rob Hale, quien tenía un regalo especial para los 1.200 graduandos. Mientras se preparaban para recoger sus diplomas, Hale, un conocido filántropo de Boston, regresó al podio. Llevaba dos bolsas de lona rellenas de efectivo y anunció que entregaría a cada graduando 1.000 dólares, pero con la condición de que destinaran la mitad a un acto de bondad, un gesto filantrópico que impactara positivamente a alguien más.
Hale, cofundador y director ejecutivo de Granite Telecommunications, es considerado como una de las personas más ricas del país y de los benefactores más generosos. Él y su esposa regalaron a la caridad 1 millón de dólares cada semana en 2022. A los estudiantes le entregó dos sobres húmedos en el escenario —uno etiquetado como GIFT y el otro GIVE—.
Algunos ya han reflexionado a dónde enviar el dinero de su caridad. Tony da Costa, estudiante de diseño gráfico graduado con altos honores, consideró donarles los 500 dólares a una organización caritativa, pero se decidió por un conocido de su madre, que sufre una enfermedad y lucha por pagar facturas. Kamryn Kobel, una estudiante de inglés, los envió a la Y.W.C.A. en Worcester, Massachusetts, donde aprendió a nadar cuando era niña, para apoyar sus programas para mujeres jóvenes y sobrevivientes de violencia. Este es el cuarto campus de Massachusetts donde en los últimos cuatro años ha emocionado a los graduados con su regalo condicionado. Principalmente, ha seleccionado una escuela pública con altas concentraciones de estudiantes de primera generación y de bajos ingresos.
Efecto dominó
Hale dijo que la mayor alegría que él y su esposa Karen han experimentado a lo largo de sus vidas ha provenido del acto de dar. Que al otorgar a los estudiantes universitarios la oportunidad de experimentar ese mismo sentimiento, esperaba encender una chispa que llevarán consigo, incluso si no tenía garantía de que cumplirían su pedido. Con su acción, busca generar al igual que otros filántropos un efecto que cambie vidas mucho más allá de lo que una persona u organización puede lograr por sí sola. El impacto de inspirar a otros a retribuir tiene diversas perspectivas y estrategias que permiten una poderosa transformación. Desde filántropos multimillonarios hasta líderes comunitarios de base, muchos buscan prender esa llama en personas y comunidades para que participen en actos de generosidad.
Una de las formas más efectivas de inspirar a otros a contribuir es liderando con el ejemplo personal. Multimillonarios como Warren Buffett y Bill Gates han prometido porciones sustanciales de su riqueza a causas benéficas. Su compromiso de retribuir no solo ha resultado en contribuciones significativas a diversas iniciativas, sino que también ha alentado a otras personas ricas a seguir su ejemplo. Al mostrar el impacto de sus donaciones y enfatizar la importancia de las donaciones colectivas, estas figuras influyentes sirven como fuente de inspiración para otros.
Las celebridades y figuras públicas que hablan abiertamente sobre su propio trabajo caritativo o las causas que apoyan pueden generar un sentido de empatía y el deseo de marcar una diferencia en las vidas de sus seguidores. Cuando personas influyentes utilizan sus plataformas para defender diversas causas, se puede impulsar la conciencia y el compromiso del público.
Colaboración grupal
Los multimillonarios y las fundaciones a menudo unen fuerzas con organizaciones sin fines de lucro locales. De esta manera aprovechan sus recursos y experiencia para crear cambios más sustanciales. Un ejemplo es la colaboración entre la Fundación Bill y Melinda Gates y Gavi, la Alianza para las Vacunas, que ha desempeñado un papel fundamental a la hora de hacer que las vacunas sean accesibles para millones de niños en todo el mundo.
Involucrarlos a los más jóvenes en actividades filantrópicas no sólo fomenta un espíritu de generosidad, sino que también garantiza que la tradición de la filantropía continúe. Acciones como la de Hale son un claro ejemplo. También la iniciativa «Giving Pledge». En su caso ha atraído a multimillonarios más jóvenes que se comprometen a donar la mayor parte de su riqueza. La participación de jóvenes filántropos como Mark Zuckerberg y Priscilla Chan ha inspirado a otros a abrazar la causa a una edad temprana.
Los movimientos de base impulsados por gente común y corriente también son un testimonio del poder de la acción colectiva. Movimientos como #GivingTuesday, que anima a las personas a donar y ser voluntarios a escala global, demuestran cómo las comunidades pueden unirse para apoyar diversas causas. Las iniciativas locales y los esfuerzos impulsados por la comunidad pueden inspirar a las personas a contribuir con su tiempo, recursos y habilidades para crear cambios positivos aunque sean a menor escala.
