«Solo China, a pesar de haber sido el inicio y el centro de la pandemia durante el primer trimestre, parece en condiciones de recuperar rápidamente una gran parte de la actividad perdida, saliendo, probablemente, fortalecida de la crisis»
Juan Carlos Martínez Lázaro, IE University
Las proyecciones publicadas por el Fondo Monetario Internacional en su informe de abril ponen cifras al deterioro económico que se está produciendo a nivel mundial debido a la expansión de la COVID-19.
Si hasta ahora solo se intuía que la contracción económica en la que estamos podría ser mayor que la experimentada durante los primeros momentos de la crisis financiera de 2008, ahora ya tenemos la certeza de que nos enfrentamos a un shock sin precedentes desde la Gran Depresión de los años treinta del pasado siglo.
Contracción mundial del 3%
En efecto, el FMI considera que el PIB mundial se contraerá durante este año un 3%, frente al 0,1% que lo hizo 12 años atrás. Además, mientras que entonces el desplome se focalizó en las economías más avanzadas y muchas de las consideradas emergentes sólo se enfrentaron a una desaceleración más o menos pronunciada, en este caso, nadie evitará la recesión, al menos, durante uno o dos trimestres.
Aun así, sorprende que, en general, la intensidad del crash vaya a ser, otra vez, mayor en las economías avanzadas, un 6,1% en promedio, mientras que las emergentes y en desarrollo apenas se contraerían un 1% durante este año. Además, un puñado de ellas, entre las que se hallan las de varios países africanos, acabarían el ejercicio con crecimiento positivo.
Si la recesión está siendo muy dura en los países desarrollados, ¿no debería ser mayor en aquellas economías que no cuentan con los mismos medios sanitarios, ni con la misma capacidad para implementar programas de estímulo fiscal y monetario que mitiguen los efectos de la pandemia?
En este sentido, la previsión de que India acabe el año con un crecimiento cercano al 2% no deja de parecer optimista, teniendo en cuenta que hoy mismo su Gobierno ha anunciado una extensión del confinamiento hasta principios de mayo. Además, la caída en los precios de las materias primas y la depreciación que muchas monedas emergentes han experimentado desde principio de año, empiezan a producir tensiones para hacer frente a su deuda exterior.
Sólo China, a pesar de haber sido el inicio y el centro de la pandemia durante el primer trimestre, parece en condiciones de recuperar rápidamente una gran parte de la actividad perdida, saliendo, probablemente, fortalecida de la crisis.
Si en Estados Unidos, la recesión rondará el 6%, en Europa, el rango de previsión oscila entre el 3% y el 10%. Y, una vez más, Grecia, Italia, España y Portugal experimentarán las mayores contracciones.
El 8% de España
En el caso de España, la previsión es de una pérdida de un 8% del PIB debido a la intensidad con la que está siendo golpeada por el virus y por el peso que tienen en su economía el turismo y el sector del automóvil.
Además, el desempleo volvería a cruzar el fatídico umbral del 20%, a pesar de que ya hay más de 3,5 millones de trabajadores acogidos a los ERTES. Claro que, partiendo de niveles superiores al 13% de paro, tampoco debería extrañar que alcance esas cotas. En cuanto a las cuentas públicas, es bastante probable que se vuelva a alcanzar un déficit público de dos dígitos.
En resumen, los desequilibrios que España lleva más de seis años intentando reducir vuelven a situarse en los niveles que tenían antes de iniciar el ciclo expansivo que ahora finaliza abruptamente.
La reacción del Gobierno español ante las predicciones del FMI ha sido la esperada: no darse por enterado de la magnitud de la tragedia y enfatizar que la recuperación será intensa, un 4,3% en 2021.
Las incógnitas
¿Y será intensa la recuperación? Pues no lo sabemos, porque, en esta ecuación coronavírica, aún no somos capaces de despejar la principal incógnita: la duración de los confinamientos y la manera en que los desconfinamientos se llevarán a cabo. Lo que ya todos intuíamos y el FMI rubrica es que la vuelta a la normalidad no será tan rápida ni tan intensa como lo fue el cese de la actividad económica.
Aunque algunas actividades podrían volver a ponerse en marcha en las próximas semanas, existen muchas sobre dudas sobre cuándo y cómo se reactivarán el ocio, la restauración o el turismo.
Además, no está descartado un rebrote de la pandemia en cualquier momento, lo que nos haría retroceder varias casillas en esta particular partida.
Independientemente de que el FMI acierte más o menos en sus proyecciones, lo que ya está claro es que, hasta que una vacuna o algún fármaco sea capaz de conjurar la amenaza a la que nos enfrentamos, ni nuestra vida, ni la actividad económica serán iguales a las que teníamos antes de la expansión de la pandemia. Y según parece, para eso todavía faltan unos meses.
Por eso, en el caso de España, es necesario saber de una vez por todas quiénes están infectados, quiénes no lo están y quiénes ya han superado la enfermedad, al objeto de poder iniciar medidas de desconfinamiento que nos permitan recuperar el pulso económico con la mayor rapidez y con el menor daño posible al tejido productivo.
Juan Carlos Martínez Lázaro, Profesor de Economía, IE University
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.