Científicos alrededor del mundo se han dado a la tarea de estudiar la incidencia de la temperatura y la humedad en el coronavirus. Quieren determinar si estos factores externos vigorizan o debilitan el SARS-CoV-2. Hasta el momento, existen diversas opiniones sobre las bondades de la luz solar y el calor para frenar un rebrote en el paso estacional.
Con el solsticio de verano se da inicio a la temporada de vacaciones, a la diversión, al encuentro con amigos y familiares. En esta oportunidad, ya sin estado de alarma, las limitaciones y protecciones permanecen. ¿El calor disipará la expansión del coronavirus? ¿Lo debilitará?
Investigaciones recientes, publicadas en la revista The Journal of Infectious Diseases, afirman que la luz solar del verano sí resultaría beneficioso. Tiene la capacidad de desactivar la carga vírica de los aerosoles de saliva en suspensión a la mitad en 6 minutos y al 90% en 20. Una de las formas más habituales de contagio.
La COVID-19 se propaga a través de las partículas de saliva que expulsamos al hablar, toser o estornudar. Las gotas más pesadas, las que pueden llegar a contener una mayor carga vírica, caen por su peso. Por lo que el contagio por esta vía requeriría un contacto cercano. No así con las que se mantienen en suspensión, las más pequeñas y llamadas aerosoles.
Para que la transmisión por aerosoles tenga lugar, el virus debe mantenerse con una carga lo suficientemente infecciosa cuando sea inhalado por otra persona. A medida que pasa el tiempo la carga infecciosa va disminuyendo y, este estudio, determinó que la luz solar acelera ese proceso en mayor medida cuanto más intensa. El virus, por contra, puede mantenerse activo durante horas en la oscuridad.
Insisten en que luz solar y calor debilitan al coronavirus
La investigación estuvo liderada por Michael Schuit, del Centro Nacional de Análisis y Respuesta de Biodefensa de Estados Unidos. El equipo generó distintos ambientes de manera artificial en los que simulaba oscuridad, luz solar de verano y de invierno. Y su influencia sobre partículas de saliva a las que se les había inoculado el virus.
Schuit señala que «la luz solar podría ser un importante factor que influya sobre el riesgo de transmisión de la enfermedad por aerosoles». Aunque admite que existen otros factores relevantes como la carga vírica presente en las gotas y la distancia o el uso de mascarilla.
El estudio advierte que la luz solar intensa reduce notablemente las posibiidades de contagio por aerosoles, pero no las elimina. Las medidas preventivas siguen siendo necesarias al aire libre, pero, sobre todo, en espacios cerrados.
Sugieren para tratar de minimizar las posibilidades de contagio durante los próximos meses es permanecer alejado, siempre que sea posible, de lugares cerrados, oscuros y atestados de gente. Insisten en privilegiar siempre el aire libre para las reuniones sociales.
Estacionalidad podría jugar un papel menor
El calor y las altas temperaturas se acercan al hemisferio norte del planeta. Justo donde se encuentran los países que han sido más afectados por la pandemia. En España, por ejemplo, ya cesó el estado de alarma y concluyeron las fases de la desescalada, como en otros países europeos.
The New York Times difundió un artículo de la revista Canadian Medical Association Journal que señala que el crecimiento epidemiológico de la COVID-19 no ha estado asociado con la latitud y la temperatura». Es uno de los pocos trabajos con esta conclusión.
La investigación encabezada por el epidemiólogo suizo Peter Juni analizó 144 «áreas geopolíticas» del planeta. Midió las condiciones climatológicas y las medidas tomadas por las autoridades sanitarias. Entre el 7 y el 13 de marzo y, posteriormente, analizando la evolución de la pandemia entre el 21 y 27 de ese mismo mes.
«La estacionalidad podría jugar solo un papel menor en la epidemiología de la COVID-19. Mientras que las medidas de salud pública, como cierres de escuelas, restricciones de reuniones masivas y el distanciamiento social, parecen tener un gran impacto», dijo Juni.
Advierte que el “resultado es de inmediata relevancia, dado que muchos países están considerando levantar alguna de estas medidas”.
Más apoyos a la tesis de la luz y el calor
Los investigadores Cory Merow y Mark C. Urban, de la Universidad de Connecticut, publicaron un estudio en la web medRxiv. En su artículos señalan que sí se identificó una relación entre la radiación ultravioleta y una menor propagación de la COVID-19.
Sin embargo, precisa que “el coronavirus SARS-CoV-2 puede reducirse temporalmente durante el verano, pero sigue habiendo una probabilidad moderada de que se vea débilmente afectada por el tiempo de verano. Y de que pueda regresar en otoño y plantee riesgos crecientes en invierno”.
Con antelación a estos estudios, las Academias Nacionales de Ciencia, Ingeniería y Medicina emitieron un informe para la Casa Blanca sobre el efecto del calor en el coronavirus. Sostuvieron que “varios estudios experimentales muestran una relación entre unas mayores temperaturas y humedad y una menor supervivencia del SARS-CoV-2 en laboratorios. Pero hay muchos otros factores más allá de la temperatura y la humedad que influyen y determinan los índices de transmisión entre humanos en el mundo real”.
Científicos del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) realizarán un nuevo webinar esta tarde, para responder a las preguntas del público. El tema es, ¿Derrotará el calor del verano a la pandemia por COVID-19?
El encuentro contará con la bióloga Anna Planas, la inmunóloga María Montoya. Carlos Briones, virólogo y Xabier Urra, especialista en neurología.
Sonia Zúñiga, experta en coronavirus e investigadora del CSIC señaló en medio de la crisis, que el coronavirus “es muy sensibles al calor y a la luz ultravioleta”. Además, comentó, que las altas temperaturas y el incremento de la radiación solar ultravioleta dificultarán la supervivencia del virus.
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