Reconocer la labor
Los esfuerzos de filántropos y voluntarios deben reconocerse y celebrarse para inspirar a otros a contribuir. Los premios, honores y reconocimiento público pueden servir como poderosos motivadores. Por ello el premio Nobel de la paz no solo reconoce a personas y organizaciones por sus contribuciones a la paz, sino que inspira a otros a seguir sus pasos. El acto de inspirar a otros a retribuir es una fuerza fundamental que multiplica los efectos positivos de la generosidad. La pasión y el compromiso de quienes inspiran y de quienes son inspirados dan como resultado un mundo donde la compasión y la bondad no son simplemente ideales sino una forma de vida.
Muchos filántropos tienen como uno de sus objetivos pasar el testigo a su núcleo familiar. Su desafío radica en garantizar que el legado perdure más allá de la generación actual. En muchas ocasiones la próxima generación se enfrenta al peso de lo heredado. Es posible que cuestionen su papel en la filantropía y se pregunten si sus contribuciones serán importantes. Es esencial fomentar un sentido de propósito conectando sus valores con la misión filantrópica de la familia. Un ejemplo lo constituye la familia Johnson, conocida por su compromiso con la educación. Involucró a sus nietos en la selección de los beneficiarios de las becas, lo que permitió inculcarles un sentido de propósito y propiedad.
Los más jóvenes deben comprender el impacto de la filantropía más allá de la entrega de dinero. La exposición a organizaciones sin fines de lucro, las visitas a sitios y las conversaciones con los beneficiarios pueden ayudar. Ser testigos del poder transformador de sus donaciones puede dar el impulso necesario para involucrarse.
La tecnología como aliada
Son inmensas las posibilidades que brindan las herramientas de participación de la tecnología actual. Se deben aprovechar las redes sociales, las plataformas virtuales y la gamificación para conectarse con herederos expertos en tecnología. Así lo hizo la familia Lee. Creó una aplicación de filantropía con la que los miembros de la familia podían realizar un seguimiento de las métricas de impacto, compartir historias de éxito y colaborar en nuevas iniciativas.
Algo también vital para generar empatía es ser transparente sobre las finanzas, los éxitos y los desafíos. Celebre reuniones familiares para discutir objetivos filantrópicos y aprender de los errores. Anime a los miembros experimentados a ser mentores de la próxima generación. Comparta historias de impacto y resiliencia.
Involucrar a la próxima generación en la filantropía requiere intencionalidad, adaptabilidad y un deseo genuino de pasar el testigo. Al integrar estas estrategias en el tejido de las donaciones familiares, garantizamos que la filantropía trascienda y deje un legado.
Generación filantrópica
Sharna Goldseker, coautora con Michael Moody del libro Generation Impact: How Next Gen Donors Are Revolutionizing Giving, asegura que los jóvenes nacidos entre 1995 y 2010, los denominados generación Z o post millennials, serán los mayores donantes de la historia. Gestionarán unos 59 billones de dólares.
Exponen dos ejemplos que definen la sensibilidad civil y el compromiso social de está generación. Uno es Malala Yousafzai, quien a los 11 años de edad se dio a conocer por su blog editado para la BBC a favor de los derechos de las mujeres paquistaníes. Y seis años después se convirtió en la premio Nobel más joven de la historia. El otro ejemplo que dan los autores es el de Greta Thunberg, que a los 15 años intervino en una cumbre de las Naciones Unidas y se convirtió en referencia cuando se habla de la defensa del desarrollo sostenible contra el cambio climático.
Explican que los jóvenes de hoy son los verdaderos nativos digitales y que en la historia del hombre nadie había estado «conectado» directamente a los grandes problemas del mundo como ellos. la publicación destaca que están interesados en muchos de los temas que sus padres aprecian, pero quieren intervenir de manera diferente; que las ONG evalúen su contribución real más allá de dar a conocer la simple recaudación de fondos. Se preocupan por el impacto social, por las consecuencias finales de cualquier intervención filantrópica. Tienen el deseo de ser parte de algo más grande que ellos mismos, quieren marcar la diferencia.
Se puede decir que los de esta generación cree en la solidaridad, la igualdad y la ecología. Está atenta al medio ambiente y a cuestiones sociales como el terrorismo, el racismo, el extremismo y los conflictos civiles. El 89% está a favor del mismo trato entre los sexos.