Durante mucho tiempo los médicos y científicos han sabido que el cáncer puede desaparecer al interactuar con infecciones bacterianas. Este efecto es particularmente notable en las infecciones que presentan fiebre. Y es que estos contagios parecen reactivar el sistema inmunológico.
Recientemente, el sitio web nautil.us publicó un reportaje que documenta el poder de las infecciones para reiniciar el sistema inmunológico. En este trabajo presentan dos trabajos pioneros para su época en ese sentido. Además se muestra el avance en las investigaciones de Mikala Egeblad, del Laboratorio Cold Spring Harbor, y Sylvia Adams, que trata a pacientes con cáncer en NYU Langone Health System.
William Coley y sus toxinas para reiniciar el sistema inmunológico
En 1890 William Coley era un médico joven pero destacado, en el Memorial Hospital de Nueva York, que luego sería el Memorial Sloan-Kettering Cancer Center. Luego de perder a una paciente con sarcoma de células redonda inicio una investigación, precursora en reiniciar el sistema inmunológico. En ella encontró que podía ser eficiente tratar con erisipela a pacientes con ese tipo de cáncer de hueso.
La erisipela es una infección cutánea causada por bacterias estreptocócicas que se manifiesta en fiebre y grandes manchas rojas en la cara y las piernas.
En sus investigaciones Coley inoculó a tres pacientes con bacterias estreptocócicas. Aunque los tumores disminuyeron su tamaño dos de los pacientes murieron. A raíz de ello Coley utilizó bacterias muertas. Muertas por el calor.
Coley agregó además otra bacteria “cocida” al tratamiento, Serratia marcescens. Cuando esta bacteria está viva, puede causar infecciones de las vías respiratorias y urinarias. A esta combinación se le conoció con el nombre de Toxina de Coley.
La Toxina de Coley fue administrada a pacientes con sarcoma inoperables con bastante éxito durante las siguientes tres décadas. Existieron 13 distintas preparaciones de las toxinas, unas más efectivas que otras. Su forma de administración también variaba. Podía ser colocada por vía intravenosa, intramuscular o ser inyectada directamente en los tumores.
Hubo dos problemas con la toxina. Los resultados no eran predecibles con exactitud. Los médicos que usaron la Toxina de Coley no obtuvieron los mismos resultados. Y aún más complejo ni siquiera Coley, su creador, pudo dilucidar cómo funcionaban.
Con la llegada de la radiación y la quimioterapia las bacterias muertas y las toxinas de Coley fueron olvidadas como tratamientos. Hasta ahora que sabemos más sobre como reiniciar el sistema inmunológico.
El último recurso
El oncólogo Paul Muizelaar probó el enfoque de la infección bacteriana para reactivar el sistema inmunológico. En 2010 utilizó enterobacter aerogenes , una bacteria que se encuentra en las heces para tratar un glioblastoma, tumor cerebral conocido por su alto número de muertes.
Muizelaar extrajo la mayor cantidad del glioblastoma que pudo. Pero antes de cerrar la herida del paciente, empapó el trozo de cráneo que utilizaría a tal fina en una solución que contenía Enterobacter aerogenes.
El paciente de Muizelaar pasó un mes en coma en una unidad de cuidados intensivos luchando contra la infección. En un momento determinado una exploración de su cerebro no mostró la firma distintiva del tumor. En su lugar apareció un absceso. Esto que fue consideró por el oncólogo como una evolución positivo.
«Un absceso cerebral se puede tratar, un glioblastoma no», aseguró luego el médico en declaraciones al Neoyorquino. Aseveró que valía la pena intentar. Esta técnica se utilizó solo como último recurso en un par de casos desesperados. Sin embargo, al final los pacientes fallecieron. Las muertes provocaron un escándalo y Muizelaar se vio obligado a retirarse.
Cómo reiniciar el sistema inmunológico
Mikala Egeblad, del Laboratorio Cold Spring Harbor, estudia las interacciones entre los cánceres y los organismos en los que crecen. Aseguró que la ciencia hoy sabe que el misterio para reiniciar el sistema inmunológico son las interacciones de este con el cáncer y su entorno.
Egeblad remarca la capacidad de los cánceres para ocultarse de las células del sistema inmunológico. Explica que no solo se ocultan. Incluso se incorporan a ellas para que las ayuden a prosperar. “Los tumores son órganos desregulados”, aclara y también desregulan el entorno que los rodea.
El microambiente tumoral, dice Egeblad, es un «campo de batalla» que está repleto de varios jugadores microscópicos que los cánceres corrompen en aliados involuntarios.
Karin Pelka del Instituto de Inmunología Genómica Gladstone-UCSF, estudia las interacciones celulares que dan forma a las respuestas inmunitarias. Aseguró que “nuestro sistema inmunológico está tratando de protegernos de varias amenazas, incluido el cáncer”. Pero “el cáncer muta de manera que evoluciona para evadir el sistema inmunológico. Así que hay una batalla constante”.
Entonces las infecciones pueden ser una fuerza que corrige los errores en estos ecosistemas desregulados y desordenados. Podrían reiniciar los mecanismos de defensa normales del cuerpo, haciendo que el sistema inmunológico vea al enemigo.
La ciencia ha avanzado y para restablecer las defensas hoy no es necesario infectar a los pacientes con patógenos. Existen los denominados virus oncolíticos, virus creados por ingeniería genética o que existen de forma natural y que infectan sólo las células tumorales, se multiplican en el interior y luego las abren, invadiendo más células.
Los científicos también intentan reactivar la actividad del sistema inmunológico con citocinas específicas, moléculas que las células usan para comunicarse entre sí. Una clase de medicamentos especialmente exitosa que se usa actualmente contra diferentes tipos de cánceres son los inhibidores de puntos de control.
Ventajas de reactivar el sistema inmunológico
La quimioterapia inevitablemente daña las células sanas mientras mata a las células tumorales. Es por eso que entrenar al sistema inmunológico es una mejor opción. “Esperamos entrenar al sistema inmunológico para que reconozca el tumor”, dice Pelka.
Otra ventaja es que el sistema inmunológico tiene memoria. Pelka explica que una vez que se detiene la quimioterapia, el cáncer puede volver a crecer si no se destruyen todas las células. Pero entrenando a las células inmunitarias para que reconozcan al enemigo, lo recordarán. “Esta función de la memoria es algo que entusiasma mucho a los inmunólogos del cáncer”.
Comprensión para la erradicación
Al entender cómo opera el microambiente tumoral podríamos responder exactamente cómo los cánceres «se establecieron» por primera vez, corrompiendo las células del sistema inmunológico. Cuando los cánceres metastásicos llegan por primera vez a una nueva ubicación, esa ubicación no estaba desregulada, pero el cáncer logra corromper las células, dice Egeblad.
“Nos gustaría entender cómo se desarrollan las metástasis, qué permite que las células cancerosas tengan éxito en el nuevo órgano o cómo es eliminado por el sistema inmunológico allí. Una vez que lo averigüemos, podremos poner fin a la propagación del cáncer».
Este «entrenamiento» del sistema inmunológico funciona a nivel molecular, y eso es lo que los inmunólogos del cáncer están investigando en este momento.